Los ciudadanos españoles han dado la victoria al Partido Popular en unas elecciones europeas sin entusiasmo y dominadas por la decepción ante la baja calidad de la democracia, el escaso aprecio por los políticos y la falta de entusiasmo ante un sistema que está agotado, sin ideas y peligrosamente desprestigiado.
Los datos españoles se traducen en 23 escaños para el PP y 21 para el PSOE. Coalición por Europa -CiU, PNV y CC- e IU-ICV suman dos eurodiputados. UPyD y 1 Europa de los Pueblos-Verdes -ERC, BNG, Aralar y EA- logran uno. La participación, algo superior al 45%, se sitúa en datos similares a 2004
La victoria del PP sobre el PSOE, según numerosos comentaristas, abre las puertas de la Moncloa a la derecha y confirma la decepción de los españoles ante un Zapatero que pierde prestigio, credibilidad y futuro.
En Europa, el cabreo de los ciudadanos se ha traducido en abstención masiva y, en algunos casos, en una duro castigo a los partidos en el poder. En líneas generales, la derecha avanza y la izquierda pierde posiciones en toda la Unión. La participación en Europa alcanza sólo el 43,24%, alrededor de dos puntos y medio menos que en 2007.
Los resultados reflejan dramas que la clase política europea, si tuviera dignidad y vergüenza, debería meditar y corregir con urgencia: la política está desprestigiada; los políticos no son respetados, ni valorados por los ciudadanos; la democracia pierde aprecio; los ciudadanos avanzan hacia la frialdad, la indiferencia y la decepción, mientras la clase política ha sufriido el rechazo y el desprecio en toda Europa, consecuencia lógica de su arrogancia, de su incapacidad para resolver los grandes problemas y, sobre todo, su ineficiencia ante la crisis.
La izquierda ha dejado ya de encarnar la esperanza de los pobres y desposeidos en casi todos los países europeos, sobre todo en aquellos poaíses grandes donde no hace mucho era la fuerza preponderante: Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia y España.
Pero la decepción ante la izquierda no ha representado una ilusión por la derecha, que, aunque ha vencido, no ha convencido ni ha sido capaz de generar respeto o esperanza alguna en toda la Unión.
Todo parece indicar que los ciudadanos han reaccionado con desencanto y hasta con furia ante la conversión de los políticos europeos en una clase de amos arrogantes, más adictos a la ventaja y al privilegio que al servicio a los ciudadanos. Los opulentos sueldos y demás prebendas que los Eurodiputados van a cobrar, sin mérito ni justificación, los abusos de la partitocracia europea sin control y el sucio pecado de haber asesinado la democracia y haberla sustituido por una oligocracia de partidos, contraido colectivamente por la clase política euroipea, han tenido un peso decisivo en las urnas y han alimentado la abstención, el voto en blanco, el castigo a los gobiernos y el abandono a las izquierdas.
Los datos españoles se traducen en 23 escaños para el PP y 21 para el PSOE. Coalición por Europa -CiU, PNV y CC- e IU-ICV suman dos eurodiputados. UPyD y 1 Europa de los Pueblos-Verdes -ERC, BNG, Aralar y EA- logran uno. La participación, algo superior al 45%, se sitúa en datos similares a 2004
La victoria del PP sobre el PSOE, según numerosos comentaristas, abre las puertas de la Moncloa a la derecha y confirma la decepción de los españoles ante un Zapatero que pierde prestigio, credibilidad y futuro.
En Europa, el cabreo de los ciudadanos se ha traducido en abstención masiva y, en algunos casos, en una duro castigo a los partidos en el poder. En líneas generales, la derecha avanza y la izquierda pierde posiciones en toda la Unión. La participación en Europa alcanza sólo el 43,24%, alrededor de dos puntos y medio menos que en 2007.
Los resultados reflejan dramas que la clase política europea, si tuviera dignidad y vergüenza, debería meditar y corregir con urgencia: la política está desprestigiada; los políticos no son respetados, ni valorados por los ciudadanos; la democracia pierde aprecio; los ciudadanos avanzan hacia la frialdad, la indiferencia y la decepción, mientras la clase política ha sufriido el rechazo y el desprecio en toda Europa, consecuencia lógica de su arrogancia, de su incapacidad para resolver los grandes problemas y, sobre todo, su ineficiencia ante la crisis.
La izquierda ha dejado ya de encarnar la esperanza de los pobres y desposeidos en casi todos los países europeos, sobre todo en aquellos poaíses grandes donde no hace mucho era la fuerza preponderante: Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia y España.
Pero la decepción ante la izquierda no ha representado una ilusión por la derecha, que, aunque ha vencido, no ha convencido ni ha sido capaz de generar respeto o esperanza alguna en toda la Unión.
Todo parece indicar que los ciudadanos han reaccionado con desencanto y hasta con furia ante la conversión de los políticos europeos en una clase de amos arrogantes, más adictos a la ventaja y al privilegio que al servicio a los ciudadanos. Los opulentos sueldos y demás prebendas que los Eurodiputados van a cobrar, sin mérito ni justificación, los abusos de la partitocracia europea sin control y el sucio pecado de haber asesinado la democracia y haberla sustituido por una oligocracia de partidos, contraido colectivamente por la clase política euroipea, han tenido un peso decisivo en las urnas y han alimentado la abstención, el voto en blanco, el castigo a los gobiernos y el abandono a las izquierdas.