Si se contempla la "lucha" entre Zapatero y Rajoy, entre gobierno y oposición, uno tiene la sensación de estar viendo un combate de boxeo entre un púgil viejo, cansado y marrullero (ZP) contra un niño de seis años (Rajoy) al que, indefenso y torpe, le dan golpes por todas partes. Y entonces descubrimos que la mal llamada "democracia española" no sólo carece de atributos claves como la independencia de la Justicia, el respeto al ciudadano, el imperio de una ley igual para todos o la existencia de una sociedad civil vigorosa y capaz de operar como contrapeso del poder político, sino que le falla también la esencia del juego del poder: una oposición crítica, capaz de controlar al gobierno.
El gobierno de Zapatero debería estar desgastado y al borde del colapso, víctima de su nefasta gestión de una crisis económica que está arruinando a España a velocidad de vértigo y de sus múltiples fracasos: en política exterior, donde es poco apreciado y respetado, en política autonómica, donde alimenta la disgregación de España, y en casi todos los campos que toca, pero la oposición que lidera Rajoy es incapaz de capitalizar esos fracasos, ni de causar el más mínimo desgaste al peor gobierno que ha tenido España desde la muerte de Franco y, probablemente, también desde los tiempos del nefasto Fernando VII.
La única explicación de lo que ocurre, para desgracia de los españoles, es que si el gobierno es malo, la oposición es pésima. El modelo de Andalucía se ha trasladado a la realidad nacional: los socialistas andaluces, cansados, torpes y sin imaginación después de tres décadas en el poder, siguen derrotando con facilidad en las urnas a un Partido Popular que, mál dirigido, nunca podrá gobernar con sus actuales planteamientos y dirigentes.
El gobierno de Zapatero, acosado por el fracaso y la crisis, ha conseguido compartir toda esa mugre con el Partido Popular, como si ambos estuvieran gobernando. Es increible, pero cierto. Ante esa realidad, Rajoy debería asumir que su oposición es un fracaso mayúsculo, un drama que, seguramente, será estudiado en todas las escualas políticas del mundo como uno de los ejemplos más didácticos y claros de cómo nunca debe hacerse oposición en política.
En la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros del día 3 de octubre, la "vice" María Teresa Fernández de la Vega acusaba al Partido Popular de ser culpable de la crisis por no "arrimar el hombro" y ayudar al gobierno en la difícil coyuntura. Era un mensaje perverso y mentiroso, pero parece que está calando y que el peor gobierno de la España moderna está sobreviviendo cómodamente en el fracaso gracias a la más inepta y torpe oposición.
El gobierno de Zapatero debería estar desgastado y al borde del colapso, víctima de su nefasta gestión de una crisis económica que está arruinando a España a velocidad de vértigo y de sus múltiples fracasos: en política exterior, donde es poco apreciado y respetado, en política autonómica, donde alimenta la disgregación de España, y en casi todos los campos que toca, pero la oposición que lidera Rajoy es incapaz de capitalizar esos fracasos, ni de causar el más mínimo desgaste al peor gobierno que ha tenido España desde la muerte de Franco y, probablemente, también desde los tiempos del nefasto Fernando VII.
La única explicación de lo que ocurre, para desgracia de los españoles, es que si el gobierno es malo, la oposición es pésima. El modelo de Andalucía se ha trasladado a la realidad nacional: los socialistas andaluces, cansados, torpes y sin imaginación después de tres décadas en el poder, siguen derrotando con facilidad en las urnas a un Partido Popular que, mál dirigido, nunca podrá gobernar con sus actuales planteamientos y dirigentes.
El gobierno de Zapatero, acosado por el fracaso y la crisis, ha conseguido compartir toda esa mugre con el Partido Popular, como si ambos estuvieran gobernando. Es increible, pero cierto. Ante esa realidad, Rajoy debería asumir que su oposición es un fracaso mayúsculo, un drama que, seguramente, será estudiado en todas las escualas políticas del mundo como uno de los ejemplos más didácticos y claros de cómo nunca debe hacerse oposición en política.
En la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros del día 3 de octubre, la "vice" María Teresa Fernández de la Vega acusaba al Partido Popular de ser culpable de la crisis por no "arrimar el hombro" y ayudar al gobierno en la difícil coyuntura. Era un mensaje perverso y mentiroso, pero parece que está calando y que el peor gobierno de la España moderna está sobreviviendo cómodamente en el fracaso gracias a la más inepta y torpe oposición.
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