Hay una idea que hay que tenar presente en estos días: "Si los políticos fracasados que nos han construido un mundo sucio y despreciable protestan contra Trump, algo bueno debe tener ese hombre". Si los "progres" del mundo, esos que para ser "moelnos" necesitan tener al menos un par de abortos, un coma alcohólico juvenil, dos escaparates destrozados y un policía, cura o guardia de seguridad descalabrado a pedradas en el curriculum, están en contra de Trump y se manifiestan por medio mundo, mi deber como ciudadano demócrata debe ser estar a su lado o al menos otorgarle un voto de confianza hasta que sus hechos demuestren lo que es en realidad.
El primer discurso de Trump como presidente es una pieza pulcra e impecablemente democrática, sencilla, pero portadora de nuevos mensajes, estilos y esperanzas. En ese discurso hay frases e ideas que los políticos españoles y de todo el mundo deberían incorporar a sus programas para que el mundo deje de ser la pocilga que ellos han construido.
Ahí van algunas de esas frases conmovedoramente democráticas:
"Los políticos prosperaban, pero el empleo desaparecía y las fábricas cerraban. El aparato se protegía a sí mismo, pero no a los ciudadanos de nuestro país. Sus victorias no han sido vuestras victorias; sus triunfos no han sido vuestros triunfos".
"Lo que verdaderamente importa no es qué partido controla nuestro gobierno, sino si la gente controla o no el gobierno. El 20 de enero de 2017 se recordará como el día en el que el pueblo volvió a gobernar este país."
"Los hombres y mujeres olvidados de nuestro país dejarán de estar olvidados. Ahora, todo el mundo os escucha. Vinisteis, decenas de millones de vosotros, para formar parte de un movimiento histórico como el mundo no ha conocido jamás. Y en el centro de ese movimiento figura una convicción fundamental: que una nación existe para servir a sus ciudadanos."
"Los americanos (los españoles) quieren buenas escuelas para sus hijos, barrios seguros para sus familias y buenos puestos de trabajo para sí mismos. Son las demandas justas y razonables de un pueblo honrado. Pero, para muchos ciudadanos, la realidad es muy diferente: madres y hijos atrapados en la pobreza en nuestros barrios más deprimidos; fábricas herrumbrosas y esparcidas como lápidas funerarias en el paisaje; un sistema educativo lleno de dinero pero que deja a nuestros jóvenes y hermosos alumnos sin conocimientos; y la criminalidad, las bandas y las drogas que tantas vidas han robado y tanto potencial han impedido hacer realidad. Esta carnicería debe terminar ya. Somos una sola nación, y su sufrimiento es el nuestro. Sus sueños son nuestros sueños; y sus triunfos serán nuestros triunfos. Tenemos un mismo corazón, un hogar y un glorioso destino."
"A partir de este día, una nueva visión va a gobernar nuestro país. A partir de este momento, va a ser América primero. Cada decisión sobre temas de comercio, impuestos, inmigración, asuntos exteriores, se tomará en beneficio de los trabajadores y las familias americanas."
"Voy a luchar por vosotros hasta el último aliento, y nunca, jamás, os abandonaré. América volverá a triunfar, como nunca antes. Vamos a recuperar nuestro empleo. Vamos a recuperar nuestras fronteras. Vamos a recuperar nuestra riqueza. Y vamos a recuperar nuestros sueños."
"No queremos imponer nuestro modo de vida a nadie, sino dejar que sea un ejemplo reluciente para que todos lo sigan. Reforzaremos las viejas alianzas y formaremos otras nuevas, y uniremos al mundo civilizado contra el terrorismo islámico radical, que vamos a erradicar por completo de la faz de la tierra."
"Debemos tener grandes ideas y sueños aún más grandes. En América sabemos que una nación solo está viva si se esfuerza. No vamos a seguir aceptando a políticos que hablan mucho pero no hacen nada, que se quejan sin cesar pero nunca hacen nada al respecto. Las palabras huecas son cosa del pasado. Ha llegado la hora de actuar. Que nadie os diga que no es posible. Ningún obstáculo puede parar el corazón, el ánimo y el espíritu de América."
