Los medios de comunicación próximos al poder difunden hoy euforia y optimismo porque, según afirman, "la democracia ha derrotado a ETA", pero esa euforia es limitadamente compartida por una sociedad española que, sin dejar de sentir repulsa por ETA, hace ya mucho tiempo que dejó de considerar al terrorismo como su gran enemigo. En las encuestas, el terrorismo ha caído por debajo del puesto siete u ocho entre las preocupaciones y dramas de los españoles, desplazado, sobre todo, por el vertiginoso ascenso de la clase política y los malos políticos, que ocupan el tercer lugar entre las preocupaciones de los ciudadanos de España, sólo por detrás del desempleo y la crisis económica, dos dramas mayores que, en gran parte, han sido causados por obra de esos políticos que cada día son más desprestigiados y rechazados por la población.
Habría sido mayor motivo de euforia que se hubieran rendido los ladrones que han esquilmado las cajas de ahorro, los que nos han llevado hasta la ruina económica, los que nos han endeudado por tres generaciones al menos, los que han despilfarrado, los que hacen pagar a los más débiles el alto precio de sus errores, sin que ellos renuncien a sus privilegios, los que han convertido el Estado en un aparcamiento para colocar a sus parientes y amigos, todos ellos viviendo de una teta estatal que ya está agotada, los que han convertido a España, con su mal gobierno, en uno de los líderes mundiales de lo peor y lo deleznable: prostitución, tráfico y consumo de drogas, desempleo, baja calidad de la enseñanza, blanqueo de dinero, trata de blancas, violencia de género, injusticia, inseguridad, cohes oficiales para políticos, derroche público, arbitrariedad y, sobre todo, corrupción a gran escala.
Los demócratas españoles, cada día más aterrorizados ante el Estado de Injusticia reinante en nuestro país, al contemplar hoy la serpiente de ETA quebrada, se legran, pero se alegrarían cien veces mas si los derrotados fueran esos miembros indignos y corruptos de esa clase política que figura en las encuestas como objeto y diana del rechazo y desprecio masivo de los ciudadanos.
Los etarras estaban muy lejos y habían dejado de matar desde hace muchos meses, pero los políticos depredadores están muy cerca, gestionando mal el poder que le han delegado los ciudadanos, arruinándonos, cosiéndonos a impuestos, inundando el país de pobreza, ignorando los derechos constitucionales básicos del ciudadano, desde la vivienda al trabajo, envolviendonos en la injusticia y la corrupción, sin que ellos sean ejemplo alguno, sin renunciar a sus inmerecidos privilegios, esparciendo en su entorno desesperación, desconfianza, angustia y tristeza.
Para muchos españoles, la actual clase política, mucho más que la misma ETA, es el verdadero enemigo a erradicar en la nueva España decente, justa y próspera que deseamos.
Habría sido mayor motivo de euforia que se hubieran rendido los ladrones que han esquilmado las cajas de ahorro, los que nos han llevado hasta la ruina económica, los que nos han endeudado por tres generaciones al menos, los que han despilfarrado, los que hacen pagar a los más débiles el alto precio de sus errores, sin que ellos renuncien a sus privilegios, los que han convertido el Estado en un aparcamiento para colocar a sus parientes y amigos, todos ellos viviendo de una teta estatal que ya está agotada, los que han convertido a España, con su mal gobierno, en uno de los líderes mundiales de lo peor y lo deleznable: prostitución, tráfico y consumo de drogas, desempleo, baja calidad de la enseñanza, blanqueo de dinero, trata de blancas, violencia de género, injusticia, inseguridad, cohes oficiales para políticos, derroche público, arbitrariedad y, sobre todo, corrupción a gran escala.
Los demócratas españoles, cada día más aterrorizados ante el Estado de Injusticia reinante en nuestro país, al contemplar hoy la serpiente de ETA quebrada, se legran, pero se alegrarían cien veces mas si los derrotados fueran esos miembros indignos y corruptos de esa clase política que figura en las encuestas como objeto y diana del rechazo y desprecio masivo de los ciudadanos.
Los etarras estaban muy lejos y habían dejado de matar desde hace muchos meses, pero los políticos depredadores están muy cerca, gestionando mal el poder que le han delegado los ciudadanos, arruinándonos, cosiéndonos a impuestos, inundando el país de pobreza, ignorando los derechos constitucionales básicos del ciudadano, desde la vivienda al trabajo, envolviendonos en la injusticia y la corrupción, sin que ellos sean ejemplo alguno, sin renunciar a sus inmerecidos privilegios, esparciendo en su entorno desesperación, desconfianza, angustia y tristeza.
Para muchos españoles, la actual clase política, mucho más que la misma ETA, es el verdadero enemigo a erradicar en la nueva España decente, justa y próspera que deseamos.