Federico Jiménez Losantos, el más popular y crítico de los periodistas radiofónicos españoles, ha sido condenado por criticar a Alberto Ruíz Gallardón, alcalde de Madrid y dirigente destacado de la derecha española, al que tendrá que pagar 36.000 euros como compensación.
Es una sentencia amedrentadora, destinada a meter miedo en el cuerpo a los periodistas críticos con el poder político. El objetivo es lograr que cuando un periodista, sobre todo si es anónimo, humilde y mal pagado, se siente ante su ordenador para escribir una información crítica del poder político sienta miedo y piense que si han condenado a Federico, con lo poderoso que es, ¿qué no harán conmigo?
Lo curioso, destacable y lamentable es que esa "fechoría" contra la libertad de expresión no ha sido impulsada y alentada por el gobierno de turno o por un partido como el PSOE, perteneciente a una izquierda que nunca ha superado sus raices autoritarias, como habría sido lógico, sino por una oposición de derecha, que, durante décadas, se ha autoproclamado liberal y defensora de las libertades y derechos ciudadanos.
La crítica periodística, la luz, los taquígrafos y la verdad son los únicos obstáculos que se alzan entre los políticos insaciables y el poder absoluto. La democracia necesita de la crítica periodística para que el poder político, siempre insaciable, pueda ser controlado por la sociedad y por los ciudadanos. La sentencia contra Jiménez Losantos pretende eliminar esa última barrera democrática que impide a los partidos políticos y a los políticos profesionales el poder sin límites y el control pleno de la sociedad y de los ciudadanos.
Aunque la sentencia será revocada en otras instancias judiciales, a las que el condenado recurrirá para buscar amparo a la libertad de expresión, los efectos intimidatorios ya se habrán logrado y los periodistas sentirán miedo a la hora de criticar a los cada día más poderosos políticos profesionales, los nuevos amos.
Es una sentencia amedrentadora, destinada a meter miedo en el cuerpo a los periodistas críticos con el poder político. El objetivo es lograr que cuando un periodista, sobre todo si es anónimo, humilde y mal pagado, se siente ante su ordenador para escribir una información crítica del poder político sienta miedo y piense que si han condenado a Federico, con lo poderoso que es, ¿qué no harán conmigo?
Lo curioso, destacable y lamentable es que esa "fechoría" contra la libertad de expresión no ha sido impulsada y alentada por el gobierno de turno o por un partido como el PSOE, perteneciente a una izquierda que nunca ha superado sus raices autoritarias, como habría sido lógico, sino por una oposición de derecha, que, durante décadas, se ha autoproclamado liberal y defensora de las libertades y derechos ciudadanos.
La crítica periodística, la luz, los taquígrafos y la verdad son los únicos obstáculos que se alzan entre los políticos insaciables y el poder absoluto. La democracia necesita de la crítica periodística para que el poder político, siempre insaciable, pueda ser controlado por la sociedad y por los ciudadanos. La sentencia contra Jiménez Losantos pretende eliminar esa última barrera democrática que impide a los partidos políticos y a los políticos profesionales el poder sin límites y el control pleno de la sociedad y de los ciudadanos.
Aunque la sentencia será revocada en otras instancias judiciales, a las que el condenado recurrirá para buscar amparo a la libertad de expresión, los efectos intimidatorios ya se habrán logrado y los periodistas sentirán miedo a la hora de criticar a los cada día más poderosos políticos profesionales, los nuevos amos.