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España: pitos e insultos al poder





El presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, tuvo que huir precipitadamente del acto fúnebre oficial por el guarcia civil asesinado por ETA, mientras que Pedro Zerolo tuvo que escapar escoltado de la concentración ante el Ayuntamiento de Madrid, en ambos casos por los gritos e insultos de la multitud. Otros miembros del gobierno han vivido situaciones similares.

Estos acontecimientos revelan que el gobierno español tiene un problema con los pitidos, insultos y abucheos que recibe, de manera creciente, en sus manifestaciones públicas abiertas a la sociedad. La tentación fácil del poder es culpar a la oposición de esas actividades y aislarse, rodeándose en los actos de gente adicta. Pero esa reacción sería peligrosa y totalitaria. La prudencia y la inteligencia recomiendan hacer una reflexión seria y analizar las verdaderas causas de lo que está ocurriendo y del por qué de esa reacción popular.

Algunos creen que los pitos y abucheos son la reacción lógica tras el acoso orquestado, por parte de la izquierda, a las sedes del PP entre los días 11 y 14 de marzo de 2004.

Pero, objetivamente, existen otras muchas razones que explican, aunque no justifican, ese comportamiento popular.

Se deben valorar factores como la crispación creciente de la sociedad, consecuencia de la radicalización de la vida política y del acoso, desde el gobierno, a una oposición popular a la que se le ha intentado cortar el acceso al poder. También es resultado del divorcio entre políticos y ciudadanos, del deterioro del prestigio y la imagen de la política y de los políticos y hasta del mismo sistema democrático, que muchos ciudadanos comienzan a percibir como una "estafa" manipulada por castas políticas afincadas en el poder y el privilegio.

Pero hay más causas y la principal es haber gobernado desde 2004 sólo para la mitad del país, despreciando y marginando a la otra mitad, uno de los vicios más primitivos y básicos en democracia.

Otra consecuencia es dominio de los medios de comunicación, que convierte al gobierno en una especie de adalid de un pensamiento único y dominante.

El haber realizado desde el gobierno políticas en contra de la opinión pública mayoritaria, como la negociación con ETA y la aprobación del inconstitucional Estatuto de Cataluña, quizás sean las causas principales del "cabreo" de buena parte de la sociedad, que, lçogicamente, se manifiesta ante los políticos.

La segunda razón de la crispación es el desmesurado poder que el gobierno ha otorgado a los nacionalistas extremos, impulsores de reivindicaciones independentistas en Cataluña, País Vasco y Galicia, todos ellos, inexplicablemente, socios del partido socialista, a pesar de que, en teoría, la ideología los hace incompatibles.

Pero hay más causas: el poder insaciable de los partidos políticos, la invasión, desde los partidos, de los poderes básicos del Estado, especialmente del Poder Judicial, algo que invalida a la democraciacia.

También cuenta, aunque menos, el profundo deterioro de la posición de España en el mundo y la torpeza de nuestra política exterior. La gente no perdona que las viejas alianzas con los paises democráticos de Occidente hayan sido relegadas y sustituidas por alianzas con gorilas y tiranos.

Hay, finalmente, otras razones crispantes muy cercanas a la población, que también son responsabilidad del gobierno: la carestía creciente de la vida, la inseguridad en las calles y hogares, la imnvasión de una inmigración desorganizada y con grandes bolsas delictivas, la desigualdad, la creciente pobreza de los marginados, la escandalosa y violenta actividad callejera de las bandas y mafias extranjeras, el difícil acceso a la vivienda por parte de los jóvenes y la injusticia de los empleos mileuristas, entre otras muchas.


   
Martes, 4 de Diciembre 2007
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