España es un país podrido, cada día más necesitado de regeneración. El deterioro de los valores y de las costumbres ha sido rápido, cada día es más alarmante y tiene ya repercusión en la política, en la cultura y en la convivencia. Ante la incapacidad de Zapatero y su ya derrotado equipo para emprender grandes transformaciones y cambios, la primera tarea del nuevo gobierno que surja de las elecciones de 2012 tendrá que ser escuchar el lamento de una sociedad que, cada día con más intensidad, reclama una fuerte regeneración.
Los déficits afectan a casi todos los ámbitos de la vida: la prosperidad se ha ido por las canerías; dos gobiernos autonómicos planean la independencia; el país está dividido en dos mitades aparentemente irreconciliables; la escasez de esfuerzo, de excelencia y de rigor han convertido a la educación española en una de las peores entre los paises avanzados del mundo, segun certifica el Informe PISA; España es el primer puerto de entrada de cocaina de Europa y uno de los primeros consumidores europeos de drogas; paraiso mundial del aborto expres y fácil, practicamente sin requisitos y practicado hasta a fetos sietemesinos; lugar preferido para las bandas internacionales especializadas en robos violentos en los hogares; puestos de honor en los rankings europeos de fracaso escolar, consumo de alcohol y prostitución; España también es ya la capital mundial del desempleo, la patria del blanqueo de dinero sospechoso y el país europeo donde crecen con más velocidad las separaciones matrimoniales y la violencia de género; el embarazo de las españolas está mal visto en el ámbito laboral y las futuras madres sufren acoso y perjuicio, etc.
Ni una universidad española figura entre las cien primeras del mundo. Nuestros índices en innovación, creatividad, ciencia aplicada, patentes, aplicaciones empresariales e investigación son tan lamentables como los que miden la eficiencia, la productividad y la competitividad en las empresas. La burocracia es un mal que crece y la inseguridad jurídica ha ganado terreno en los últimos años. Algunos paises, como Estados Unidos y Alemania, han advertido a sus empresarios de que se lo piensen antes de invertir en España, donde la corrupción se ha hecho galopante, sobre todo en las entrañas del Estado, y, como en el Tercer Mundo, conviene tener amigos políticos para prosperar.
El liderazgo político ha olvidado que mandar exige ser ejemplar y, en lugar de propiciar los valores, contribuye a la degeneración. En un ambiente político donde la corrupción y el fracaso son penosamente abundantes, sorprende que los políticos españoles jamás dimitan, lo que refleja que los partidos políticos practican el corporativismo más inmoral, protegiando a sus miembros. La incapacidad para el consenso y las peleas públicas entre políticos y partidos proyectan hacia la sociedad un ejemplo desmoralizador y envilecedor. Los políticos y los periodistas, antes envidiados y considerados héroes de la democracia, reciben hoy el desprecio y la repulsa de muchos ciudadanos, que los consideran corruptos y obsesionados por los privilegios y ventajas que proporciona el poder.
Como consecuencia del deterioro de la política, España, que hace poco más de una década era uno de los países con más ilusión por la democracia y mayor respeto por lo público, es ya hoy una de las sociedades más decepcionadas y frustradas por la escasa calidad de una democracia incapaz de garantizar la solvencia y el rigor de la justicia, la policía, el periodismo y otras grandes instituciones.
Los déficits afectan a casi todos los ámbitos de la vida: la prosperidad se ha ido por las canerías; dos gobiernos autonómicos planean la independencia; el país está dividido en dos mitades aparentemente irreconciliables; la escasez de esfuerzo, de excelencia y de rigor han convertido a la educación española en una de las peores entre los paises avanzados del mundo, segun certifica el Informe PISA; España es el primer puerto de entrada de cocaina de Europa y uno de los primeros consumidores europeos de drogas; paraiso mundial del aborto expres y fácil, practicamente sin requisitos y practicado hasta a fetos sietemesinos; lugar preferido para las bandas internacionales especializadas en robos violentos en los hogares; puestos de honor en los rankings europeos de fracaso escolar, consumo de alcohol y prostitución; España también es ya la capital mundial del desempleo, la patria del blanqueo de dinero sospechoso y el país europeo donde crecen con más velocidad las separaciones matrimoniales y la violencia de género; el embarazo de las españolas está mal visto en el ámbito laboral y las futuras madres sufren acoso y perjuicio, etc.
Ni una universidad española figura entre las cien primeras del mundo. Nuestros índices en innovación, creatividad, ciencia aplicada, patentes, aplicaciones empresariales e investigación son tan lamentables como los que miden la eficiencia, la productividad y la competitividad en las empresas. La burocracia es un mal que crece y la inseguridad jurídica ha ganado terreno en los últimos años. Algunos paises, como Estados Unidos y Alemania, han advertido a sus empresarios de que se lo piensen antes de invertir en España, donde la corrupción se ha hecho galopante, sobre todo en las entrañas del Estado, y, como en el Tercer Mundo, conviene tener amigos políticos para prosperar.
El liderazgo político ha olvidado que mandar exige ser ejemplar y, en lugar de propiciar los valores, contribuye a la degeneración. En un ambiente político donde la corrupción y el fracaso son penosamente abundantes, sorprende que los políticos españoles jamás dimitan, lo que refleja que los partidos políticos practican el corporativismo más inmoral, protegiando a sus miembros. La incapacidad para el consenso y las peleas públicas entre políticos y partidos proyectan hacia la sociedad un ejemplo desmoralizador y envilecedor. Los políticos y los periodistas, antes envidiados y considerados héroes de la democracia, reciben hoy el desprecio y la repulsa de muchos ciudadanos, que los consideran corruptos y obsesionados por los privilegios y ventajas que proporciona el poder.
Como consecuencia del deterioro de la política, España, que hace poco más de una década era uno de los países con más ilusión por la democracia y mayor respeto por lo público, es ya hoy una de las sociedades más decepcionadas y frustradas por la escasa calidad de una democracia incapaz de garantizar la solvencia y el rigor de la justicia, la policía, el periodismo y otras grandes instituciones.