Como casi siempre, un hecho destacado sucedido recientemente en Paraguay, una de las naciones menos densamente pobladas de América latina, ha pasado casi desapercibido para los grandes medios de comunicación: la condena a seis años de prisión impuesta a Luis Angel González Macchi, ex presidente de aquel país durante el cuatrienio 1999-2003.
No ha sido por motivos políticos, no. Lo acaban de condenar por “instigar el desvío de 16 millones de dólares de fondos públicos remitidos a los Estados Unidos para inversiones personales”. O sea, por ser un simple chorizo, en castizo popular.
La operación, realizada a través de dos bancos en quiebra –Unión y Oriental- y la Fundación “Doña Lola de Miño”, dirigida por Judith González, hermana del ex mandatario -¡pero, hombre, qué casualidad!-, también contó con la colaboración de la ex primera dama paraguaya –todo debe quedar en casa–. Susana Galli Romañacho, acusada de enriquecimiento ilícito, y el empresario Reinaldo Domínguez Dibb, condenado por soborno agravado. También, según la sentencia, estaban al tanto del ilícito Saúl González, padre del ex presidente, como alguno de sus hermanos.
Desde luego hubo otros cargos públicos implicados, todos ellos condenados en un primer juicio: el ex director del Banco Central del Paraguay Julio González Ugarte –el “cerebro” de la operación-, el ex superintendente de bancos Carlos Pecci, la ex liquidadora del Banco Oriental Valeria Ortiz de Esteche y el presidente de la Fundación Humanitaria Paraguay -¡como no: ponemos algo de humanitario en el cocktail y barremos con cualquier sospecha!- Juan Rodríguez Leith. También un buen conocido de González Macchi, el asesor financiero Ramón Guillén.
Esta es una decisión inédita, un fallo histórico y el primero de esta naturaleza en los 17 años de vida de la incipiente democracia paraguaya. Lo más importante es que haya sucedido en un país –como tantos otros en el subcontinente- en el que la corrupción y, muy especialmente, la impunidad que favorece a corruptos de todo tipo y color parece no tener fin.
El juez Gustavo Amarilla fue explícito al leer la sentencia: “la contundencia de las pruebas que incriminan al ex mandatario González Macchi es tal que no creemos que no haya tenido conocimiento del ilícito; es imposible”.
Mientras tanto, el abogado y hermano del ex presidente, José Ignacio González Macchi, ha declarado que apelarán esta condena, “ya que tener conocimiento no es un elemento de instigación”.
La Justicia, una vez más, tendrá la palabra definitiva, aunque Luis Angel González Macchi, del Partido Colorado, ya sabe que algo está cambiando en “su querido Paraguay” y que en el penal de Tacumbú lo esperan para que se convierta en uno de sus más distinguidos residentes.
eduardo caldarola de bello
No ha sido por motivos políticos, no. Lo acaban de condenar por “instigar el desvío de 16 millones de dólares de fondos públicos remitidos a los Estados Unidos para inversiones personales”. O sea, por ser un simple chorizo, en castizo popular.
La operación, realizada a través de dos bancos en quiebra –Unión y Oriental- y la Fundación “Doña Lola de Miño”, dirigida por Judith González, hermana del ex mandatario -¡pero, hombre, qué casualidad!-, también contó con la colaboración de la ex primera dama paraguaya –todo debe quedar en casa–. Susana Galli Romañacho, acusada de enriquecimiento ilícito, y el empresario Reinaldo Domínguez Dibb, condenado por soborno agravado. También, según la sentencia, estaban al tanto del ilícito Saúl González, padre del ex presidente, como alguno de sus hermanos.
Desde luego hubo otros cargos públicos implicados, todos ellos condenados en un primer juicio: el ex director del Banco Central del Paraguay Julio González Ugarte –el “cerebro” de la operación-, el ex superintendente de bancos Carlos Pecci, la ex liquidadora del Banco Oriental Valeria Ortiz de Esteche y el presidente de la Fundación Humanitaria Paraguay -¡como no: ponemos algo de humanitario en el cocktail y barremos con cualquier sospecha!- Juan Rodríguez Leith. También un buen conocido de González Macchi, el asesor financiero Ramón Guillén.
Esta es una decisión inédita, un fallo histórico y el primero de esta naturaleza en los 17 años de vida de la incipiente democracia paraguaya. Lo más importante es que haya sucedido en un país –como tantos otros en el subcontinente- en el que la corrupción y, muy especialmente, la impunidad que favorece a corruptos de todo tipo y color parece no tener fin.
El juez Gustavo Amarilla fue explícito al leer la sentencia: “la contundencia de las pruebas que incriminan al ex mandatario González Macchi es tal que no creemos que no haya tenido conocimiento del ilícito; es imposible”.
Mientras tanto, el abogado y hermano del ex presidente, José Ignacio González Macchi, ha declarado que apelarán esta condena, “ya que tener conocimiento no es un elemento de instigación”.
La Justicia, una vez más, tendrá la palabra definitiva, aunque Luis Angel González Macchi, del Partido Colorado, ya sabe que algo está cambiando en “su querido Paraguay” y que en el penal de Tacumbú lo esperan para que se convierta en uno de sus más distinguidos residentes.
eduardo caldarola de bello