"Ya es hora de recordar lo que nuestros soldados nunca olvidan: que, seamos blancos, negros o marrones, todos tenemos la misma sangre roja de los patriotas, todos disfrutamos de las mismas libertades gloriosas y todos honramos la misma gran bandera americana."
"Nunca volveréis a ser ignorados. Vuestra voz, vuestras esperanzas y vuestros sueños definirán nuestro destino como nación. Y vuestro valor, vuestra bondad y vuestro amor nos guiarán siempre en el camino."
Donde Trump dice "América" o "americanos", vosotros poner "España" y "españoles" y veréis que hermosa música suena.
Si en España los políticos hubieran practicado el "España Primero" en lugar del "Gobierno como me da la gana, que para eso me han votado", Felipe no hubiera desmontado las fábricas españolas para complacer a sus amigos alemanes, ni habría ocupado la "Sociedad Civil" castrándola, ni los gobiernos del PSOE y del PP hubieran permitido que Pujol y sus discípulos sembraran odio contra España en las escuelas catalanas, ni hubieran llenado el país de costosas televisiones públicas que sirven solo a los políticos para someter y adoctrinar, ni hubieran hipetrofiado tanto el Estado que, para mantenerlo, necesitan endeudar a España hasta el tuétano y exprimirnos a impuestos y tasas, ni hubieran impregnado el país de corrupción, ni habría tantos desempleados y tantos pobres. Lo que es involución es gobernar como han gobernado los nuestros, fieles a un estilo arrogante que ha llenado el mundo de paraísos fiscales, partidos políticos sin controles, guerras, operaciones encubiertas, fondos reservados opacos, democracias degeneradas, corruptos y políticos que, como en España, deben sentirse orgullosos de que sus ciudadanos les señalen en las encuestas, rechazándolos, como "uno de los grandes problemas del país".
El "¡Que Dios bendiga América"! final es todo un ejemplo para la jauría de políticos de la vieja escuela, esos que hoy se sienten amenazados, ninguno de los cuales tiene el valor de mencionar a Dios en sus discursos, sobre todo porque para ellos no hay más Dios que el Estado, ese monstruo enorme que ellos agrandan cada día y que es su becerro de oro, al que ordeñan a diario para extraerle dinero, poder y privilegios.
Sin embargo, que hermoso y ejemplar sería que nuestros ineptos con poder gritaran ¡Que Dios bendiga a España!, solicitando el siempre necesario apoyo de Dios y sus bendiciones.
Pero no esperen que lo hagan. Son demasiado arrogantes.
Francisco Rubiales
El primer discurso de Trump como presidente es una pieza pulcra e impecablemente democrática, sencilla, pero portadora de nuevos mensajes, estilos y esperanzas. En ese discurso hay frases e ideas que los políticos españoles y de todo el mundo deberían incorporar a sus programas para que el mundo deje de ser la pocilga que ellos han construido.
Ahí van algunas de esas frases conmovedoramente democráticas:
"Los políticos prosperaban, pero el empleo desaparecía y las fábricas cerraban. El aparato se protegía a sí mismo, pero no a los ciudadanos de nuestro país. Sus victorias no han sido vuestras victorias; sus triunfos no han sido vuestros triunfos".
"Lo que verdaderamente importa no es qué partido controla nuestro gobierno, sino si la gente controla o no el gobierno. El 20 de enero de 2017 se recordará como el día en el que el pueblo volvió a gobernar este país."
"Los hombres y mujeres olvidados de nuestro país dejarán de estar olvidados. Ahora, todo el mundo os escucha. Vinisteis, decenas de millones de vosotros, para formar parte de un movimiento histórico como el mundo no ha conocido jamás. Y en el centro de ese movimiento figura una convicción fundamental: que una nación existe para servir a sus ciudadanos."
"Los americanos (los españoles) quieren buenas escuelas para sus hijos, barrios seguros para sus familias y buenos puestos de trabajo para sí mismos. Son las demandas justas y razonables de un pueblo honrado. Pero, para muchos ciudadanos, la realidad es muy diferente: madres y hijos atrapados en la pobreza en nuestros barrios más deprimidos; fábricas herrumbrosas y esparcidas como lápidas funerarias en el paisaje; un sistema educativo lleno de dinero pero que deja a nuestros jóvenes y hermosos alumnos sin conocimientos; y la criminalidad, las bandas y las drogas que tantas vidas han robado y tanto potencial han impedido hacer realidad. Esta carnicería debe terminar ya. Somos una sola nación, y su sufrimiento es el nuestro. Sus sueños son nuestros sueños; y sus triunfos serán nuestros triunfos. Tenemos un mismo corazón, un hogar y un glorioso destino."
