A juzgar por la manera como emplea el dinero público, Artur Mas, presidente de la Generatat de Cataluña y líder de Convergencia y Unió, el partido gobernante, no sólo es el campeón de los recortes en todo el territorio español, sino también de la arbitrariedad política y la injusticia. Mientras mantiene sus "embajadas" en el exterior y sigue gastando a manos llenas en la imposición lingüistica y en el cine subvencionado en lengua catalana, por cierto de pésima calidad artística, derrocha en propaganda, otorga subvenciones a los medios de comunicación afines y gasta en taxis más que cualquier otra autonomía española, hace recaer sobre el pueblo todo el peso de la crisis, eliminando pagas extraordinarias, aumentando los impuestos de manera salvaje, elevando el precio del agua y de los combustibles, de las matrículas universitarias e instaurando un no menos injusto "copago" en la sanidad catalana que justifica recurriendo al victimismo y culpando, como siempre, a Madrid de todas las desgracias.
No existe en toda España un gobierno regional más insolidario, arbitrario e injusto que el catalán, una tierra donde la economía se deteriora a gran ritmo por culpa de la crisis y del despilfarro y de la mala gestión de sus gobernantes, mientras que desciende constantemente la calidad de los servicios públicos. También resulta difícil encontrar en Europa un país o región peor gobernado que Cataluña y más regido por el capricho la arbitrariedad y la decadencia.
Si no existiera la estafa-excusa eterna nacionalista del victimismo, según la cual España y Madrid siempre son culpables de todos los males catalanes, esa región. poblada antaño por gente sensata, ponderada y emprendedora, se habría rebelado ya contra sus sátrapas. Los gobernantes catalanes se han ganado a pulso el rechazo de los españoles y ese rechazo, temerariamente, incide negativamente en la imagen y el consumo de los productos catalanes y en la economía.
La última arbitrariedad en la loca carrera catalana ha sido un contrato del gobierno, otorgado a dedo, de 70.800 euros en taxis para la Generalitat. Poco antes se ha sabido que el gobierno otorgó una subvención al grupo Godó-La Vanguardia, una cifra que confirma el inquietante dato de que ningún otro gobierno regional español gasta tanto en subvenciones mediáticas como el catalán.
Albert Rivera, líder de Ciudadanos y una de las pocas personas decentes que hay en la fauna política catalana, ha puesto el dedo en la llaga al argumentar con razón y verdad irrefutables que castigar a los ciudadanos con más impuestos y recortes sin suprimir primero las oficinas de los ex presidentes Jordi Pujol, Pascual Maragall y Josep Montilla, lujosas, incosteables en tiempo de crisis y sufragadas por el presupuesto catalán, es una indecencia.
La oposición acusa a Mas de anunciar los recortes después de las elecciones, un verdadero engaño a los ciudadanos que no es exclusivo de Cataluña y que, por desgracia, es práctica habitual en todos los ámbito de la sucia y degradada política española.
No existe en toda España un gobierno regional más insolidario, arbitrario e injusto que el catalán, una tierra donde la economía se deteriora a gran ritmo por culpa de la crisis y del despilfarro y de la mala gestión de sus gobernantes, mientras que desciende constantemente la calidad de los servicios públicos. También resulta difícil encontrar en Europa un país o región peor gobernado que Cataluña y más regido por el capricho la arbitrariedad y la decadencia.
Si no existiera la estafa-excusa eterna nacionalista del victimismo, según la cual España y Madrid siempre son culpables de todos los males catalanes, esa región. poblada antaño por gente sensata, ponderada y emprendedora, se habría rebelado ya contra sus sátrapas. Los gobernantes catalanes se han ganado a pulso el rechazo de los españoles y ese rechazo, temerariamente, incide negativamente en la imagen y el consumo de los productos catalanes y en la economía.
La última arbitrariedad en la loca carrera catalana ha sido un contrato del gobierno, otorgado a dedo, de 70.800 euros en taxis para la Generalitat. Poco antes se ha sabido que el gobierno otorgó una subvención al grupo Godó-La Vanguardia, una cifra que confirma el inquietante dato de que ningún otro gobierno regional español gasta tanto en subvenciones mediáticas como el catalán.
Albert Rivera, líder de Ciudadanos y una de las pocas personas decentes que hay en la fauna política catalana, ha puesto el dedo en la llaga al argumentar con razón y verdad irrefutables que castigar a los ciudadanos con más impuestos y recortes sin suprimir primero las oficinas de los ex presidentes Jordi Pujol, Pascual Maragall y Josep Montilla, lujosas, incosteables en tiempo de crisis y sufragadas por el presupuesto catalán, es una indecencia.
La oposición acusa a Mas de anunciar los recortes después de las elecciones, un verdadero engaño a los ciudadanos que no es exclusivo de Cataluña y que, por desgracia, es práctica habitual en todos los ámbito de la sucia y degradada política española.