Iraq era un gran diamante en bruto a disposición del imperio del civismo y de la gran cultura occidental. Un enorme valor que ya nunca soñaremos con volver a tener. No solo era un aliado fuerte, temido y respetado por los fanáticos de su alrededor, sino que era un referente para los no fanáticos, de ese entorno, dispuestos a no secundar a los que entregaban su vida a la oscuridad del odio y la sangre.
Bush ha destruido ese gran y necesario recurso. Bush ha destruido la propiedad de invencible que se le presuponía a sus ejércitos. Ha permitido que la mayor potencia bélica del mundo haya hecho el mas bochornoso ridículo frente a un puñado de parias hambrientos, desarmados y debilitados por la hambruna de once años de embargo inútil y criminal. Pero lo peor de todo es haber conseguido la reidentificación espiritual del mundo musulmán, como civilización una vez más agredida sin piedad en su propia casa, y que les puede llevar a hacer frente común contra Occidente. Contra un Occidente que ya no ven como referente cívico, ni gran cultura. Que ya lo ven como una vulgar caterva de piratas crueles y primitivos, como ellos mismos.
Bush ha destruido a Iraq y con él ha destruido el respeto y la confianza que el mundo profesaba a EE.UU, desprestigiándolo en su actitud inepta, nunca a la altura de la gran nación que representa, muy inferior a la civilización que lidera. Ha envalentonado a los radicales terroristas musulmanes que ahora saben que los Estados Unidos pueden ser derrotados. Creen saber que los pueden vencer. Que son grandes y fuertes pero inútiles. Ha perdido la confianza de sus aliados naturales por descubrir debilidad e inepcia, donde apostaron las garantías de seguridad y el liderato de nuestra civilización. Sin olvidar que también Saddam era aliado. Que también Bin Laden era aliado. Que también lo fueron Pinochet, Videla, Somoza, Noriega...
Todo por satisfacer a Israel y dar por hecho que la toma y apropiación de Iraq iba a ser un mero trámite que pagaría el propio Iraq con su codiciado botín de su subsuelo.
Cada minuto que Bush esté en la Casa Blanca aumentará la velocidad del proceso de decadencia occidental. Evitar que se convierta en irreversible, a medio plazo, será tarea de un monstruo de la diplomacia y del ajedrez, que juegue a ganar usando absolutamente todas sus fichas, sin entregar ni una sola, ante el macabro y dramático fracaso de la fuerza. No será tarea fácil conformar a los enemigos pero tampoco será la de recuperar a algunos de sus "amigos", los que, como occidentales y afectados, deberían presentar sus protestas y quejas, al senado y al congreso USA, por la continuidad de este individuo al frente de sus destinos.
El Senado y el congreso USA, le deberían hacer el favor de dimitirlo, conservando la dignidad de no ser expulsado como el mayor enemigo de EE.UU desde Jerónimo.
Clandestino
Bush ha destruido ese gran y necesario recurso. Bush ha destruido la propiedad de invencible que se le presuponía a sus ejércitos. Ha permitido que la mayor potencia bélica del mundo haya hecho el mas bochornoso ridículo frente a un puñado de parias hambrientos, desarmados y debilitados por la hambruna de once años de embargo inútil y criminal. Pero lo peor de todo es haber conseguido la reidentificación espiritual del mundo musulmán, como civilización una vez más agredida sin piedad en su propia casa, y que les puede llevar a hacer frente común contra Occidente. Contra un Occidente que ya no ven como referente cívico, ni gran cultura. Que ya lo ven como una vulgar caterva de piratas crueles y primitivos, como ellos mismos.
Bush ha destruido a Iraq y con él ha destruido el respeto y la confianza que el mundo profesaba a EE.UU, desprestigiándolo en su actitud inepta, nunca a la altura de la gran nación que representa, muy inferior a la civilización que lidera. Ha envalentonado a los radicales terroristas musulmanes que ahora saben que los Estados Unidos pueden ser derrotados. Creen saber que los pueden vencer. Que son grandes y fuertes pero inútiles. Ha perdido la confianza de sus aliados naturales por descubrir debilidad e inepcia, donde apostaron las garantías de seguridad y el liderato de nuestra civilización. Sin olvidar que también Saddam era aliado. Que también Bin Laden era aliado. Que también lo fueron Pinochet, Videla, Somoza, Noriega...
Todo por satisfacer a Israel y dar por hecho que la toma y apropiación de Iraq iba a ser un mero trámite que pagaría el propio Iraq con su codiciado botín de su subsuelo.
Cada minuto que Bush esté en la Casa Blanca aumentará la velocidad del proceso de decadencia occidental. Evitar que se convierta en irreversible, a medio plazo, será tarea de un monstruo de la diplomacia y del ajedrez, que juegue a ganar usando absolutamente todas sus fichas, sin entregar ni una sola, ante el macabro y dramático fracaso de la fuerza. No será tarea fácil conformar a los enemigos pero tampoco será la de recuperar a algunos de sus "amigos", los que, como occidentales y afectados, deberían presentar sus protestas y quejas, al senado y al congreso USA, por la continuidad de este individuo al frente de sus destinos.
El Senado y el congreso USA, le deberían hacer el favor de dimitirlo, conservando la dignidad de no ser expulsado como el mayor enemigo de EE.UU desde Jerónimo.
Clandestino