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España secuestrada



España comienza el año 2016 secuestrada por su clase política, una de las peores del mundo, rectora de una de las democracias de peor calidad en el planeta. Los españoles no quieren una nación, así, pero su clase política la ha impuesto. Por eso cada día rechazan y desprecian más a sus políticos.

Saben que su patria atraviesa momentos cruciales, en los que necesita la inteligencia y la virtud de sus mejores hijos, pero todo está bloqueado por el sistema y los únicos disponibles para guiar la nación son los políticos, los peor preparados y los que menos merecen gobernar. Mientras la crisis política, económica, moral y territorial reclama destreza, inteligencia, valores, unidad y medidas urgentes, lo único disponible es una manada de políticos que se exhiben como pavos reales, que afirman haber ganado las elecciones, que ignoran el castigo que les ha propinado el pueblo indignado, que no quieren introducir cambios saludables en un sistema que sólo les beneficia a ellos y que se pelean entre si como gallos arrogantes, escandalizando a la nación y mostrando su patética incapacidad para dialogar y salvar al país.
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La pocilga española
España recibe el año nuevo preocupada, temerosa de su futuro, desconfiada y con sensación de ser rehén de una clase política deplorable, incapaz de sacrificarse por la nación, de renunciar al egoísmo y de adoptar las medidas urgentes que la realidad reclama para salir de la decadencia y de la postración.

Cuando necesita a los mejores, sólo están disponibles los peores, los dominadores de una casta política que ha demostrado hasta la saciedad su incapacidad, corrupción, injusticia y deterioro moral. El pueblo ha dicho a sus partidos en las urnas que les están defraudando y se ha negado a otorgar mayoría a ninguno de ellos, pero los políticos, sin entender el mensaje ciudadano, siguen en las andadas, destruyendo la nación y haciendo de la "democracia" un estercolero del que han expulsado la decencia, la justicia y los grandes valores y en el que los ciudadanos están obligados a convivir con muchos cerdos si moral y a ser guiados por algunos de ellos.

Los ciudadanos saben que tienen derecho a que sus políticos sean decentes y que sirvan a la comunidad, pero están hartos de esperar a los buenos, que nunca llegan. Algunos ciudadanos, indignados ante el desolador panorama, afirman que "España es un país de mierda", pero no es cierto; es sólo "un gran país del que se han apoderado muchos políticos y gente de mierda".

Rajoy y Sánchez, los viejos dueños del corral, habituados a gobernar a capricho y sin tener en cuenta jamás los criterios del ciudadano, quieren ser presidentes por encima de todo y anteponen su propia gloria a la de España. Ni siquiera son capaces de imaginar que el pueblo los quiere fuera del poder o al menos integrados en coaliciones de salvación nacional.

Los emergentes de Podemos y Ciudadanos tampoco reconocen que han fracasado ante las urnas porque el pueblo, a pesar de haber padecido humillaciones y estragos por parte de los viejos partidos, apenas les ha otorgado un puñado de escaños, insuficientes para sustituir a los partidos derrengados y corrompidos del pasado.

¿No se dan cuenta de que los españoles ya no se fían de los políticos, ni siquiera de los nuevos que se presentan con nuevas promesas, palabras y estilos?

La clase política, a todas luces, no da la talla y confirma el veredicto de las encuestas, que reflejan siempre un hondo desprecio de los ciudadanos por los políticos y sus partidos, a los que considera como el gran problema de la nación, junto con el desempleo masivo, que también es responsabilidad directa del mal gobierno.

¿Que mas necesitan para resetear el país, cambiar la deplorable naturaleza de los partidos políticos, reeducar a la clase política y abrir una etapa constituyente, que sea preludio de un sistema mas justo y decente?

España, al iniciarse el año 2016, está más necesitada de una regeneración profunda que de contar con un nuevo gobierno. En países podridos, a veces es bueno carecer de gobierno porque al menos se reduce la corrupción institucional, el abuso de poder y la capacidad de hacer daño a la sociedad.

La regeneración que España necesita mas que el aíre que respira y que los ciudadanos deben exigir exhibiendo su poder en democracia, debe empezar por la cúspide, donde se concentran los peores y mas dañinos focos contaminantes, concretamente en la clase política, los dueños de los grandes capitales, el sistema financiero y esos grupos que operan como pretorianos de la desvergüenza, la injusticia, la desigualdad y la falta de democracia: periodistas, jueces y fuerzas del orden, desde policías a agentes de los servicios de inteligencia.

Después, una vez limpiada la cabeza, lograr que la regeneración afecte a toda la sociedad, es mucho mas fácil porque los españoles son un pueblo pacífico y dócil que rara vez se rebela y que suele siempre seguir las huellas del poder, sea el que sea.


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Viernes, 1 de Enero 2016
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