Los árbitros han ayudado descaradamente al Barcelona durante la presente temporada y ayer lo hicieron con una desfachatez tercermundista al conceder un gol marcado por el argentino Messi con la mano y al pitar un penalty en contra del Real Madrid, el gran rival, pero el esfuerzo derrotó a la villanía y tal vez el Barcelona no gane la liga española del 2007.
El Campeonato Español de Liga 2006-07 ha demostrado que la justicia deportiva funciona en España todavía peor que la ordinaria, lo que ya constituye un record. Pese a ello, a veces, el esfuerzo tuerce la villanía y frustra las conspiraciones. A falta de una jornada, el Real Madrid se perfila como ganador y el Barcelona, el equipo del "Régimen" de Zapatero, la perderá, seguramente, salvo que las sorpresas y arbitrariedades alcancen su cénit en la última jornada.
El fútbol español es hoy un claro reflejo de la descomposición que también afecta a la política y a la sociedad. La misma corrupción y trifulca que ha invidido la vida política, es dueña de los campos de fútbol, donde se ven equipos protegidos, como el Barcelona, equipos castigados, árbitros parciales, decisiones federativas arbitrarias y, por encima de todo, una justicia deportiva que aplica distintas varas de medir, que favorece a los fuertes y aplasta a los débiles, ante el escándalo de una afición cada día más violenta y frustrada
Esa es la desagradable fotografía del fútbol hispano en esta desgraciada temporada, en la que el deporte rey, al igual que la política y el liderazgo, avanzó muchos kilómetros hacia la vergüenza y el descrédito.
El Campeonato Español de Liga 2006-07 ha demostrado que la justicia deportiva funciona en España todavía peor que la ordinaria, lo que ya constituye un record. Pese a ello, a veces, el esfuerzo tuerce la villanía y frustra las conspiraciones. A falta de una jornada, el Real Madrid se perfila como ganador y el Barcelona, el equipo del "Régimen" de Zapatero, la perderá, seguramente, salvo que las sorpresas y arbitrariedades alcancen su cénit en la última jornada.
El fútbol español es hoy un claro reflejo de la descomposición que también afecta a la política y a la sociedad. La misma corrupción y trifulca que ha invidido la vida política, es dueña de los campos de fútbol, donde se ven equipos protegidos, como el Barcelona, equipos castigados, árbitros parciales, decisiones federativas arbitrarias y, por encima de todo, una justicia deportiva que aplica distintas varas de medir, que favorece a los fuertes y aplasta a los débiles, ante el escándalo de una afición cada día más violenta y frustrada
Esa es la desagradable fotografía del fútbol hispano en esta desgraciada temporada, en la que el deporte rey, al igual que la política y el liderazgo, avanzó muchos kilómetros hacia la vergüenza y el descrédito.