El periodismo mentiroso al servicio del poder merece desprecio y condena
Los médicos y el personal sanitario han pagado un alto precio en su lucha contra la pandemia y muchos han caído en la infección y la muerte en esa lucha por salvarnos la vida. Sin duda merecen gratitud y reconocimiento, como también la merecen aquellos periodistas libres que quedan para defendernos de las venenosas y letales mentiras del poder. En la lucha contra el maldito virus ya se ve la victoria, gracias a las vacunas, pero en la lucha contra la mentira todo es oscuridad y miedo porque los políticos y sus amos oscuros no cesan de utilizar el engaño, la estafa y la manipulación para conducir al la raza humana hasta la esclavitud sometida al Estado.
Se levantan de la cama, se sienten inspirados, escriben un post y lo cuelgan en la red. Es el típico comportamiento del blogger (blogueros) y del activista de las redes sociales, un periodista o cronista amateur moderno, generalmente urbano, osado y creativo, que combina su inteligencia personal con la infinita libertad y la eficacia de Internet para hacer llegar al mundo sus pensamientos, investigaciones, ideas y sueños.
Gracias a su trabajo heroico, la libertad sigue teniendo protagonismo, a pesar de que desde la cúspide del poder se apuesta a diario de manera corrupta, con toneladas de dinero procedente de los impuestos, por la mentira, el engaño y la más burda y anticonstitucional manipulación de las mentes.
Aunque parezca increíble, la revolución de las redes sociales está sólo en su comienzo y esos millones de heroicos periodistas amateurs que ya existen, veraces y valientes, a los que la libertad y la civilización deben muncho, son apenas el 20 por ciento de los que existirán dentro de diez años, cuando quizás ya hayan logrado, con su tesón y entrega, derrotar las mentiras del poder y mejorar el podrido mundo que nos han construido los políticos.
Cada minuto nace un nuevo bloguero, tuitero o activista de las redes, que suma su esfuerzo a la revolución. Todavía son pocos, pero ya han batido records y cubierto metas sorprendentes: han hecho temblar al poder corrupto, cuyas mentiras han quedado al descubierto, han puesto en ridículo al viejo periodismo y lo han obligado a renovarse, han aportado más investigación periodística que toda la prensa mundial junta, han destapado escándalos, acosado a los corruptos y tumbado a políticos y grandes empresarios, están cambiando la estrategia de los partidos y el comportamiento de los líderes políticos, han obligado a los criminales y mafiosos a ser más cautos, han demostrado una desconocida eficacia a la hora de recaudar fondos, crear campañas y generar corrientes de opinión, y han convertido la información y la opinión, que antes eran productos para las élites, en comida diaria para gran parte de la Humanidad.
La gente más decente del planeta lee hoy a los periodistas libres que trabajan en pijama con más fe y deleite que a muchos periodistas ricos y famosos que trabajan en los grandes medios, muchos de los cuales han dejado de ser fiables porque el poder los ha corrompido y comprado.
Por fortuna, existen grandes medios de prensa tradicionales, de gran prestigio, que todavía resisten y cuidan la libertad, lo que constituye una gran esperanza para la civilización.
Los periodistas libres que descubren y propagan la verdad en un mundo de mentiras oficiales son grandes creadores de información, algunas inservibles, pero muchas llenas de una verdad atractiva, imaginación y frescura, que son ansiadas tanto por los medios tradicionales como por los servicios de inteligencia. Los blogueros y periodistas amateur que triunfan suelen ser rápidos, divertidos, imaginativos y osados, hasta el punto que leer sus informaciones resulta más atractivo que leer las páginas de un diario tradicional.
En Estados Unidos, país líder en esta revolución, los periodistas más famosos se han visto obligados a abrir su blog y los grandes diarios fichan a los blogueros y tuiteros estrellas y rediseñan los contenidos de sus vetustas páginas para dar cobijo a ese aire nuevo que refresca y crea músculo informativo. Los políticos diseñan ya sus estrategias de comunicación teniendo en cuenta la fuerza de Internet y las necesidades del periodismo amateur, al que han aprendido a temer.
En apariencia, la lucha del periodista libre contra el inmenso poder de los gobiernos es desigual, pero quizás vuelva a repetirse la victoria de David contra Goliat.
Las transformaciones que las redes sociales van a imponer en la política apenas han comenzado. El poder, lento, anquilosado y asquerosamente mentiroso, tendrá que reformarse para ser más ágil, atractivo y tal vez hasta veraz. Si no lo hace, tiene perdida la batalla de la información frente a los periodistas libres, a los que el pueblo quiere y valora cada día más.
