Al iniciarse hoy en España la campaña de presentaciones de las declaraciones de la renta, conviene destacar que el pago de los impuestos ha dejado de ser considerado como una obligación cívica por cientos de miles de españoles, que, indignados ante la corrupción y el despilfarro del Estado, cumplen con sus deberes fiscales únicamente por temor a las sanciones previstas por la ley. Los abusos del poder y el mal gobierno han provocado que los tiempos en los que los ciudadanos pagaban sus impuestos voluntariamente, creyendo que contribuían con su dinero a la solidaridad, a la igualdad y a la justicia, hayan pasado a la historia en España.
El deterioro de la política y el rechazo a un sistema que muestra con crudeza sus aristas degradadas y antidemocráticas han provocado que España, como ocurría en los antiguos regímenes totalitarios del otro lado del Telón de Acero, se pueble cada día más de "objetores" fiscales y "disidentes" políticos.
Es la reacción natural de los demócratas españoles y de los ciudadanos libres, que no se han dejado narcotizar por el poder ni se han sometido a la dictadura de los partidos políticos, que se oponen al uso que el poder político hace de los impuestos y rechazan la suplantación de la democracia por una sucia oligocracia de partidos, que no respeta la independencia de la Justicia, ni el criterio de la ciudadanía, ni el papel de la sociedad civil como contrapeso del poder, ni la separación de los poderes, ni la misión crítica de la prensa, ni valores imprescindibles en democracia como la igualdad, la solidaridad, la convivencia pacífica y la seguridad ciudadana, entre otros muchos.
Los "objetores fiscales" creen que el gobierno ha incumplido con la legalidad democrática y es injusto al destinar parte de los crecientes impuestos que cobra al ciudadano a financiar en España ayuntamientos gestionados por los proetarras de ANV, receptores de más de 30 millones de euros tan solo en el último ejercicio, y a movimientos terroristas en el extranjero, como Hamás, o a regímenes totalitarios, como el cubano. Los impuestos de los ciudadanos españoles también financian indecencias como subidas injustificadas de sueldos de los políticos, compra de coches de lujo y otros despilfarros del poder, indignos siempre pero especialmente sucios en tiempos de crisis, cuando cientos de miles de españoles se ven empujados hacia el desempleo, la pobreza y los comedores de caridad.
Las filas de los disidentes están cada día más pobladas en España, si bien todavía es un grupo minoritario si se le compara con los "hooligans" que votan a sus partidos políticos con independencia de la gestión política que realicen, incluso si, como está ocurriendo, los gobernantes conducen a la sociedad española directamente hacia la pobreza y el fracaso.
El filósofo esloveno Slavoj Zizek explica la situación de algunas sociedades occidentales, presuntamente democráticas, como la española, demostrando que existe una especie de "estado de excepción permanente" donde el juicio moral queda suspendido y los ciudadanos libres, honrados y demócratas no tienen otra salida que la "disidencia".
Explica Zizek que los dirigentes políticos, al reclamar para sí una autonomía y poder suficientes para "proteger a la población" en situaciones que siempre tienden a considerar "excepcionales", están provocando, de hecho, "un profundo cambio de nuestros valores éticos y políticos".
Esa autonomía de acción que el poder ejecutivo reclama e impone, siempre con la excusa de proteger a la población (a veces contra el terrorismo y otras veces contra la crisis económica), "no es otra cosa que la instauración de un estado permanente de excepción" que jamás podrá encontrar su justificación ni en la Constitución ni en la democracia.
Frente al "estado de excepción permanente", que en España hace que una cuarta parte de la población, la que ha estado gobernada por el nacionalismo radical, viva al margen de algunos principios y valores constitucionales, o que el gobierno utilice el dinero de los contribuyentes para fines no necesariamente lícitos, como pueden ser las subidas injustificadas de los sueldos de los políticos, sus lujos y despilfarros y la financiación de los ayuntamientos proetarras de ANV, entre otros, al ciudadano demócrata y libre no le queda otra salida que la objeción fiscal y la disidencia política.
El deterioro de la política y el rechazo a un sistema que muestra con crudeza sus aristas degradadas y antidemocráticas han provocado que España, como ocurría en los antiguos regímenes totalitarios del otro lado del Telón de Acero, se pueble cada día más de "objetores" fiscales y "disidentes" políticos.
Es la reacción natural de los demócratas españoles y de los ciudadanos libres, que no se han dejado narcotizar por el poder ni se han sometido a la dictadura de los partidos políticos, que se oponen al uso que el poder político hace de los impuestos y rechazan la suplantación de la democracia por una sucia oligocracia de partidos, que no respeta la independencia de la Justicia, ni el criterio de la ciudadanía, ni el papel de la sociedad civil como contrapeso del poder, ni la separación de los poderes, ni la misión crítica de la prensa, ni valores imprescindibles en democracia como la igualdad, la solidaridad, la convivencia pacífica y la seguridad ciudadana, entre otros muchos.
Los "objetores fiscales" creen que el gobierno ha incumplido con la legalidad democrática y es injusto al destinar parte de los crecientes impuestos que cobra al ciudadano a financiar en España ayuntamientos gestionados por los proetarras de ANV, receptores de más de 30 millones de euros tan solo en el último ejercicio, y a movimientos terroristas en el extranjero, como Hamás, o a regímenes totalitarios, como el cubano. Los impuestos de los ciudadanos españoles también financian indecencias como subidas injustificadas de sueldos de los políticos, compra de coches de lujo y otros despilfarros del poder, indignos siempre pero especialmente sucios en tiempos de crisis, cuando cientos de miles de españoles se ven empujados hacia el desempleo, la pobreza y los comedores de caridad.
Las filas de los disidentes están cada día más pobladas en España, si bien todavía es un grupo minoritario si se le compara con los "hooligans" que votan a sus partidos políticos con independencia de la gestión política que realicen, incluso si, como está ocurriendo, los gobernantes conducen a la sociedad española directamente hacia la pobreza y el fracaso.
El filósofo esloveno Slavoj Zizek explica la situación de algunas sociedades occidentales, presuntamente democráticas, como la española, demostrando que existe una especie de "estado de excepción permanente" donde el juicio moral queda suspendido y los ciudadanos libres, honrados y demócratas no tienen otra salida que la "disidencia".
Explica Zizek que los dirigentes políticos, al reclamar para sí una autonomía y poder suficientes para "proteger a la población" en situaciones que siempre tienden a considerar "excepcionales", están provocando, de hecho, "un profundo cambio de nuestros valores éticos y políticos".
Esa autonomía de acción que el poder ejecutivo reclama e impone, siempre con la excusa de proteger a la población (a veces contra el terrorismo y otras veces contra la crisis económica), "no es otra cosa que la instauración de un estado permanente de excepción" que jamás podrá encontrar su justificación ni en la Constitución ni en la democracia.
Frente al "estado de excepción permanente", que en España hace que una cuarta parte de la población, la que ha estado gobernada por el nacionalismo radical, viva al margen de algunos principios y valores constitucionales, o que el gobierno utilice el dinero de los contribuyentes para fines no necesariamente lícitos, como pueden ser las subidas injustificadas de los sueldos de los políticos, sus lujos y despilfarros y la financiación de los ayuntamientos proetarras de ANV, entre otros, al ciudadano demócrata y libre no le queda otra salida que la objeción fiscal y la disidencia política.