El espectáculo del Congreso en la toma de posesión de los nuevos diputados fue bochornoso y humillante, pero pronto fue superado en indecencia y suciedad por la cesión de senadores socialistas a ese independentismo catalán que quiere acabar con España, un gesto no de "cortesía parlamentaria", sino de vileza política y traición al mandato de las urnas porque ningún español entregó su voto a Pedro Sánchez para ese rastrero fin.
El Congreso parecía la Torre de Babel en plena confusión de lenguas. Todos hablaban, pero nadie se entendía. Parecían actuar para la prensa porque todos pugnaban por llamar la atención de las cámaras. Unos acudieron con charanga, para apoyar la cultura, otra con el bebé en brazos, para reivindicar que las madres puedan ir al trabajo con sus hijos, otro decía que era español antes que nada, la otra que estaba ahí para apoyar el proceso independentista catalán, unos con el puño en alto, otros improvisando juramentos y promesas extraños, etc. Hasta había tipos que lucían peinados propios de un campamento hippi.
Pura política de gestos, escasez de curricula y muchas carencias estéticas en lo que debería ser el templo de la verdad y del debate libre en España, pero sin cordura visible, sin nada admirable y sin que nadie tuviera en cuenta lo que los españoles están pidiendo a gritos: diálogo y entendimiento para gobernar con fuerza y solvencia, un gobierno de amplia base para resolver los difíciles y peligrosos problemas de España, democracatización del país, limpieza a fondo de la sociedad, reformas profundas, justicia y, por encima de todo, lucha a muerte contra la corrupción que se ha enquistado en las instituciones y en el corazón del Estado.
Ese Parlamento, variopinto e impresentable, tan lleno de privilegios como vacío de patriotismo y grandeza, es lo que hemos cosechado después de 35 años de falsa democracia, abonando el sistema con votos desde 1978, eligiendo a un gobierno tras otro, de derecha y de izquierda, cada cual mas golfo e inepto que el anterior.
La periodista Pilar Cernuda dice que algunos diputados de Podemos en el Congreso olían mal. Dicen que el peor olía era el de las rastas, el cual, con el dedo acusador, decía que 'Los recortes y agresiones de estos años son de gente con traje y corbata'. Pero peor que él olía el comisionista Gomez de la Serna, dotado con un rostro de cemento, resistiendo en el escaño a pesar de que el país entero le pide que se marche porque no es digno.
El espectáculo de la nueva España asustó e hirió la sensibilidad del millonario Rajoy, del ambicioso Pedro Sánchez y de muchos antiguos parlamentarios, todos ellos ricos, acostumbrados a los privilegios y a formar parte de la élite de España. Lástima que nadie les lanzara al rostro que esa España que huele mal y tiene educación de chimpancés ha entrado en el Congreso porque ellos, con su incompetencia, la han traído. Es la España que ellos han creado gobernando como ineptos, sin ética y sin rendir cuentas a nadie. Ahora es justo que soporten el hedor y el aspecto greñudo y sucio de su obra.
El espectáculo bochornoso y la baja calidad del personal que nos representa solo son posibles porque el pueblo español ha sido expulsado de la política, no pinta nada, ni es capaz de protestar, de exigir o de expulsar del poder, como es su derecho, a los indeseables. Poca categoría en el hemiciclo, menos calidad y todavía menos mérito. Algunos hasta tenían antecendentes como traficantes de drogas y episodios de violencia. Desde luego, poco de lo que sentirse orgulloso.
Pensar que el destino de esta nación en peligro, infectada de corrupción, con mas parados que media Europa junta, con lo pobreza avanzando, endeudada hasta los huesos y con su integridad territorial y cohesión amenazadas por una jauría independentista cargada de odio, está en manos de esa tribu y que ellos son los mas altos representantes de la nación, es para salir corriendo y no detenerse hasta llegar por lo menos a Laponia.
Lo que España necesita es un reseteo profundo de su sistema político y empezar de nuevo, esta vez en serio, sin trucos y sin trampas, instaurando una democracia real y sustituyendo a la pandillas ineptas y sin grandeza por servidores públicos con preparación y generosidad. No se trata tanto de hacer reformas como de sustituir la pobreza moral por la riqueza, a los miserables por gente decente y con valores. Es probable que el 90 por ciento de los problemas de la nación se resuelvan si dejamos sin trabajo a 350.000 políticos que sobran y si concentramos el esfuerzo en crear una verdadera democracia, no un sistema de piratas disfrazados de demócratas.