Algunos tuiteros y blogueros influyen mas que los grandes columnistas. En algunos blogs, entre ellos el español Voto en Blanco, por ejemplo, hay artículos publicados que se acercan a los dos millones de lectores, más que los lectores de toda la prensa escrita de la nación.
Pero no todo es positivo en las redes, donde se han infiltrado los partidos políticos y en la que los gobiernos intervienen con bajeza pagando a trolls demoledores que crean bulos y pretenden desprestigiar todo el mundo de internet.
El año 2021 va a ser crucial en esa batalla eterna entre la verdad que el pueblo ansía y a la que tiene derecho y las mentiras que emanan del poder, tan letales como el veneno de una víbora.
Lo que nadie duda es que el periodismo libre es un gran recurso al servicio de la libertad y la democracia, porque lleva los problemas hasta el ciudadano, sensibiliza, informa e introduce la política en los hogares y en la vida cotidiana. Sin duda, ese periodismo veraz es el mayor freno y la peor pesadilla para los que quieren convertir el mundo en un campo de concentración lleno de esclavos al servicio del Estado.
Varias encuestas, entre ellas una de Time Magazine, revela que el 70 por ciento de los ciudadanos del mundo desarrollado no saben con certeza qué son las redes sociales, ni saben utilizarlas para estar informados y ser más libres, pero el 30 por ciento que las utiliza es el sector que posee más riqueza, influencia y poder, lo que convierte al periodismo libre en influyente y en un viento favorable de gran fuerza.
Miles de periodistas consagrados son ávidos lectores de blogs aficionados y de redes sociales, donde se inspiran para escribir o hablar.
Ese periodismo amateur y de pijama ha logrado ya éxitos sorprendentes: ha acercado la política al ciudadano, ha metido el miedo en el cuerpo a los tiranos que propagan mentiras y se ha convertido en una esperanza sólida para los que luchan contra la tiranía, además de haber mejorado la información, agilizándola, acercándola al ciudadano y, sobre todo, haciéndola más libre, combativa y atractiva.
Ese periodismo libre, que es el héroe indiscutible del año 2020, junto con el valioso mundo de los sanitarios, es la bofetada que el poder político corrupto y los periodistas vendidos necesitaban. Sus verdades osadas y brillantes ridiculizan y convierten a políticos corruptos y a periodistas vendidos en momias del pasado, decadentes y enemigas de la Humanidad.
Francisco Rubiales
Se levantan de la cama, se sienten inspirados, escriben un post y lo cuelgan en la red. Es el típico comportamiento del blogger (blogueros) y del activista de las redes sociales, un periodista o cronista amateur moderno, generalmente urbano, osado y creativo, que combina su inteligencia personal con la infinita libertad y la eficacia de Internet para hacer llegar al mundo sus pensamientos, investigaciones, ideas y sueños.
Gracias a su trabajo heroico, la libertad sigue teniendo protagonismo, a pesar de que desde la cúspide del poder se apuesta a diario de manera corrupta, con toneladas de dinero procedente de los impuestos, por la mentira, el engaño y la más burda y anticonstitucional manipulación de las mentes.
Aunque parezca increíble, la revolución de las redes sociales está sólo en su comienzo y esos millones de heroicos periodistas amateurs que ya existen, veraces y valientes, a los que la libertad y la civilización deben muncho, son apenas el 20 por ciento de los que existirán dentro de diez años, cuando quizás ya hayan logrado, con su tesón y entrega, derrotar las mentiras del poder y mejorar el podrido mundo que nos han construido los políticos.
Cada minuto nace un nuevo bloguero, tuitero o activista de las redes, que suma su esfuerzo a la revolución. Todavía son pocos, pero ya han batido records y cubierto metas sorprendentes: han hecho temblar al poder corrupto, cuyas mentiras han quedado al descubierto, han puesto en ridículo al viejo periodismo y lo han obligado a renovarse, han aportado más investigación periodística que toda la prensa mundial junta, han destapado escándalos, acosado a los corruptos y tumbado a políticos y grandes empresarios, están cambiando la estrategia de los partidos y el comportamiento de los líderes políticos, han obligado a los criminales y mafiosos a ser más cautos, han demostrado una desconocida eficacia a la hora de recaudar fondos, crear campañas y generar corrientes de opinión, y han convertido la información y la opinión, que antes eran productos para las élites, en comida diaria para gran parte de la Humanidad.
