Información y Opinión

GRAVEDAD DE LA CRISIS





Zapatero y su Gobierno se empecinan hasta el tedio en rehuir la existencia de la crisis, como aquel que, por no nombrarlo, se creía que iba a librarse del fantasma que tenía en su casa. Se destruye el empleo, caen las ventas, suben a diario los precios, las hipotecas nos ahogan, el déficit aumenta, el superavit desaparece, peligra el seguro de paro y la viabilidad de las pensiones, la afiliación a la Seguridad Social sigue descendiendo,.… y, aquí, no hay crisis ni recesión; el problema está en las bombillas incandescentes y en engordar a las eléctricas.

El presidente, sólo, ha admitido que la economía atraviesa un momento “complicado”. Es por lo que parchea, aplica recetas tímidas e insuficientes, desoye los consejos y voces de los expertos y no contiene la inflación ni remedia la crisis. Cierto que el petróleo se ha disparado, pero su obligación es acudir y solventar la situación interna, no negar la evidencia. Todos los grupos parlamentarios, incluidos sus amiguetes, achacándole la ocultación: “Ha engañado usted a los españoles”, le han recriminado la pasividad tozuda y ofrecido soluciones.

ZP se ha visto aislado y solo, ha bebido del mismo frasco que le administró a su Contrario y, en el mismo surco, ha dejado enterrada toda su credibilidad para combatir y arreglar el entuerto económico que lo ciega y desborda. Se afirma en su política social, para proteger a los más débiles, pero poco va resolver con los cuatrocientos euros fraccionados, que destina tanto al mileurista como al millonario. Por ese camino, quedará, atrapado en sus propias contradicciones, pues, según le recriminó Rajoy, sus reformas estructurales y todas sus previsiones económicas son y han sido equivocadas.

Un Presidente del Gobierno no debe, por motivos electorales ni por ningún otro, callar y ocultar la verdad, ni tapar e infravalorar la gravedad de la crisis que sufre este resignado pueblo. Este dificilísimo trance no se salva con la defensa de ideas y conceptos ya rancios y carcomidos; las prescripciones económicas no están al arbitrio de quien las maneja, no tienen color ni partido político, sólo importa que sean las adecuadas y que realmente funcionen y devuelvan el bienestar a los ciudadanos que la soportan y no alcanzan a comer el mes entero. Esta realidad no sabe de discursos parlamentarios ni de acusaciones de catastrofismo. La vida española, sumida en ese aluvión de datos negativos, que cada día la atenazan, muestra con toda contundencia la envergadura de esta crisis. La caída de numerosas empresas y negocios evidencian los pronósticos de la OCDE: “España será, el año próximo, el país con mayor tasa de paro del mundo industrializado; la tasa de desempleo desbancará incluso a Turquía”.

En este panorama, ZP no se puede atribuir la capitanía y amparo de los sectores postrados, pregúntese a los jóvenes, jubilados y despedidos sin trabajo y sin medios suficientes para subsistir en esta escalada agobiante. Las deficiencias específicas del sistema económico español agravan penosamente los zarpazos del petróleo y de las restricciones crediticias; el preocupante deterioro de la economía exige una necesaria clarificación y un tratamiento efectivo y urgente. No fajarse contra la crisis y soslayar deberes y responsabilidades es un gravísimo yerro, que conduce a la ruina y catástrofe.



C. Valverde Mudarra


   
Viernes, 4 de Julio 2008
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