Están siendo masacrados por el gobierno, que no les avala, ni les baja los impuestos, ni les concede financiación. Los trabajadores, autónomos y pequeños empresarios españoles se han convertido, por decisión del gobierno, en las principales víctimas de la crisis. Casi 5.000 de ellos pasan cada día a engrosar las filas del desempleo y la pobreza. Muchos de ellos, ya sin subsidios, tienen que acudir a los comedores de caridad. Y, sin embargo, siguen votando a los mismos partidos políticos que les han llevado a la ruina. Tienen alma de esclavos.
Nadie entiende cómo pueden seguir apoyando a sus verdugos. Las elecciones vascas y gallegas han demostrado que el desgaste del socialismo gobernante, el partido máximo responsable del actual drama de la economía española, es mínimo. En Galicia ha perdido el poder, pero en Euskadi lo ha ganado. Las estadísticas no mienten y demuestran que cientos de miles de desempleados, autónomos y pequeños empresarios, las víctimas de esta crisis por decisión gubernamental, están votando socialista.
Hay 150.000 autónomos que han cerrado sus actividades productivas en el último año y el ritmo se ha duplicado en la actualidad, cuando más de mil negocios están cerrando cada día. La sangría es imponente y los efectos sobre el partido gobernante, según los expertos, deberían ser letales. Sin embargo, Zapatero no se desgasta porque en España las víctimas siguen votando a sus verdugos.
Tres millones de autónomos están en peligro y piden ayuda urgente, por ahora sin el más mínimo éxito. El gobierno antepone sus intereses al del tejido productivo y sigue aumentando la presión fiscal para seguir disponiendo de un dinero que algunos políticos indecentes gastan en sueldos millonarios, coches de lujo y despilfarros obscenos.
El gobierno, insensible y arrogante, ni siquiera accede a eliminar una injusticia que clama al cielo y sigue obligando a los autónomos y empresarios a anticipar al Fisco el IVA que facturan, aunque tarden más de un año en cobrarlo. Mientras tanto, las mismas administraciones públicas insaciables que se niegan a bajar los impuestos para agilizar la producción y evitar el cierre de las empresas, deben a los empresarios mas de 32.000 millones de euros y se están convirtiendo en las peores pagadoras del país, con deudas multimillonarias que estrangulan a muchas empresas privadas. Las administraciones públicas española, que antes pagaban sus deudas, por lo general, dentro de un plazo de sesenta a noventa días, tardan ahora casi 200 días en pagar, mientras algunas facturas se retrasan años, obligando a miles de empresas que trabajan para el sector público a cerrar y a prescindir de sus trabajadores.
Un autónomo sevillano del sector del comercio minorista, obligado a cerrar su negocio por falta de financiación, me decía recientemente con desconsolada amargura: "España es un país de esclavos porque en lugar de vengarnos del poder político que nos estrangula, seguimos votándoles y soportando cobardemente su ineficacia, privilegios y abusos".
El Estado, en España, insaciable, insensible, arrogante, inepto y muchas veces también corrupto, ha dejado de ser la solución y es ya parte del problema.
Nadie entiende cómo pueden seguir apoyando a sus verdugos. Las elecciones vascas y gallegas han demostrado que el desgaste del socialismo gobernante, el partido máximo responsable del actual drama de la economía española, es mínimo. En Galicia ha perdido el poder, pero en Euskadi lo ha ganado. Las estadísticas no mienten y demuestran que cientos de miles de desempleados, autónomos y pequeños empresarios, las víctimas de esta crisis por decisión gubernamental, están votando socialista.
Hay 150.000 autónomos que han cerrado sus actividades productivas en el último año y el ritmo se ha duplicado en la actualidad, cuando más de mil negocios están cerrando cada día. La sangría es imponente y los efectos sobre el partido gobernante, según los expertos, deberían ser letales. Sin embargo, Zapatero no se desgasta porque en España las víctimas siguen votando a sus verdugos.
Tres millones de autónomos están en peligro y piden ayuda urgente, por ahora sin el más mínimo éxito. El gobierno antepone sus intereses al del tejido productivo y sigue aumentando la presión fiscal para seguir disponiendo de un dinero que algunos políticos indecentes gastan en sueldos millonarios, coches de lujo y despilfarros obscenos.
El gobierno, insensible y arrogante, ni siquiera accede a eliminar una injusticia que clama al cielo y sigue obligando a los autónomos y empresarios a anticipar al Fisco el IVA que facturan, aunque tarden más de un año en cobrarlo. Mientras tanto, las mismas administraciones públicas insaciables que se niegan a bajar los impuestos para agilizar la producción y evitar el cierre de las empresas, deben a los empresarios mas de 32.000 millones de euros y se están convirtiendo en las peores pagadoras del país, con deudas multimillonarias que estrangulan a muchas empresas privadas. Las administraciones públicas española, que antes pagaban sus deudas, por lo general, dentro de un plazo de sesenta a noventa días, tardan ahora casi 200 días en pagar, mientras algunas facturas se retrasan años, obligando a miles de empresas que trabajan para el sector público a cerrar y a prescindir de sus trabajadores.
Un autónomo sevillano del sector del comercio minorista, obligado a cerrar su negocio por falta de financiación, me decía recientemente con desconsolada amargura: "España es un país de esclavos porque en lugar de vengarnos del poder político que nos estrangula, seguimos votándoles y soportando cobardemente su ineficacia, privilegios y abusos".
El Estado, en España, insaciable, insensible, arrogante, inepto y muchas veces también corrupto, ha dejado de ser la solución y es ya parte del problema.