Cubanos protestan en la Puerta del Sol de Madrid
El 9 de noviembre de 1989 fue derribado el Muro de Berlín y el mundo entonces lo celebró con júbilo, creyendo erróneamente que nos habíamos liberado del comunismo, la peor de las plagas padecidas por la humanidad, causante de decenas de millones de muertes y forjadora de pobreza, indignidad y muerte.
Hoy, 32 años después, el 9 de noviembre ni se conmemora ni se celebra porque los comunistas y sus aliados, los tiranos de todos los colores y géneros, dominan el mundo y están castrando el ansia de libertad, que hasta ahora había sido el motor de la Historia y del progreso.
El gran error del mundo libre que ganó la II Guerra Mundial a los nazis, primos hermanos de los comunistas y hermanos gemelos en su concepción de la tiranía y la esclavitud, fue no celebrar otro Juicio de Núremberg para condenar la doctrina de Marx, Lenin y Stalin, la más cruel y perniciosa de la Historia, cuyas víctimas, incluyendo a los muertos y a los esclavizados, son ya centenares de millones.
El comunismo está hoy librando en Cuba su batalla crucial. En aquella cárcel plagada de militares, represores, espías y chivatos, el pueblo se está alzando contra los tiranos rojos, que reaccionan como sólo saben hacerlo, con represión, miedo y tortura, conscientes de que si pierden la batalla en la isla prisionera del Caribe, caerán como fichas de dominó el resto de los países comunistas esclavizados de América, empezando por Nicaragua y Venezuela, al mismo tiempo que el mundo entero tomará conciencia del peligro que representan los comunistas para sus pueblos y para la civilización.
Desde la tarde del domingo, el régimen cubano inició la militarización total del país para intimidar a la población y evitar que los cubanos marchasen pacíficamente por la libertad, la liberación de los presos políticos y en contra de la violencia policial. Ayer los cubanos, desgraciadamente, no pudieron derribar el Muro Cubano, peor y mas represor y cruel que el de Berlín, porque el régimen ha aprendido a reprimir con eficacia y está dispuesto a matar antes de dar un paso atrás.
La jornada de ayer, 15 de noviembre, en Cuba fue un festival de represión y un derroche de tiranía, exhibida por un Estado sucio y asesino que margina, reprime, encarcela y a veces asesina a todos los que protestan y luchan por la libertad, aunque lo hagan de manera pacífica y sensata. Cientos de miles de cubanos que se sienten aplastados por el Estado comunista quisieron salir a las calles, vestidos de blanco, para demostrar su rechazo a la esclavitud y el hambre, pero los comunistas, con saña y suciedad pestilente, lo impidieron, utilizando palos y bates de beisbol, portados por sicarios del régimen.
Tuve la inmensa suerte de vivir dos años en Cuba como director de la oficina de la Agencia EFE en la Habana y allí aprendí a conocer al monstruo. Lo vi reprimir, acorralar con miedo, domesticar al pueblo con el hambre y la escasez, arruinar, engañar y anular a las personas, mientras la libertad era acuchillada y los líderes de la revolución vivían en el lujo, como señores, a los que no les faltaba nada. Allí mis ojos se abrieron y me curé para siempre de la enfermedad letal del izquierdismo marxista.
El mundo democrático y libre ha sido torpe, permisivo y estúpido frente al comunismo y ha permitido a los tiranos rojos infiltrarse en los partidos políticos, pudriéndolos desde dentro con corrupciones y abusos, dominar las escuelas y universidades, sembrando allí la ponzoña roja en las generaciones jóvenes y prostituyendo la cultura, donde masacraron los viejos valores de amor a la patria, lealtad, honradez y, sobre todo, libertad.
El balance del comunismo en el mundo y su hoja de "servicios" son estremecedores. Han asesinado a mas de un centenar de millones de personas y empobrecido y esclavizado a muchos más, convirtiendo en tristes a los pueblos alegres y en cárceles las naciones dominadas. El comunismo apesta a sangre y a terror y ha demostrado ser la antítesis del bien común, del amor, de las religiones, de la trascendencia, de la excelencia y de los grandes valores atesorados por la Humanidad.
Nunca es tarde para celebrar el juicio de Núremberg que necesitamos para condenar y erradicar el comunismo del planeta. Hay que celebrarlo pronto, si queremos sobrevivir a la invasión de los tiranos, que ya han clavado sus garras en algunos países y llenado de putrefacción a muchas instituciones y gobiernos del planeta, entre ellos España, gran objetivo a conquistar por el comunismo y sus servidores, que no perdonan que la España sana les derrotara en 1939.
