Es la hora de hablar claro. El gobierno de Sánchez oculta a su pueblo la tragedia que se avecina y lo distrae con planes de descompresión y abandono gradual del confinamiento, planes en su mayoría absurdos e irrealizables que reflejan el desconocimiento de la realidad empresarial y que condenan a España a seguir castrada y con su economía destruida. El desastre es estremecedor porque los parados estructurales y temporales suponen ya el 37% de la población activa. Ante la tragedia, Sánchez culpará a la derecha y a la insolidaridad de Europa, mientras que sus votantes, cada día más fanatizados y esclavos de la teta del Estado, creerán sus patrañas.
Por desgracia, todo indica que el PSOE, una vez más, hundirá a España en la ruina, como ya ocurrió con González y Zapatero.
El primer ministro de los Países Bajos, Mark Rutte, acaba de protagonizar una escena surrealista pero reveladora el 29 de abril cuando dio la razón con entusiasmo a un obrero que le pedía a gritos «¡no les des dinero a españoles ni italianos!». La postura de Holanda, e pesar de las presiones de Francia, Italia y España, es cada día más firme y está siendo compartida por otros países europeos que también piensan que dar dinero a España es injusto e inmerecido porque el gobierno de Sánchez no está dispuesto a cambiar sus políticas de despilfarro, corrupción y utilización del dinero para reforzar su poder.
Mientras tanto, con su economía paralizada y con una crisis de caballo, el gobierno de Pedro Sanchez oculta que España ya está en quiebra y que si quiere salvarse tendrá que pedir socorro y rescate a la Unión Europea, que no está claro que se la conceda y que si lo hace lo hará a cambio de severísimas medidas de ajuste y austeridad, equivalentes a un purgante de aceite ricino combinado con una liposuccion que le absorba las toneladas de sebo parásito que tiene acumulado el Estado.
El gobierno de Sánchez pide dinero cada día, pero su arrogancia e inmoralidad le impiden acompañar el endeudamiento salvaje con medidas austeras, con adelgazar voluntariamente y prescindir del lastre insoportable que está hundiendo la nación: 22 ministerios abiertos, casi medio millón de políticos en activo, más que Francia, Alemania y Gran Bretaña juntos, miles de asesores contratados y demasiados coches oficiales, 350 diputados, 260 senadores, 17 gobiernos autonómicos y miles de chiringuitos públicos abiertos e innecesarios, creados por los políticos para beneficiar a sus amigos y a los colegas con carné del partido. Si a todo eso se agrega el tren de vida de lujo, los sueldos de los altos cargos y mil derroches más, podemos asegurar que España tiene un gobierno suicida al que Europa jamás entregaría un sólo euro si no cambia de política, deja de ser sátrapa, adelgaza y recoge velas de manera drástica.
La tragedia de España es irritante y terrible. Además de ser el país con más muertos e infectados, también va a ser el que salga con su economía más destrozada. Y todo se debe a que ha tenido la desgracia de tener el peor gobierno de su historia moderna en la peor crisis desde la Guerra Civil, hace hace ocho décadas. Ante esa situación, que denota un rotundo fracaso del gobierno, el esfuerzo de los gobernantes no se centra en rectificar el rumbo, sino en apuntalar su poder con dinero público y propaganda.
Esa España torpe y despilfarradora está llamando con desesperación a las puertas de Europa para que los ricos le den dinero, llamando "solidaridad" a lo que es simplemente un regalo de la hormiga trabajadora y previsora a la cigarra festiva y despilfarradora. España, que ha sido el país que mas ha crecido en el ultimo quinquenio entre las grandes economías de Europa, ha gastado con locura en ese tiempo, ha seguido endeudándose y no ha sido capaz siquiera de crear un colchón fiscal para emergencias.
Si Europa accede a socorrer a Espala lo hará a cambio de recortes y exigencias de gran dureza, aunque lo disimule para no humillar al gobierno. Las pensiones podrían perder entre el 30 y el 50 por ciento de su valor y la España oficial tendrá que recoger velas y suprimir ministerios, chiringuitos oficiales y camuflados, subvenciones, lujos, privilegios y derroches de todo tipo. Para España será un trauma terrible que el gobierno, experto en mentiras, atribuirá al coronavirus, pero que en realidad será consecuencia de los errores, torpezas, corrupciones y despilfarros del gobierno, que sin duda caerá en las próximas elecciones salvo que los comunistas convenzan al débil socialismo de que les conviene la aventura de un “golpe” que les ancle al poder.
