El gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero ha exhibido inseguridad, nervios y enfrentamientos internos durante la crisis del pesquero secuestrado Alakrana, comportamientos que aceleran el desprestigio y pérdida de apoyos que reflejan las encuestas, según las cuales el PSOE retrocede en todos los territorios españoles, incluídos sus "reductos amurallados" de Extremadura y Andalucía.
La clave es que muchos ciudadanos no soportan ya esa ineptitud del liderazgo y, sobre todo, la descomposición acelerada de la sociedad española, que irrumpe en sus vidas con indecencia cuando cada día leen la prensa o siguen los noticieros de la radio y la televisión, cuando conocen las alarmantes cifras del paro y cuando comprueban que no les llega el dinero a fin de mes.
Las imágenes de un gobierno ineficiente, de una Justicia controlada por los partidos políticos, de una corrupción imbricada en las entrañas del sistema, de una democracia transformada, a traición, en una oligocracia, de una crisis económica feroz que el gobierno no sabe combatir y de una situación generalizada de inseguridad en las calles y desconfianza frente al liderazgo y el sistema, han terminado por colmar el vaso y despertar la indignación de cientos de miles de españoles, que no están afiliados a partido alguno y que sólo desean libertad, eficacia, prosperidad y una sociedad más justa.
Aunque los fanatizados militantes de los partidos, acostumbrados a aprobar cualquier decisión de "los suyos" y a rechazar por sistema las ideas e iniciativas de "los otros", siguen resistiendo, existen ya suficientes indicios de que hasta los sectores más cultos y reflexivos de la militancia empiezan a desertar de los partidos ante la degeneración de la democracia, de los valores y de la convivencia.
La actual tendencia sociológica de España es, en cierto modo, sorprendente, porque los votos que pierde el PSOE por su mala gestión del poder no van a la oposición, sino a partidos minoritarios como UPyD, a Izquierda Unida, a partidos nacionalistas y, sobre todo, a engrosar el voto en blanco y la abstención. Si la actual tendencia de rechazo a los dos grandes partidos mantiene su ritmo de crecimiento y se consolida, el Voto en Blanco podría convertirse en el "tercer" mayor partido del país y, unido a la abstención, generaría un bloque descontento que superaría en votos a cualquiera de los dos grandes partidos españoles, lo que constituye, a todas luces, un hecho insólito entre las democracias occidentales y un claro fracaso de la política y de los políticos en España.
Las tendencias actuales reflejan que el PP ganaría las próximas elecciones, pero no tanto porque sube sino porque su adversario se hunde, mientras que muchos votantes intentan romper el bipartidismo con su voto. Pero lo que las encuestas reflejan con más claridad es el rechazo a los dos grandes partidos y la creciente protesta cívica ante la ineficiencia del gobierno, los privilegios injustos de la casta política, la corrupción y la injusticia que domina la vida social.
Los ciudadanos españoles, ahora inmersos en el complejo caldo de cultivo de una crisis económica que el gobierno no sabe atajar, están recibiendo tal cantidad de noticias negativas sobre su sistema político que no sólo se resquebrala la imagen del gobierno y la de los políticos, sino también la del mismo sistema democrático, que aparece como corrompido y transformado en un refugio para líderes incapaces.
Los telediarios, convertidos en crónicas interminables de crímenes y en reflejos de una sociedad insegura y envilecida, sin valores ni respeto, y en un espectáculo deprimente de corrupción y enfrentamientos diarios entre gobierno y oposición, escenificados con estilo barriobajero, alimentan a la sociedad con una sobredosis diaria de basura política, cultural y social difícil de soportar por una ciudadanía que cada día está más indignada ante fenómenos como el mal gobierno y la degradación de la política.
Como consecuencia, la sociedad se degrada, la convivencia se crispa, la gente es menos feliz, el país retrocede y la nación entera se vuelve más ineficaz y menos competitiva.
La clave es que muchos ciudadanos no soportan ya esa ineptitud del liderazgo y, sobre todo, la descomposición acelerada de la sociedad española, que irrumpe en sus vidas con indecencia cuando cada día leen la prensa o siguen los noticieros de la radio y la televisión, cuando conocen las alarmantes cifras del paro y cuando comprueban que no les llega el dinero a fin de mes.
Las imágenes de un gobierno ineficiente, de una Justicia controlada por los partidos políticos, de una corrupción imbricada en las entrañas del sistema, de una democracia transformada, a traición, en una oligocracia, de una crisis económica feroz que el gobierno no sabe combatir y de una situación generalizada de inseguridad en las calles y desconfianza frente al liderazgo y el sistema, han terminado por colmar el vaso y despertar la indignación de cientos de miles de españoles, que no están afiliados a partido alguno y que sólo desean libertad, eficacia, prosperidad y una sociedad más justa.
Aunque los fanatizados militantes de los partidos, acostumbrados a aprobar cualquier decisión de "los suyos" y a rechazar por sistema las ideas e iniciativas de "los otros", siguen resistiendo, existen ya suficientes indicios de que hasta los sectores más cultos y reflexivos de la militancia empiezan a desertar de los partidos ante la degeneración de la democracia, de los valores y de la convivencia.
La actual tendencia sociológica de España es, en cierto modo, sorprendente, porque los votos que pierde el PSOE por su mala gestión del poder no van a la oposición, sino a partidos minoritarios como UPyD, a Izquierda Unida, a partidos nacionalistas y, sobre todo, a engrosar el voto en blanco y la abstención. Si la actual tendencia de rechazo a los dos grandes partidos mantiene su ritmo de crecimiento y se consolida, el Voto en Blanco podría convertirse en el "tercer" mayor partido del país y, unido a la abstención, generaría un bloque descontento que superaría en votos a cualquiera de los dos grandes partidos españoles, lo que constituye, a todas luces, un hecho insólito entre las democracias occidentales y un claro fracaso de la política y de los políticos en España.
Las tendencias actuales reflejan que el PP ganaría las próximas elecciones, pero no tanto porque sube sino porque su adversario se hunde, mientras que muchos votantes intentan romper el bipartidismo con su voto. Pero lo que las encuestas reflejan con más claridad es el rechazo a los dos grandes partidos y la creciente protesta cívica ante la ineficiencia del gobierno, los privilegios injustos de la casta política, la corrupción y la injusticia que domina la vida social.
Los ciudadanos españoles, ahora inmersos en el complejo caldo de cultivo de una crisis económica que el gobierno no sabe atajar, están recibiendo tal cantidad de noticias negativas sobre su sistema político que no sólo se resquebrala la imagen del gobierno y la de los políticos, sino también la del mismo sistema democrático, que aparece como corrompido y transformado en un refugio para líderes incapaces.
Los telediarios, convertidos en crónicas interminables de crímenes y en reflejos de una sociedad insegura y envilecida, sin valores ni respeto, y en un espectáculo deprimente de corrupción y enfrentamientos diarios entre gobierno y oposición, escenificados con estilo barriobajero, alimentan a la sociedad con una sobredosis diaria de basura política, cultural y social difícil de soportar por una ciudadanía que cada día está más indignada ante fenómenos como el mal gobierno y la degradación de la política.
Como consecuencia, la sociedad se degrada, la convivencia se crispa, la gente es menos feliz, el país retrocede y la nación entera se vuelve más ineficaz y menos competitiva.