Pero lo peor del pensamiento de Torra no son sus frases, sino su aspiración final, que es la misma que tenía Maciá: un levantamiento armado que provoque la independencia de Cataluña por la fuerza. Hace años, hasta los mismos nacionalistas consideraban a Joaquim Torra un perturbado y peligroso extremista, pero hoy las cosas han cambiado tanto que lo han elevado hasta la presidencia del gobierno.
Lean ustedes diez o doce líneas del pensamiento de Quim Torra y sentirán una indignación tan profunda ante el odio que expande que les provocará vómito. En el fondo, los independentistas, al elegir como presidente a un tipejo de tan baja estofa, están haciéndole un favor a España y abriéndonos los ojos para que impidamos que semejante espécimen sea quien represente al Estado en Cataluña.
Sus ideas, plasmadas en blanco sobre negro, tan ofensivas, vejatorias y sucias que resultan obscenas, tan impregnadas de odio que provocan más incredulidad que rechazo. No es fácil encontrar animales tan crueles en la naturaleza y todavía es más impensable que un humano de esas características pueda ser designado para presidir un gobierno en España.
Una de las más osadas barbaridades de Quim fue pedir un alzamiento armado en Cataluña: “Hace falta un nuevo Prats de Molló”, dijo, refiriéndose al levantamiento armado que programó Maciá para lograr la independencia de Cataluña.
Nadie en su sano juicio puede creer que este "gobierno" de Quim Torra aportará estabilidad y será leal a las Instituciones del Estado. Lo lógico es esperar que sea una máquina de destruir la concordia, destrozar la convivencia, hostigar a los adversarios y de seguir generando odio.
La cobardía de Rajoy, la torpeza de Sánchez, disfrazada de prudencia, y el oportunismo veleta de Rivera no pueden encontrar ahora excusa alguna para aplicar el artículo 155 con todas las garantías, para que esa vez cumpla la misión que la Constitución le ha encomendado, que no es otra que limpiar de raíz la podredumbre y frenar la destrucción de la nación.
La auténtica declaración de guerra a España que contiene el discurso del candidato Torra no tiene otra respuesta que la suspensión de la autonomía en Cataluña, donde la nueva presidencia pone en peligro a la mitad de la población catalana no nacionalista, que no puede ser abandonada por el resto de los españoles en manos del odio y la violencia.
Quim Torra es el penúltimo escalón de una escalera cuyo último peldaño será una revuelta popular masiva que los nacionalistas radicales vienen preparando desde hace años, una rebelión de cientos de miles de radicales que tomen las calles, que provoquen enfrentamientos y que copie los esquemas y planteamientos de revoluciones como la de Terciopelo, en la antigua Checoslovaquia y las de la primavera árabe, que forzaron cambios de poder el países como Túnez, Egipto y otros.
Un tipo rebosante de odio al frente de un gobierno de España es un auténtico peligro, una aberración que debe cortarse de raíz y también una invitación para revisar con valentía el diseño autonómico de España, fuente inagotable de envidias, corrupciones, disgregación, despilfarro y ruptura de la nación.
Sus gritos favoritos son "¡Fuera de aquí de una vez! Dejadnos vivir en paz" y "los españoles solo saben expoliar". Esta otra descripción de los españoles destila todavía más odio: "Ahora miras a tu país y vuelves a ver hablar a las bestias. Pero son de otro tipo. Carroñeros, víboras, hienas. Bestias con forma humana, sin embargo, que destilan odio. Un odio perturbado, nauseabundo, como de dentadura postiza con moho, contra todo lo que representa la lengua. Están aquí, entre nosotros."
Los dirigentes de los partidos que se llaman constitucionalistas, Rajoy, Sánchez, Rivera y quizás también Iglesias, aunque sobre la naturaleza de Podemos existan dudas inmensas, deben reconocer sin miedo que Cataluña y también el modelo autonómico vigente nos conducen al desastre, si no quieren pasar a la Historia como una lamentable pandilla de felones.
Francisco Rubiales
Lean ustedes diez o doce líneas del pensamiento de Quim Torra y sentirán una indignación tan profunda ante el odio que expande que les provocará vómito. En el fondo, los independentistas, al elegir como presidente a un tipejo de tan baja estofa, están haciéndole un favor a España y abriéndonos los ojos para que impidamos que semejante espécimen sea quien represente al Estado en Cataluña.
Sus ideas, plasmadas en blanco sobre negro, tan ofensivas, vejatorias y sucias que resultan obscenas, tan impregnadas de odio que provocan más incredulidad que rechazo. No es fácil encontrar animales tan crueles en la naturaleza y todavía es más impensable que un humano de esas características pueda ser designado para presidir un gobierno en España.
Una de las más osadas barbaridades de Quim fue pedir un alzamiento armado en Cataluña: “Hace falta un nuevo Prats de Molló”, dijo, refiriéndose al levantamiento armado que programó Maciá para lograr la independencia de Cataluña.
Nadie en su sano juicio puede creer que este "gobierno" de Quim Torra aportará estabilidad y será leal a las Instituciones del Estado. Lo lógico es esperar que sea una máquina de destruir la concordia, destrozar la convivencia, hostigar a los adversarios y de seguir generando odio.
La cobardía de Rajoy, la torpeza de Sánchez, disfrazada de prudencia, y el oportunismo veleta de Rivera no pueden encontrar ahora excusa alguna para aplicar el artículo 155 con todas las garantías, para que esa vez cumpla la misión que la Constitución le ha encomendado, que no es otra que limpiar de raíz la podredumbre y frenar la destrucción de la nación.
La auténtica declaración de guerra a España que contiene el discurso del candidato Torra no tiene otra respuesta que la suspensión de la autonomía en Cataluña, donde la nueva presidencia pone en peligro a la mitad de la población catalana no nacionalista, que no puede ser abandonada por el resto de los españoles en manos del odio y la violencia.
Quim Torra es el penúltimo escalón de una escalera cuyo último peldaño será una revuelta popular masiva que los nacionalistas radicales vienen preparando desde hace años, una rebelión de cientos de miles de radicales que tomen las calles, que provoquen enfrentamientos y que copie los esquemas y planteamientos de revoluciones como la de Terciopelo, en la antigua Checoslovaquia y las de la primavera árabe, que forzaron cambios de poder el países como Túnez, Egipto y otros.
Un tipo rebosante de odio al frente de un gobierno de España es un auténtico peligro, una aberración que debe cortarse de raíz y también una invitación para revisar con valentía el diseño autonómico de España, fuente inagotable de envidias, corrupciones, disgregación, despilfarro y ruptura de la nación.
Sus gritos favoritos son "¡Fuera de aquí de una vez! Dejadnos vivir en paz" y "los españoles solo saben expoliar". Esta otra descripción de los españoles destila todavía más odio: "Ahora miras a tu país y vuelves a ver hablar a las bestias. Pero son de otro tipo. Carroñeros, víboras, hienas. Bestias con forma humana, sin embargo, que destilan odio. Un odio perturbado, nauseabundo, como de dentadura postiza con moho, contra todo lo que representa la lengua. Están aquí, entre nosotros."
Los dirigentes de los partidos que se llaman constitucionalistas, Rajoy, Sánchez, Rivera y quizás también Iglesias, aunque sobre la naturaleza de Podemos existan dudas inmensas, deben reconocer sin miedo que Cataluña y también el modelo autonómico vigente nos conducen al desastre, si no quieren pasar a la Historia como una lamentable pandilla de felones.
Francisco Rubiales