El periodista y escritor italiano Christian Rocca, uno de los observadores y analistas de la realidad americana más sagaces y lúcidos, en un estupendo artículo titulado "George W. Obama", publicado en "Il Foglio", destaca la sorpresa mundial que representa el hecho de que el nuevo presidente de los Estados Unidos se parezca cada día más al ya retirado George W. Bush.
El Obama del cambio, la esperanza y el "yes, we can", está desconcertando al mundo por su intenso parecido a Bush. Sus análisis ideológicos, sus últimas medidas y sus movimientos estratégicos en la lucha contra el terrorismo internacional le acercan tanto a la política del último presidente que su administración se parace demasiado a un "tercer mandato" de Bush.
Esa es la tesis que defiende el periodista y escritor italiano Christian Rocca en su artículo "George W. Obama", publicado el día 24 de febrero en "Il Foglio".
Rocca, autor también del magnífico libro "Cambiare Regime", en el que analiza el incomprensible apoyo de la izquierda mundial a 45 dictadores modernos y pone en duda la fe de esa izquierda en la democracia, piensa que Obama está siguiendo la senda de Bush de manera tan fervorosa que en algunos aspectos incluso llega a superar las tesis del duro binomio Bush-Cheney, como ha ocurrido con el asunto Guantánamo, sobre el que Obama dice ahora que los presos de esa base americana son tratados bien, "en línea con los requerimientos de la Convención de Ginebra".
El equipo de Obama, una vez concluida aquella campaña electoral cargada de magia y de esperanza de cambio, piensa que Guantánamo no es una vergüenza internacional, ni un gulag donde se tortura, sino una cárcel especial donde se respetan los derechos humanos y se trata "bien" a los presos. Piensan cumplir la promesa electoral de cerrar esa cárcel, pero dejando claro antes que Guantánamo tuvo y tiene sentido dentro de la lucha, implacable y necesaria, contra el terrorismo.
Otra noticia reciente que también refleja el profundo cambio de Obama es la opinión dada por el nuevo Departamento de Justicia a una Corte norteamericana, según el cual, los presos de la cárcel de Bagran, en Afganistán, considerada por los expertos como mucho más dura y represiva que Guantánamo, no poseen derecho legal alguno, ni a apelar al habeas corpus, ni a reclamar una revisión judicial de su estatus.
Hay una tercera noticia, también del último fin de semana de febrero, que refleja igualmente la concordancia de Obama con Bush de la política antiterrorista. Se trata de la decisión de continuar protegiendo como "secreto de Estado" los programas antiterroristas de Bush. En concreto, el viernes 20 de febrero los hombres de Obama depositaron en una corte federal una petición urgente que bloquea una sentencia que obliga a mostrar a los abogados de una fundación islámica las pruebas de que las comunicaciones internas de esa fundación habían sido interceptadas e intervenidas.
Pero todavía hay más. La decisión de Obama de incrementar los ataques con misiles contra Al Queda desde Pakistan ha provocado un comentario del New York Times, el pasado sábado, en el que se dice que "Los ataques son otro signo de que el presidente Obama está siguiendo y, en algunos casos, incrementando, la política de la Administración Bush de utilizar las agencias de espionaje norteamericanas contra los sospechosos de terrorismo en Pakistán".
Según Rocca, estas noticias, publicadas en la portada de todos los grandes diarios norteamericanos, han abierto un intenso debate sobre las razones que han provocado el drástico cambio en la política de Obama y las claves de giro ideológico, político y estratégico dado por el presidente, una vez ocupado el despacho oval.
Ese debate, que promete ser apasionante, está en curso y, seguramente, pondrá de manifiesto que un presidente de los Estados Unidos, sea cual sea el color de su piel o su ideología, tiene como prioridad suprema la defensa de los intereses de su país como primera potencia mundial.
El Obama del cambio, la esperanza y el "yes, we can", está desconcertando al mundo por su intenso parecido a Bush. Sus análisis ideológicos, sus últimas medidas y sus movimientos estratégicos en la lucha contra el terrorismo internacional le acercan tanto a la política del último presidente que su administración se parace demasiado a un "tercer mandato" de Bush.
Esa es la tesis que defiende el periodista y escritor italiano Christian Rocca en su artículo "George W. Obama", publicado el día 24 de febrero en "Il Foglio".
Rocca, autor también del magnífico libro "Cambiare Regime", en el que analiza el incomprensible apoyo de la izquierda mundial a 45 dictadores modernos y pone en duda la fe de esa izquierda en la democracia, piensa que Obama está siguiendo la senda de Bush de manera tan fervorosa que en algunos aspectos incluso llega a superar las tesis del duro binomio Bush-Cheney, como ha ocurrido con el asunto Guantánamo, sobre el que Obama dice ahora que los presos de esa base americana son tratados bien, "en línea con los requerimientos de la Convención de Ginebra".
El equipo de Obama, una vez concluida aquella campaña electoral cargada de magia y de esperanza de cambio, piensa que Guantánamo no es una vergüenza internacional, ni un gulag donde se tortura, sino una cárcel especial donde se respetan los derechos humanos y se trata "bien" a los presos. Piensan cumplir la promesa electoral de cerrar esa cárcel, pero dejando claro antes que Guantánamo tuvo y tiene sentido dentro de la lucha, implacable y necesaria, contra el terrorismo.
Otra noticia reciente que también refleja el profundo cambio de Obama es la opinión dada por el nuevo Departamento de Justicia a una Corte norteamericana, según el cual, los presos de la cárcel de Bagran, en Afganistán, considerada por los expertos como mucho más dura y represiva que Guantánamo, no poseen derecho legal alguno, ni a apelar al habeas corpus, ni a reclamar una revisión judicial de su estatus.
Hay una tercera noticia, también del último fin de semana de febrero, que refleja igualmente la concordancia de Obama con Bush de la política antiterrorista. Se trata de la decisión de continuar protegiendo como "secreto de Estado" los programas antiterroristas de Bush. En concreto, el viernes 20 de febrero los hombres de Obama depositaron en una corte federal una petición urgente que bloquea una sentencia que obliga a mostrar a los abogados de una fundación islámica las pruebas de que las comunicaciones internas de esa fundación habían sido interceptadas e intervenidas.
Pero todavía hay más. La decisión de Obama de incrementar los ataques con misiles contra Al Queda desde Pakistan ha provocado un comentario del New York Times, el pasado sábado, en el que se dice que "Los ataques son otro signo de que el presidente Obama está siguiendo y, en algunos casos, incrementando, la política de la Administración Bush de utilizar las agencias de espionaje norteamericanas contra los sospechosos de terrorismo en Pakistán".
Según Rocca, estas noticias, publicadas en la portada de todos los grandes diarios norteamericanos, han abierto un intenso debate sobre las razones que han provocado el drástico cambio en la política de Obama y las claves de giro ideológico, político y estratégico dado por el presidente, una vez ocupado el despacho oval.
Ese debate, que promete ser apasionante, está en curso y, seguramente, pondrá de manifiesto que un presidente de los Estados Unidos, sea cual sea el color de su piel o su ideología, tiene como prioridad suprema la defensa de los intereses de su país como primera potencia mundial.