Francisco Rubiales
Hoy, 32 años después, el 9 de noviembre ni se conmemora ni se celebra porque los comunistas y sus aliados, los tiranos de todos los colores y géneros, dominan el mundo y están castrando el ansia de libertad, que hasta ahora había sido el motor de la Historia y del progreso.
El gran error del mundo libre que ganó la II Guerra Mundial a los nazis, primos hermanos de los comunistas y hermanos gemelos en su concepción de la tiranía y la esclavitud, fue no celebrar otro Juicio de Núremberg para condenar la doctrina de Marx, Lenin y Stalin, la más cruel y perniciosa de la Historia, cuyas víctimas, incluyendo a los muertos y a los esclavizados, son ya centenares de millones.
El comunismo está hoy librando en Cuba su batalla crucial. En aquella cárcel plagada de militares, represores, espías y chivatos, el pueblo se está alzando contra los tiranos rojos, que reaccionan como sólo saben hacerlo, con represión, miedo y tortura, conscientes de que si pierden la batalla en la isla prisionera del Caribe, caerán como fichas de dominó el resto de los países comunistas esclavizados de América, empezando por Nicaragua y Venezuela, al mismo tiempo que el mundo entero tomará conciencia del peligro que representan los comunistas para sus pueblos y para la civilización.
Desde la tarde del domingo, el régimen cubano inició la militarización total del país para intimidar a la población y evitar que los cubanos marchasen pacíficamente por la libertad, la liberación de los presos políticos y en contra de la violencia policial. Ayer los cubanos, desgraciadamente, no pudieron derribar el Muro Cubano, peor y mas represor y cruel que el de Berlín, porque el régimen ha aprendido a reprimir con eficacia y está dispuesto a matar antes de dar un paso atrás.
La jornada de ayer, 15 de noviembre, en Cuba fue un festival de represión y un derroche de tiranía, exhibida por un Estado sucio y asesino que margina, reprime, encarcela y a veces asesina a todos los que protestan y luchan por la libertad, aunque lo hagan de manera pacífica y sensata. Cientos de miles de cubanos que se sienten aplastados por el Estado comunista quisieron salir a las calles, vestidos de blanco, para demostrar su rechazo a la esclavitud y el hambre, pero los comunistas, con saña y suciedad pestilente, lo impidieron, utilizando palos y bates de beisbol, portados por sicarios del régimen.
Tuve la inmensa suerte de vivir dos años en Cuba como director de la oficina de la Agencia EFE en la Habana y allí aprendí a conocer al monstruo. Lo vi reprimir, acorralar con miedo, domesticar al pueblo con el hambre y la escasez, arruinar, engañar y anular a las personas, mientras la libertad era acuchillada y los líderes de la revolución vivían en el lujo, como señores, a los que no les faltaba nada. Allí mis ojos se abrieron y me curé para siempre de la enfermedad letal del izquierdismo marxista.
El mundo democrático y libre ha sido torpe, permisivo y estúpido frente al comunismo y ha permitido a los tiranos rojos infiltrarse en los partidos políticos, pudriéndolos desde dentro con corrupciones y abusos, dominar las escuelas y universidades, sembrando allí la ponzoña roja en las generaciones jóvenes y prostituyendo la cultura, donde masacraron los viejos valores de amor a la patria, lealtad, honradez y, sobre todo, libertad.
El balance del comunismo en el mundo y su hoja de "servicios" son estremecedores. Han asesinado a mas de un centenar de millones de personas y empobrecido y esclavizado a muchos más, convirtiendo en tristes a los pueblos alegres y en cárceles las naciones dominadas. El comunismo apesta a sangre y a terror y ha demostrado ser la antítesis del bien común, del amor, de las religiones, de la trascendencia, de la excelencia y de los grandes valores atesorados por la Humanidad.
Nunca es tarde para celebrar el juicio de Núremberg que necesitamos para condenar y erradicar el comunismo del planeta. Hay que celebrarlo pronto, si queremos sobrevivir a la invasión de los tiranos, que ya han clavado sus garras en algunos países y llenado de putrefacción a muchas instituciones y gobiernos del planeta, entre ellos España, gran objetivo a conquistar por el comunismo y sus servidores, que no perdonan que la España sana les derrotara en 1939.
Francisco Rubiales