Francisco Rubiales
Por desgracia, todo indica que el PSOE, una vez más, hundirá a España en la ruina, como ya ocurrió con González y Zapatero.
El primer ministro de los Países Bajos, Mark Rutte, acaba de protagonizar una escena surrealista pero reveladora el 29 de abril cuando dio la razón con entusiasmo a un obrero que le pedía a gritos «¡no les des dinero a españoles ni italianos!». La postura de Holanda, e pesar de las presiones de Francia, Italia y España, es cada día más firme y está siendo compartida por otros países europeos que también piensan que dar dinero a España es injusto e inmerecido porque el gobierno de Sánchez no está dispuesto a cambiar sus políticas de despilfarro, corrupción y utilización del dinero para reforzar su poder.
Mientras tanto, con su economía paralizada y con una crisis de caballo, el gobierno de Pedro Sanchez oculta que España ya está en quiebra y que si quiere salvarse tendrá que pedir socorro y rescate a la Unión Europea, que no está claro que se la conceda y que si lo hace lo hará a cambio de severísimas medidas de ajuste y austeridad, equivalentes a un purgante de aceite ricino combinado con una liposuccion que le absorba las toneladas de sebo parásito que tiene acumulado el Estado.
El gobierno de Sánchez pide dinero cada día, pero su arrogancia e inmoralidad le impiden acompañar el endeudamiento salvaje con medidas austeras, con adelgazar voluntariamente y prescindir del lastre insoportable que está hundiendo la nación: 22 ministerios abiertos, casi medio millón de políticos en activo, más que Francia, Alemania y Gran Bretaña juntos, miles de asesores contratados y demasiados coches oficiales, 350 diputados, 260 senadores, 17 gobiernos autonómicos y miles de chiringuitos públicos abiertos e innecesarios, creados por los políticos para beneficiar a sus amigos y a los colegas con carné del partido. Si a todo eso se agrega el tren de vida de lujo, los sueldos de los altos cargos y mil derroches más, podemos asegurar que España tiene un gobierno suicida al que Europa jamás entregaría un sólo euro si no cambia de política, deja de ser sátrapa, adelgaza y recoge velas de manera drástica.
La tragedia de España es irritante y terrible. Además de ser el país con más muertos e infectados, también va a ser el que salga con su economía más destrozada. Y todo se debe a que ha tenido la desgracia de tener el peor gobierno de su historia moderna en la peor crisis desde la Guerra Civil, hace hace ocho décadas. Ante esa situación, que denota un rotundo fracaso del gobierno, el esfuerzo de los gobernantes no se centra en rectificar el rumbo, sino en apuntalar su poder con dinero público y propaganda.
Esa España torpe y despilfarradora está llamando con desesperación a las puertas de Europa para que los ricos le den dinero, llamando "solidaridad" a lo que es simplemente un regalo de la hormiga trabajadora y previsora a la cigarra festiva y despilfarradora. España, que ha sido el país que mas ha crecido en el ultimo quinquenio entre las grandes economías de Europa, ha gastado con locura en ese tiempo, ha seguido endeudándose y no ha sido capaz siquiera de crear un colchón fiscal para emergencias.
Si Europa accede a socorrer a Espala lo hará a cambio de recortes y exigencias de gran dureza, aunque lo disimule para no humillar al gobierno. Las pensiones podrían perder entre el 30 y el 50 por ciento de su valor y la España oficial tendrá que recoger velas y suprimir ministerios, chiringuitos oficiales y camuflados, subvenciones, lujos, privilegios y derroches de todo tipo. Para España será un trauma terrible que el gobierno, experto en mentiras, atribuirá al coronavirus, pero que en realidad será consecuencia de los errores, torpezas, corrupciones y despilfarros del gobierno, que sin duda caerá en las próximas elecciones salvo que los comunistas convenzan al débil socialismo de que les conviene la aventura de un “golpe” que les ancle al poder.
Francisco Rubiales