España se llena de viejos y el envejecimiento veloz e intenso amenaza con destruir el país, mas incluso que la corrupción y el profundo desprecio ciudadano a su clase dirigente, otros dos problemas letales que hipotecan el futuro. La vejez acelerada es hoy el mayor problema de España.
Los datos son estremecedores y ponen de relieve el proceso de envejecimiento de la sociedad española hasta el extremo de que en 2060 nada menos que el 15% de la población tendrá 80 o más años.
Lo mas importante no es la cifra –6,9 millones de personas alcanzarán una edad muy avanzada– sino la evolución. En 2013, apenas el 5,6% de la población contaba con más de 80 años. Es decir, que en menos de medio siglo la proporción se habrá casi triplicado. Y lo que no es menos relevante. España –junto a Grecia y Portugal– será el país de la Unión Europea con más ancianos en términos relativos.
Ese dato, en apariencia inofensivo, es letal porque ningún país podrá sobrevivir con una desproporción tan acusada entre jóvenes y viejos. La economía se resentirá en sus cimientos y los ancianos no podrán cobrar pensiones.
Por culpa de los políticos, que también fracasan en la lucha contra el envejecimiento, como han fracasado en el combate contra la corrupción, la pobreza y la injusticia, solo una inmigración masiva podría detener el colapso, lo que significaría el fin de la cultura y de la identidad de España, ya que las políticas de integración de los inmigrantes son inexistentes o también fracasan por completo.
Pero el gobierno español, preocupado solo por mantenerse en el poder y por políticas inmediatas que den votos hoy mismo, es incapaz de adoptar políticas de futuro, de apoyo a la natalidad, de premios a las parejas que tengan hijos e iniciativas que logren el regreso a España de los cientos de miles de jóvenes que han tenido que emigrar por falta de trabajo.
Los datos aparecen en el último informe de la UE sobre envejecimiento en Europa, y ponen de relieve el imparable proceso demográfico que vive el Viejo Continente y que, en el caso español, se manifiesta en una cifra que habla por sí sola. En 2060, si se cumplen las proyecciones, España tendrá 700.000 habitantes con más de 80 años, mas que jóvenes comprendidos entre 0 y 14, lo que da idea del dramático giro que está dando la pirámide demográfica española. O expresado de otra forma: el 13% tendrá menos de 14 años y el 15% más de 80.
Los datos son estremecedores y ponen de relieve el proceso de envejecimiento de la sociedad española hasta el extremo de que en 2060 nada menos que el 15% de la población tendrá 80 o más años.
Lo mas importante no es la cifra –6,9 millones de personas alcanzarán una edad muy avanzada– sino la evolución. En 2013, apenas el 5,6% de la población contaba con más de 80 años. Es decir, que en menos de medio siglo la proporción se habrá casi triplicado. Y lo que no es menos relevante. España –junto a Grecia y Portugal– será el país de la Unión Europea con más ancianos en términos relativos.
Ese dato, en apariencia inofensivo, es letal porque ningún país podrá sobrevivir con una desproporción tan acusada entre jóvenes y viejos. La economía se resentirá en sus cimientos y los ancianos no podrán cobrar pensiones.
Por culpa de los políticos, que también fracasan en la lucha contra el envejecimiento, como han fracasado en el combate contra la corrupción, la pobreza y la injusticia, solo una inmigración masiva podría detener el colapso, lo que significaría el fin de la cultura y de la identidad de España, ya que las políticas de integración de los inmigrantes son inexistentes o también fracasan por completo.
Pero el gobierno español, preocupado solo por mantenerse en el poder y por políticas inmediatas que den votos hoy mismo, es incapaz de adoptar políticas de futuro, de apoyo a la natalidad, de premios a las parejas que tengan hijos e iniciativas que logren el regreso a España de los cientos de miles de jóvenes que han tenido que emigrar por falta de trabajo.
Los datos aparecen en el último informe de la UE sobre envejecimiento en Europa, y ponen de relieve el imparable proceso demográfico que vive el Viejo Continente y que, en el caso español, se manifiesta en una cifra que habla por sí sola. En 2060, si se cumplen las proyecciones, España tendrá 700.000 habitantes con más de 80 años, mas que jóvenes comprendidos entre 0 y 14, lo que da idea del dramático giro que está dando la pirámide demográfica española. O expresado de otra forma: el 13% tendrá menos de 14 años y el 15% más de 80.