Información y Opinión

Hacienda ya no es nuestra (de los ciudadanos), sino de ellos (de los políticos)



Cuando un gobierno, como el español, ha perdido la confianza de los ciudadanos y escandaliza a sus administrados con sus decisiones arbitrarias, no puede garantizar que los impuestos populares sean gastados de manera decente y que no sirvan para financiar abusos y privilegios de una casta política incapaz, que prefiere hacer pagar las medicinas a los desposeídos antes que adelgazar el monstruoso Estado español, plagado de ineptos y parasitos sin otro mérito que pertenecer al partido.
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Acabo de encontrarme con un amigo en la calle que venía de ingresar sus impuestos en Hacienda. Tenía el rostro desencajado y estaba visiblemente indignado, con la sensación de haber sido estafado y de haber contribuido, con su dinero, al asqueroso festín de la injusticia y la corrupción española. Me dijo que ya no siente lo que sentía como ciudadano hace años, ese orgullo de contribuir con los impuestos al bien común. Su impresión actual es que su dinero servirá para financiar partidos políticos o sindicatos, para pagar sueldos a parásitos sin más méritos que tener el carné del partido, o, en el peor de los casos, para que lo robe alguno de los miles de desalmados que practican la corrupción y la rapiña en los partidos políticos, sindicatos, instituciones y administraciones públicas españolas.

Me explicó que el sentimiento de haber sido estafado por el Estado es desolador y corrosivo. Aseguró que jamás había hecho trampas a Hacienda, a la que ha pagado hasta la última peseta, y siempre había entendido que ser ciudadano significaba ser tan exigente como cumplidor, pero ahora dice que se siente deteriorado, lleno de ganas de defraudar, con la sensación de que le han robado y reconoce que, por vez primera en su vida, paga impuestos sólo por miedo al castigo, pero cargado de resquemor y de rechazo, deseando que esos canallas que han liquidado sus nobles sentimientos de ciudadano contribuyente paguen sus tropelías y abusos con la cárcel.

Aseguró que no puede fierse de los que han conducido tan mal los asuntos públicos del país que lo han arruinado y hundido en la miseria moral. Han antepuesto sus propios intereses al bien común y han mentido tanto que hasta han perdido el sentido de la decencia y ya ni siquiera se ruborizan cuando engañan y estafan. Pagar impuestos a esos tipos es humillante. Al hacerlo te sientes una piltrafa impotente, una víctima de la injusticia.

Se preguntaba ¿Quien me asegura a mi que mis impuestos van a servir para garantizar servicios sanitarios o de educación? ¿Quien me asegura que no los va a robar un político desalmado, uno de esos que han saqueado las cajas de ahorro y las arcas públicas sin que nadie les haya hecho pagar por ello, ni les haya reclamado que devuelvan el botín?

Explica que el Estado español, después de sus abusos y tropelías, ha perdido la credibilidad y ya no es fiable. La democracia se basa en la confianza en los dirigentes y en el sistema, pero cientos de miles de españoles que nos sentimos demócratas hemos perdido toda fe en el sistema y en sus gestores porque han convertido la democracia en una partitocracia corrupta y porque no han dejado en pie ni una sóla de las normas y reglas que sustentan la verdadera democracia: separación e independencia de los poderes del Estado, una ley igual para todos, una sociedad civil fuerte e independiente, elecciones realmente libres, controles y contrapesos que eviten el abuso de poder , partidos políticos bajo el control de la ley y la vigilancia de los ciudadanos, una prensallibre e independiente, capaz de fiscalizar a los grandes poderes y la capacidad del sistema para castigar a los delincuentes, incluso cuando éstos sean poderosos. Ninguna de esas normas existen en España, lo que implica que estamos gobernados por un sistema tan antidemocrático como bastardo, al que pagar impuestos podría significar, sencillamente, alimentar su perversión y fortalecer su capacidad de oprobio.

Y continuó diciendo: "¡Maldita sea! Estoy deshecho e indignado como ciudadano. Esta mañana he leido la noticia de que un sindicalista de UGT cobraba 600.000 euros, en dinero negro, por facilitar los EREs y mediar ante la Junta de Andalucía.Éste ladrón está por lo menos implicado por la juez Alaya en la trama de los EREs mafiosos de la Junta, pero ¿Cuantos otros delincuentes siguen libres? Tengo la terrible sensación de estar financiando, con mis impuestos, a una estirpe indeseable de predadores y carroñeros atrincherados en el poder."

Nota: Publico este artículo por dos razones principales: la primera es que coincido básicamente con el análisis de mi amigo y la segunda es que él me pidió que lo publicara porque, según dijo, "publicar estas cosas es la única posibilidad que el ciudadano frustrado tiene de hacerle daño a los sinvergüenzas que nos están destruyendo".

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Jueves, 28 de Junio 2012
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