"A partir de este día, una nueva visión va a gobernar nuestro país. A partir de este momento, va a ser América primero. Cada decisión sobre temas de comercio, impuestos, inmigración, asuntos exteriores, se tomará en beneficio de los trabajadores y las familias americanas."
"Voy a luchar por vosotros hasta el último aliento, y nunca, jamás, os abandonaré. América volverá a triunfar, como nunca antes. Vamos a recuperar nuestro empleo. Vamos a recuperar nuestras fronteras. Vamos a recuperar nuestra riqueza. Y vamos a recuperar nuestros sueños."
"No queremos imponer nuestro modo de vida a nadie, sino dejar que sea un ejemplo reluciente para que todos lo sigan. Reforzaremos las viejas alianzas y formaremos otras nuevas, y uniremos al mundo civilizado contra el terrorismo islámico radical, que vamos a erradicar por completo de la faz de la tierra."
"Debemos tener grandes ideas y sueños aún más grandes. En América sabemos que una nación solo está viva si se esfuerza. No vamos a seguir aceptando a políticos que hablan mucho pero no hacen nada, que se quejan sin cesar pero nunca hacen nada al respecto. Las palabras huecas son cosa del pasado. Ha llegado la hora de actuar. Que nadie os diga que no es posible. Ningún obstáculo puede parar el corazón, el ánimo y el espíritu de América."
"Ya es hora de recordar lo que nuestros soldados nunca olvidan: que, seamos blancos, negros o marrones, todos tenemos la misma sangre roja de los patriotas, todos disfrutamos de las mismas libertades gloriosas y todos honramos la misma gran bandera americana."
"Nunca volveréis a ser ignorados. Vuestra voz, vuestras esperanzas y vuestros sueños definirán nuestro destino como nación. Y vuestro valor, vuestra bondad y vuestro amor nos guiarán siempre en el camino."
Donde Trump dice "América" o "americanos", vosotros poner "España" y "españoles" y veréis que hermosa música suena.
Si en España los políticos hubieran practicado el "España Primero" en lugar del "Gobierno como me da la gana, que para eso me han votado", Felipe no hubiera desmontado las fábricas españolas para complacer a sus amigos alemanes, ni habría ocupado la "Sociedad Civil" castrándola, ni los gobiernos del PSOE y del PP hubieran permitido que Pujol y sus discípulos sembraran odio contra España en las escuelas catalanas, ni hubieran llenado el país de costosas televisiones públicas que sirven solo a los políticos para someter y adoctrinar, ni hubieran hipetrofiado tanto el Estado que, para mantenerlo, necesitan endeudar a España hasta el tuétano y exprimirnos a impuestos y tasas, ni hubieran impregnado el país de corrupción, ni habría tantos desempleados y tantos pobres. Lo que es involución es gobernar como han gobernado los nuestros, fieles a un estilo arrogante que ha llenado el mundo de paraísos fiscales, partidos políticos sin controles, guerras, operaciones encubiertas, fondos reservados opacos, democracias degeneradas, corruptos y políticos que, como en España, deben sentirse orgullosos de que sus ciudadanos les señalen en las encuestas, rechazándolos, como "uno de los grandes problemas del país".
El "¡Que Dios bendiga América"! final es todo un ejemplo para la jauría de políticos de la vieja escuela, esos que hoy se sienten amenazados, ninguno de los cuales tiene el valor de mencionar a Dios en sus discursos, sobre todo porque para ellos no hay más Dios que el Estado, ese monstruo enorme que ellos agrandan cada día y que es su becerro de oro, al que ordeñan a diario para extraerle dinero, poder y privilegios.
Sin embargo, que hermoso y ejemplar sería que nuestros ineptos con poder gritaran ¡Que Dios bendiga a España!, solicitando el siempre necesario apoyo de Dios y sus bendiciones.
Pero no esperen que lo hagan. Son demasiado arrogantes.
Francisco Rubiales