El presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, ha asumido una gran responsabilidad ante la comunidad internacional al haberse ganado la confianza del recién elegido presidente indígena boliviano, Evo Morales, sobre quien podría ejercer una valiosa influencia moderada en el futuro.
Esa influencia de Zapatero, que, a pesar de sus inclinaciones personales de "rojo", es el jefe del gobierno de una democracia como España, alineada con las democracias occidentales, puede servir de contrapeso a las menos democráticas y recomendables influencias de dirigentes como Fidel Castro y Hugo Chaves, que ya han mostrado su intención de incorporar a Bolivía a su cruzada radical.
Eso es al menos lo que se opina en algunos Think Tanks de Estados Unidos, donde empieza a abrirse camino la tesis de que la "amistad" de ZP con los líderes más radicales del hemisferio occidental podría ser útil para el equilibrio y la paz, siempre que su influencia sea moderadora y pacífica.
En los más influyentes centros del poder americano, tanto republicanos como democratas, se ve como un peligro de consecuencias imprevisibles la posibilidad, cada día más real, de que América Latina se divida en dos bandos, uno próximo y otro hostil a Washington, a los mercados e instituciones internacionales.
Esa influencia de Zapatero, que, a pesar de sus inclinaciones personales de "rojo", es el jefe del gobierno de una democracia como España, alineada con las democracias occidentales, puede servir de contrapeso a las menos democráticas y recomendables influencias de dirigentes como Fidel Castro y Hugo Chaves, que ya han mostrado su intención de incorporar a Bolivía a su cruzada radical.
Eso es al menos lo que se opina en algunos Think Tanks de Estados Unidos, donde empieza a abrirse camino la tesis de que la "amistad" de ZP con los líderes más radicales del hemisferio occidental podría ser útil para el equilibrio y la paz, siempre que su influencia sea moderadora y pacífica.
En los más influyentes centros del poder americano, tanto republicanos como democratas, se ve como un peligro de consecuencias imprevisibles la posibilidad, cada día más real, de que América Latina se divida en dos bandos, uno próximo y otro hostil a Washington, a los mercados e instituciones internacionales.