Colaboraciones

FÁBULA DE LOS LOBOS ASTUTOS Y LAS OVEJAS COBARDES



Publicamos hoy una interesante fábula del profesor y doctor Francisco Garrudo, de la Universidad de Sevilla, llena de enseñanzas, que nos recuerda el comportamiento de las sociedades acobardadas, entre ellas la española, frente la astucia de unos gobernantes depredadores que, si las víctimas se unieran, podrían ser fácilmente derrotados.
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Una manada de lobos se surtía habitualmente de un rebaño de ovejas. Con la implacable periodicidad que dicta el hambre, cada tres días se acercaban al aprisco en la negrura de la noche y se hacían con el cuerpo de una de ellas sin mejor método de selección que la efectividad y la rapidez huyendo del pastor.

Un buen día, el líder alfa de la manada, más leído que el resto de los miembros, propuso aplicar métodos democráticos en la selección de la víctima que, por ley biológica y natural, les correspondía como especie predadora.

En una entrevista nocturna entre los dos colectivos implicados, los lobos propusieron a las ovejas que, para evitar traumas, imprevisiones, improvisaciones y estentóreas manifestaciones de pánico entre el colectivo ovino, sus miembros se pondrían de acuerdo democráticamente antes del día acordado y prefijado, y seleccionarían una víctima para cada ocasión. El sistema beneficiaría igualmente a la manada de lobos al ahorrarles la molestia del sigilo, el tiempo del cerco, y facilitar con el silencio el cobro de la pieza mientras dormitaba el pastor.

Las ovejas balaron de alegría pues encontraban que la idea propuesta era muy loable y útil: aceptadas las despiadadas reglas de la naturaleza y plegándose por ineludible necesidad al depredador, el cambio de sistema les agradó sobremanera. Ya podrían descansar incluso el día del pago del sangriento tributo pues todo se habría programado según la voluntad de los miembros del rebaño.

Así se acordó y, tras el acuerdo, los representantes de los dos colectivos se despidieron hasta el siguiente jueves, en que los lobos vendrían pacíficamente a retirar su derecho predatorio.

Y llegó la noche del jueves...

Los delegados de la manada se iban acercando al aprisco...

Extrañamente, no podía percibirse ni un balido, ni un movimiento, ni una señal de vida... Solo un extraño olor a sangre, flotando en el aire...
Al aproximarse más pudieron ver que los cuerpos de las ovejas, todos y sin excepción, yacían inertes y desparramados por el suelo, con obvias muestras de violencia.

Evidentemente, concluyó el líder alfa, que era el más leído de la manada, las ovejas, incapaces de enfrentarse a sus depredadores para defender su vida, sí lo habían hecho entre sí, con inusitada violencia, tratando de decidir quién se sacrificaría por el colectivo.

Los cobardes, que no se atreven a unirse y luchar contra quien les oprime, sacan su fiereza contra sus iguales. El hombre, a menudo incapaz de enfrentarse al tirano, es muy capaz de matar a su compañero de esclavitud por el mendrugo que el tirano les arroja.

Epílogo: Se acabaron las ovejas y los lobos siguieron comiéndose otros bichos que, probablemente actuarían de manera análoga.

Es la historia de la humanidad. En los campos de concentración se pudo ver.

Y en otras sociedades y pueblos.

Francisco Garrudo

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Sábado, 26 de Diciembre 2020
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