La visión negativa sobre Europa ha crecido en España nada menos que 34 puntos en nueve años, pasando del 15 por ciento en 2007 al 49 por ciento en 2016. Y el deterioro sigue creciendo a un ritmo endiablado, proablmente el mas intenso de toda Europa.
Como la corrupción, el desempleo, el avance de la pobreza y el deterioro de la democracia, la decepción con respecto a Europa es también obra de la clase política, que no ha sido capaz de defender a los ciudadanos, ni de representarlos, ni de mantener el sueño europeo como un objetivo ilusionante. En manos de los políticos, Europa se ha convertido en un club de mercaderes, politicastros arrogantes y en un escenario donde mueren las ilusiones y crecen la insolidaridad, la desigualdad, la injusticia, la esperanza, el orgullo, las raíces genuinas de Europa y el deterioro de la democracia.
El euroescepticismo crece también en Francia, Italia, Gran Bretaña y algunos países del este, pero en ninguno de esos lugares lo hace con la fuerza que en España. Los españoles de hoy se sienten traicionados por la meneda común, el Euro, que los empobreció a marchas forzadas, por la política monetaria, que convirtió a España en un país endeudado hasta las cejas, por la desindustrialización que nos impuso Europa para entrar en el club y se consideran víctimas del engaño porque se creyeron aquella mentira de la "Europa de los Ciudadanos", convertida al final en la "Europa de los políticos" y de las élites aliadas del poder.
El país más eurofrustrado es Grecia, cuya deuda es del 180% del PIB, con un 71 por ciento de rechazo, seguida de Francia, con el 61 por ciento, y de España, con el 49, pero el crecimiento más espectacular de la decepción es el español.
La encuesta, realizada por el Pew Research Center con una muestra de 10.491 encuestados, refleja que el 51 por ciento de los europeos tienen una visión negativa de las instituciones comunitarias y que el 42 por ciento de los europeos quieren que competencias que hoy están en Bruselas regresen a sus respectivos países, lo que, en sentido estricto, representa un rechazo altamente preocupante al proceso de integración, que es la esencia de la Unión.
La mayoría de los expertos creen que la principal causa de la decepción con Europa es la crisis económica, junto con la incapacidad de los políticos, tanto los comunitarios como los nacionales, para mantener viva la ilusión común por una Europa libre, democrática, justa y ciudadana. Otro factor que contribuye al deterioro es el impacto negativo de la inmigración, sobre todo la musulmana, unida a la cobardía de los políticos para preservar y defender las raices europeas ante la invasión de gente hostil que se niega a integrarse.
Francisco Rubiales
Como la corrupción, el desempleo, el avance de la pobreza y el deterioro de la democracia, la decepción con respecto a Europa es también obra de la clase política, que no ha sido capaz de defender a los ciudadanos, ni de representarlos, ni de mantener el sueño europeo como un objetivo ilusionante. En manos de los políticos, Europa se ha convertido en un club de mercaderes, politicastros arrogantes y en un escenario donde mueren las ilusiones y crecen la insolidaridad, la desigualdad, la injusticia, la esperanza, el orgullo, las raíces genuinas de Europa y el deterioro de la democracia.
El euroescepticismo crece también en Francia, Italia, Gran Bretaña y algunos países del este, pero en ninguno de esos lugares lo hace con la fuerza que en España. Los españoles de hoy se sienten traicionados por la meneda común, el Euro, que los empobreció a marchas forzadas, por la política monetaria, que convirtió a España en un país endeudado hasta las cejas, por la desindustrialización que nos impuso Europa para entrar en el club y se consideran víctimas del engaño porque se creyeron aquella mentira de la "Europa de los Ciudadanos", convertida al final en la "Europa de los políticos" y de las élites aliadas del poder.
El país más eurofrustrado es Grecia, cuya deuda es del 180% del PIB, con un 71 por ciento de rechazo, seguida de Francia, con el 61 por ciento, y de España, con el 49, pero el crecimiento más espectacular de la decepción es el español.
La encuesta, realizada por el Pew Research Center con una muestra de 10.491 encuestados, refleja que el 51 por ciento de los europeos tienen una visión negativa de las instituciones comunitarias y que el 42 por ciento de los europeos quieren que competencias que hoy están en Bruselas regresen a sus respectivos países, lo que, en sentido estricto, representa un rechazo altamente preocupante al proceso de integración, que es la esencia de la Unión.
La mayoría de los expertos creen que la principal causa de la decepción con Europa es la crisis económica, junto con la incapacidad de los políticos, tanto los comunitarios como los nacionales, para mantener viva la ilusión común por una Europa libre, democrática, justa y ciudadana. Otro factor que contribuye al deterioro es el impacto negativo de la inmigración, sobre todo la musulmana, unida a la cobardía de los políticos para preservar y defender las raices europeas ante la invasión de gente hostil que se niega a integrarse.
Francisco Rubiales