El de España es mas un problema de personas que de leyes y de normas. Puede que tengan razón los que dicen que en España han tomado el poder los peores y que lo único urgente es desalojarlos y sustituirlos por gente de bien.
El Congreso parecía la Torre de Babel en plena confusión de lenguas. Todos hablaban, pero nadie se entendía. Parecían actuar para la prensa porque todos pugnaban por llamar la atención de las cámaras. Unos acudieron con charanga, para apoyar la cultura, otra con el bebé en brazos, para reivindicar que las madres puedan ir al trabajo con sus hijos, otro decía que era español antes que nada, la otra que estaba ahí para apoyar el proceso independentista catalán, unos con el puño en alto, otros improvisando juramentos y promesas extraños, etc. Hasta había tipos que lucían peinados propios de un campamento hippi.
Pura política de gestos, escasez de curricula y muchas carencias estéticas en lo que debería ser el templo de la verdad y del debate libre en España, pero sin cordura visible, sin nada admirable y sin que nadie tuviera en cuenta lo que los españoles están pidiendo a gritos: diálogo y entendimiento para gobernar con fuerza y solvencia, un gobierno de amplia base para resolver los difíciles y peligrosos problemas de España, democracatización del país, limpieza a fondo de la sociedad, reformas profundas, justicia y, por encima de todo, lucha a muerte contra la corrupción que se ha enquistado en las instituciones y en el corazón del Estado.
Ese Parlamento, variopinto e impresentable, tan lleno de privilegios como vacío de patriotismo y grandeza, es lo que hemos cosechado después de 35 años de falsa democracia, abonando el sistema con votos desde 1978, eligiendo a un gobierno tras otro, de derecha y de izquierda, cada cual mas golfo e inepto que el anterior.
La periodista Pilar Cernuda dice que algunos diputados de Podemos en el Congreso olían mal. Dicen que el peor olía era el de las rastas, el cual, con el dedo acusador, decía que 'Los recortes y agresiones de estos años son de gente con traje y corbata'. Pero peor que él olía el comisionista Gomez de la Serna, dotado con un rostro de cemento, resistiendo en el escaño a pesar de que el país entero le pide que se marche porque no es digno.
El espectáculo de la nueva España asustó e hirió la sensibilidad del millonario Rajoy, del ambicioso Pedro Sánchez y de muchos antiguos parlamentarios, todos ellos ricos, acostumbrados a los privilegios y a formar parte de la élite de España. Lástima que nadie les lanzara al rostro que esa España que huele mal y tiene educación de chimpancés ha entrado en el Congreso porque ellos, con su incompetencia, la han traído. Es la España que ellos han creado gobernando como ineptos, sin ética y sin rendir cuentas a nadie. Ahora es justo que soporten el hedor y el aspecto greñudo y sucio de su obra.
El espectáculo bochornoso y la baja calidad del personal que nos representa solo son posibles porque el pueblo español ha sido expulsado de la política, no pinta nada, ni es capaz de protestar, de exigir o de expulsar del poder, como es su derecho, a los indeseables. Poca categoría en el hemiciclo, menos calidad y todavía menos mérito. Algunos hasta tenían antecendentes como traficantes de drogas y episodios de violencia. Desde luego, poco de lo que sentirse orgulloso.
Pensar que el destino de esta nación en peligro, infectada de corrupción, con mas parados que media Europa junta, con lo pobreza avanzando, endeudada hasta los huesos y con su integridad territorial y cohesión amenazadas por una jauría independentista cargada de odio, está en manos de esa tribu y que ellos son los mas altos representantes de la nación, es para salir corriendo y no detenerse hasta llegar por lo menos a Laponia.
Lo que España necesita es un reseteo profundo de su sistema político y empezar de nuevo, esta vez en serio, sin trucos y sin trampas, instaurando una democracia real y sustituyendo a la pandillas ineptas y sin grandeza por servidores públicos con preparación y generosidad. No se trata tanto de hacer reformas como de sustituir la pobreza moral por la riqueza, a los miserables por gente decente y con valores. Es probable que el 90 por ciento de los problemas de la nación se resuelvan si dejamos sin trabajo a 350.000 políticos que sobran y si concentramos el esfuerzo en crear una verdadera democracia, no un sistema de piratas disfrazados de demócratas.
El de España es mas un problema de personas que de leyes y de normas. Puede que tengan razón los que dicen que en España han tomado el poder los peores y que lo único urgente es desalojarlos y sustituirlos por gente de bien.