Aunque la mayoría de las falsas democracias occidentales estén condenando el "golpe" contra Zelaya en Honduras, la verdad es que las instituciones hondureñas han dado un ejemplo mundial de solvencia democrática al parar los pies a un aspirante a tirano que pretendía pasarse, con armas y bagajes, al hampa golpista y totalitaria que financia el gorila rojo venezolano Chaves y que dirigen, desde las sombras, los cubanos hermanos Castro.
Las instituciones hondureñas, desde el Tribunal Supremo al poder legislativo, han tenido una actuación impecable, pero han cometido el error de permitir la intervención del Ejército, lo que ha confundido a muchos y proporcionado a los falsos demócratas del mundo la excusa que necesitaban para condenar la expulsión del poder de Zelaya, a pesar de que su referendum escondía un auténtico golpe contra la soberanía popular y la democracia hondureña, teledirigido por la camarilla neototalitaria latinoamericana de los Castro, Hugo Chavez, Evo Morales, Rafael Correa y Daniel Ortega.
Impecable actuación del Tribunal Supremo de Honduras al evitar la violación de la legalidad y la soberanía mediante la agresión al articulado de su Constitución, como impecable ha sido también la posterior actuación del Parlamento, deponiendo al Presidente Zelaya, antes de que pudiera perpetrar su atentado contra la nación y el Estado.
El referendum de Zelaya era una treta amañada destinada a desmedejar la democracia y a colocar a Honduras en el bando neototalitario. Pero los controles democráticos han funcionado y se han impedido el atentado y la posterior llegada a Honduras de una auténtica invasión de "asesores" cubanos, nicaragüenses y venezolanos, ya preparada, jugada con la que culminaría la liquidación de la democracia y su sustitución por una tiranía sátrapa inspirada en las tristes y antipopulares experiencias cubana y venezolana.
Los políticos de todo el mundo han antepuesto su corporativismo y se han puesto del lado de Zelaya, a pesar de que éste violó la Constitución y de que los poderes legislativo y judicial se alzaron contra el presidente en defensa de la legalidad. La actitud de los políticos ha sido vergonzosa y está motivada únicamente por el miedo visceral que sienten ante las fuerzas armadas y a perder sus privilegios.
La verdad, para los verdaderos demócratas del mundo es que lo ocurrido en Honduras, donde no se han producido víctimas, constituye un ejemplo que debería avergonzar a las falsas democracias de Europa y América, donde proliferan las violaciones a los derechos ciudadanos y constitucionales y se procede cada día, desde el poder y clandestinamente, a sustituir la democracia por sucias oligocracias de partidos en las que el ciudadano, soberano de la democracia, queda suplantado por una "casta" de políticos profesionales que relega el bien común a un segundo plano y coloca en la cúspide de su política vicios tan antidemocráticos como el despilfarro, los privilegios, la manipulación de la información y el control del pensamiento y de todos los resortes del poder, sin respetar ni uno sólo de los controles cívicos e institucionales que establece la democracia.
El depuesto presidente Zelaya llegó al poder como candidato de uno de los partidos más conservadores hondureños, con un programa democrático que, posteriormente, ya en el poder, ha traicionado, estafando a sus votantes. No hace mucho que sucumbió a la tentación de los neotiranos y decidió demoler la estructura del Estado depublicano hondureño para sustituirlo por un "gorilato" neofascista de nuevo diseño, similar al que tiene postrada a Venezuela, apoyado por el dinero de Chavez y por el viejo poder fracasado de los sátrapas Castro Ruz.
Rubén
Las instituciones hondureñas, desde el Tribunal Supremo al poder legislativo, han tenido una actuación impecable, pero han cometido el error de permitir la intervención del Ejército, lo que ha confundido a muchos y proporcionado a los falsos demócratas del mundo la excusa que necesitaban para condenar la expulsión del poder de Zelaya, a pesar de que su referendum escondía un auténtico golpe contra la soberanía popular y la democracia hondureña, teledirigido por la camarilla neototalitaria latinoamericana de los Castro, Hugo Chavez, Evo Morales, Rafael Correa y Daniel Ortega.
Impecable actuación del Tribunal Supremo de Honduras al evitar la violación de la legalidad y la soberanía mediante la agresión al articulado de su Constitución, como impecable ha sido también la posterior actuación del Parlamento, deponiendo al Presidente Zelaya, antes de que pudiera perpetrar su atentado contra la nación y el Estado.
El referendum de Zelaya era una treta amañada destinada a desmedejar la democracia y a colocar a Honduras en el bando neototalitario. Pero los controles democráticos han funcionado y se han impedido el atentado y la posterior llegada a Honduras de una auténtica invasión de "asesores" cubanos, nicaragüenses y venezolanos, ya preparada, jugada con la que culminaría la liquidación de la democracia y su sustitución por una tiranía sátrapa inspirada en las tristes y antipopulares experiencias cubana y venezolana.
Los políticos de todo el mundo han antepuesto su corporativismo y se han puesto del lado de Zelaya, a pesar de que éste violó la Constitución y de que los poderes legislativo y judicial se alzaron contra el presidente en defensa de la legalidad. La actitud de los políticos ha sido vergonzosa y está motivada únicamente por el miedo visceral que sienten ante las fuerzas armadas y a perder sus privilegios.
La verdad, para los verdaderos demócratas del mundo es que lo ocurrido en Honduras, donde no se han producido víctimas, constituye un ejemplo que debería avergonzar a las falsas democracias de Europa y América, donde proliferan las violaciones a los derechos ciudadanos y constitucionales y se procede cada día, desde el poder y clandestinamente, a sustituir la democracia por sucias oligocracias de partidos en las que el ciudadano, soberano de la democracia, queda suplantado por una "casta" de políticos profesionales que relega el bien común a un segundo plano y coloca en la cúspide de su política vicios tan antidemocráticos como el despilfarro, los privilegios, la manipulación de la información y el control del pensamiento y de todos los resortes del poder, sin respetar ni uno sólo de los controles cívicos e institucionales que establece la democracia.
El depuesto presidente Zelaya llegó al poder como candidato de uno de los partidos más conservadores hondureños, con un programa democrático que, posteriormente, ya en el poder, ha traicionado, estafando a sus votantes. No hace mucho que sucumbió a la tentación de los neotiranos y decidió demoler la estructura del Estado depublicano hondureño para sustituirlo por un "gorilato" neofascista de nuevo diseño, similar al que tiene postrada a Venezuela, apoyado por el dinero de Chavez y por el viejo poder fracasado de los sátrapas Castro Ruz.
Rubén