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Ganar las elecciones comprando votos y violando la democracia



Hace pocos días tuve una interesante conversación con un ex dirigente socialista andaluz que me abrió la mente y me hizo reconocer verdades que reconozco que había minusvalorado. Yo creía que un gobierno como el de Pedro Sánchez, harto de hacer daño, de ganarse enemigos y de destrozar nuestra España, sólo podría ganar las próximas elecciones haciendo trampa, mediante el fraude electoral, pero mi interlocutor me convenció de que ese recurso es demasiado arriesgado y que Pedro Sánchez ni siquiera pretende utilizarlo para permanecer en la Moncloa, salvo en algunos colegios poco vigilados. A él le basta con "comprar votos", que en España están muy baratos.

En un momento de la conversación le dije que "comprar votos es un delito tipificado", pero su respuesta, descarada y típica de tiranías, fue: "Eso es indemostrable y la Justicia nunca se atrevería ni siquiera a plantearlo".
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Un caso denunciado y probado, pero hay decenas de miles de compras de votos ocultas
El sanchismo está comprando votos masivamente, disfrazando esa compra como "ayuda" a los más necesitados. También lo hacen los miembros de Podemos, sobre todo Yolanda Díaz e Irene Montero, a las que Sánchez entrega fondos más que suficiente para compras masivas.

Sánchez y sus estrategas están convencidos, al igual que toda la izquierda que le acompaña en el gobierno, de que podrán ganar las próximas elecciones comprando votos, sin tener que recurrir masivamente al fraude.

Es infamante considerar que el voto, en España, se compra con unos euros, pero es cierto que España es barata porque millones de ciudadanos están tan hipnotizados por la incultura, la mentira y la manipulación televisiva que son muy fáciles de engañar. Con una pequeña inversión se obtienen lealtades que en otros países resultarían imposibles o sumamente costosas.

En el pasado se ofrecía bocata y refresco a los que iban a los mítines y hasta hubo políticos que regalaban relojes baratos. Hoy tienen métodos más sofisticados y eficaces, entre ellos acoger a los votantes primerizos con 400 euros por cabeza para "gastos culturales".

La compra de votos de la izquierda tiene tres ámbitos prioritarios: los jóvenes, los inmigrantes y los colectivos afines, como los feministas, los LGTBI y los numerosos chiringuitos culturales.

El gobierno concedió ayer 250 euros para salir de la casa paterna -o materna- y hoy 400 para pasarlo bien en el cine, financiando botellonas o, en el mejor de los casos, comprando libros y videojuegos.

A los inmigrantes los compra tratándolos mejor que a muchos españoles, con sueldos y ventajas.

A los chiringuitos feministas, LGTBI y del marxismo cultural los riega con dinero abundante y con puestos de trabajo que garantizan al gobierno cientos de miles de lealtades compradas con el dinero que se saquea al ciudadano a través de los impuestos más injustos y confiscatorios de Europa.

Es una verdad incuestionable que el socialismo en España se mantiene en el poder gracias a la compra de votos ¿Cómo puede ganar unas elecciones un partido que deja un reguero de parados tan inmenso? ¿Cómo puede ganar unas elecciones un partido que deja al país con las arcas vacías? La respuesta es muy sencilla: Una parte importante del electorado, perfectamente identificada por los técnicos y estrategas, se ve favorecido por el gobierno con el dinero de todos.

Saben que una parte importante de la población no les va a votar, precisamente la parte más culta, consciente y cumplidora, la que trabaja, produce y saca adelante el país. Por eso, todo su empeño se concentra en favorecer a la parte que, a cambio de ayudas, les entregará el voto, que es la menos productiva, la adicta al parasitismo, a los que son conscientes de que sólo la política les permite vivir a cuerpo de rey, sin tener que competir en los mercados ni demostrar nada más que sumisión al poder.

El panorama impuesto por el sanchismo envilece la nación y divide a España en dos bandos, que ya no son la derecha y la izquierda, sino los que producen y los parásitos.

La consecuencia es que España está en manos de improductivos y de una política que conduce directamente a la ruina, la que no hace otra cosa que pedir dinero prestado, saquear a los que trabajan y hacer cada día más profundo el agujero del déficit, que ya está en niveles estremecedores.

Poco a poco, el sanchismo arrincona a sus adversarios, que son los que producen, estudian duro, son buenos profesionales, crean riqueza y pagan impuestos, en una bolsa rodeada de parásitos, corruptos y vividores habituados a ordeñar sistemáticamente al Estado.

Es duro decirlo, pero es la pura verdad: permanecer en el poder empleando la recaudación de impuestos en mantener el monstruo administrativo que han creado no tiene otro final mas que el caos.

Para alimentar el monstruo parásito, la democracia ha tenido que ser prostituida, han tenido que eliminarse los interventores y dinamitarse los controles que la democracia posee para controlar el poder del gobierno y someterlo al bien común. La España de Sánchez es un país que avanza hacia la bancarrota y el caos, guiado por personas mediocres pero llenas de ambición y vicios.

Pura tiranía.

Francisco Rubiales

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Viernes, 7 de Enero 2022
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