Los españoles somos tan imbéciles que esperamos algo que es imposible: que los políticos se regeneren y adecenten este país, convertido por ellos en un estercolero, en una patria para beneficio de desalmados, corruptos, ladrones, ineptos y aprovechados.
La democracia es un sistema ideado para que los ciudadanos gobiernen indirectamente, a través de sus representantes, a los que deben controlar y obligar a que rindan cuentas ante el pueblo. Pero en España esa democracia ha sido degradada y envilecida hasta ser transformada en un sistema del que el ciudadano ha sido expulsado y que solo beneficia a los delincuentes y a los políticos.
Esperar la regeneración de los que se han corrompido y han degenerado el sistema es más absurdo que pedir peras al olmo.
¿Cómo se van a regenerar con lo a gusto que están los degenerados?
Conocí a un delincuente gaditano que, detenido pocos días después de la muerte del general Franco, dijo: "cuando entre esa democracia sí que voy a robar sin problemas y a gusto”. El muy sinvergüenza, ya con 70 años, hoy está forrado y nunca más volvió a pisar la cárcel.
Nos han engañado a todos y en lugar de instaurar una democracia, los políticos han impuesto una basura descontrolada e ideada para que triunfen y gocen los políticos, los delincuentes y todas las tribus de golfos, canallas, vagos y aprovechados, justo lo contrario de la democracia, que fue ideada para que germinarán los valores y los ciudadanos responsables.
En España existe una dictadura del Estado sobre la sociedad, una desgracia que el politólogo Carlos Rodríguez Hurtado explica magistralmente:
"El problema de España es que hay una dictadura del Estado sobre la sociedad. Mientras el Estado tiene dos elementos que asfixian a la sociedad como son su dimensión y su intervención, la sociedad no tiene mecanismos para regular las acciones del Estado, la sociedad civil no existe, no tenemos armas con que defendernos del intervencionismo del Estado y su intromisión en la vida de los ciudadanos. Desde marcar los horarios de los comercios hasta quitarte el 20% de los premios de la lotería e imponer un nuevo impuesto, todo lo puede hacer el Estado desde su más insultante prepotencia, teniendo en cuenta que, además, la mayoría de impuestos derivan de una mala gestión que el Estado nos hace pagar a la sociedad.
En España podrán nacer partidos emergentes y todo lo que queramos, pero mientras no se articule y organice una sociedad civil seguiremos pagando los platos rotos.
Francisco Rubiales
La democracia es un sistema ideado para que los ciudadanos gobiernen indirectamente, a través de sus representantes, a los que deben controlar y obligar a que rindan cuentas ante el pueblo. Pero en España esa democracia ha sido degradada y envilecida hasta ser transformada en un sistema del que el ciudadano ha sido expulsado y que solo beneficia a los delincuentes y a los políticos.
Esperar la regeneración de los que se han corrompido y han degenerado el sistema es más absurdo que pedir peras al olmo.
¿Cómo se van a regenerar con lo a gusto que están los degenerados?
Conocí a un delincuente gaditano que, detenido pocos días después de la muerte del general Franco, dijo: "cuando entre esa democracia sí que voy a robar sin problemas y a gusto”. El muy sinvergüenza, ya con 70 años, hoy está forrado y nunca más volvió a pisar la cárcel.
Nos han engañado a todos y en lugar de instaurar una democracia, los políticos han impuesto una basura descontrolada e ideada para que triunfen y gocen los políticos, los delincuentes y todas las tribus de golfos, canallas, vagos y aprovechados, justo lo contrario de la democracia, que fue ideada para que germinarán los valores y los ciudadanos responsables.
En España existe una dictadura del Estado sobre la sociedad, una desgracia que el politólogo Carlos Rodríguez Hurtado explica magistralmente:
"El problema de España es que hay una dictadura del Estado sobre la sociedad. Mientras el Estado tiene dos elementos que asfixian a la sociedad como son su dimensión y su intervención, la sociedad no tiene mecanismos para regular las acciones del Estado, la sociedad civil no existe, no tenemos armas con que defendernos del intervencionismo del Estado y su intromisión en la vida de los ciudadanos. Desde marcar los horarios de los comercios hasta quitarte el 20% de los premios de la lotería e imponer un nuevo impuesto, todo lo puede hacer el Estado desde su más insultante prepotencia, teniendo en cuenta que, además, la mayoría de impuestos derivan de una mala gestión que el Estado nos hace pagar a la sociedad.
En España podrán nacer partidos emergentes y todo lo que queramos, pero mientras no se articule y organice una sociedad civil seguiremos pagando los platos rotos.
Francisco Rubiales