La gente más decente del planeta lee hoy a los periodistas libres que trabajan en pijama con más fe y deleite que a muchos periodistas ricos y famosos que trabajan en los grandes medios, muchos de los cuales han dejado de ser fiables porque el poder los ha corrompido y comprado.
Por fortuna, existen grandes medios de prensa tradicionales, de gran prestigio, que todavía resisten y cuidan la libertad, lo que constituye una gran esperanza para la civilización.
Los periodistas libres que descubren y propagan la verdad en un mundo de mentiras oficiales son grandes creadores de información, algunas inservibles, pero muchas llenas de una verdad atractiva, imaginación y frescura, que son ansiadas tanto por los medios tradicionales como por los servicios de inteligencia. Los blogueros y periodistas amateur que triunfan suelen ser rápidos, divertidos, imaginativos y osados, hasta el punto que leer sus informaciones resulta más atractivo que leer las páginas de un diario tradicional.
En Estados Unidos, país líder en esta revolución, los periodistas más famosos se han visto obligados a abrir su blog y los grandes diarios fichan a los blogueros y tuiteros estrellas y rediseñan los contenidos de sus vetustas páginas para dar cobijo a ese aire nuevo que refresca y crea músculo informativo. Los políticos diseñan ya sus estrategias de comunicación teniendo en cuenta la fuerza de Internet y las necesidades del periodismo amateur, al que han aprendido a temer.
En apariencia, la lucha del periodista libre contra el inmenso poder de los gobiernos es desigual, pero quizás vuelva a repetirse la victoria de David contra Goliat.
Las transformaciones que las redes sociales van a imponer en la política apenas han comenzado. El poder, lento, anquilosado y asquerosamente mentiroso, tendrá que reformarse para ser más ágil, atractivo y tal vez hasta veraz. Si no lo hace, tiene perdida la batalla de la información frente a los periodistas libres, a los que el pueblo quiere y valora cada día más.
Algunos tuiteros y blogueros influyen mas que los grandes columnistas. En algunos blogs, entre ellos el español Voto en Blanco, por ejemplo, hay artículos publicados que se acercan a los dos millones de lectores, más que los lectores de toda la prensa escrita de la nación.
Pero no todo es positivo en las redes, donde se han infiltrado los partidos políticos y en la que los gobiernos intervienen con bajeza pagando a trolls demoledores que crean bulos y pretenden desprestigiar todo el mundo de internet.
El año 2021 va a ser crucial en esa batalla eterna entre la verdad que el pueblo ansía y a la que tiene derecho y las mentiras que emanan del poder, tan letales como el veneno de una víbora.
Lo que nadie duda es que el periodismo libre es un gran recurso al servicio de la libertad y la democracia, porque lleva los problemas hasta el ciudadano, sensibiliza, informa e introduce la política en los hogares y en la vida cotidiana. Sin duda, ese periodismo veraz es el mayor freno y la peor pesadilla para los que quieren convertir el mundo en un campo de concentración lleno de esclavos al servicio del Estado.
Varias encuestas, entre ellas una de Time Magazine, revela que el 70 por ciento de los ciudadanos del mundo desarrollado no saben con certeza qué son las redes sociales, ni saben utilizarlas para estar informados y ser más libres, pero el 30 por ciento que las utiliza es el sector que posee más riqueza, influencia y poder, lo que convierte al periodismo libre en influyente y en un viento favorable de gran fuerza.
Miles de periodistas consagrados son ávidos lectores de blogs aficionados y de redes sociales, donde se inspiran para escribir o hablar.
Ese periodismo amateur y de pijama ha logrado ya éxitos sorprendentes: ha acercado la política al ciudadano, ha metido el miedo en el cuerpo a los tiranos que propagan mentiras y se ha convertido en una esperanza sólida para los que luchan contra la tiranía, además de haber mejorado la información, agilizándola, acercándola al ciudadano y, sobre todo, haciéndola más libre, combativa y atractiva.
Ese periodismo libre, que es el héroe indiscutible del año 2020, junto con el valioso mundo de los sanitarios, es la bofetada que el poder político corrupto y los periodistas vendidos necesitaban. Sus verdades osadas y brillantes ridiculizan y convierten a políticos corruptos y a periodistas vendidos en momias del pasado, decadentes y enemigas de la Humanidad.
Francisco Rubiales