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España, hogar de las mafias y paraíso de delincuentes europeos y africanos



El reciente crimen perpetrado por "el Melillero", un peligroso delincuente marroquí radicado en España, sobre el que pesan al menos siete órdenes de captura y tiene un juicio pendiente, que arrojó ácido sobre su ex novia y una amiga, hiriendo a una de ellas de extrema gravedad, es la última prueba palpable de que España se ha convertido en un paraíso para toda la cochambre delictiva internacional. El Melillero, a pesar de su pavoroso historial delictivo y de tener un juicio pendiente por violencia de género, se movía con relativa libertad por España, como hacen miles de delincuentes.

La detención del Melillero sólo se produjo cuando su crimen se convirtió en un escándalo de grave repercusión social y mediática y la policía se sintió obligada a su captura para evitar un escándalo de proporciones enormes.

Me cuenta una fuente policial que España es cada día más el paraíso de las mafias y de la delincuencia mundial. Dice que vivir un día cualquiera en una comisaria española es un suplicio por la cantidad de canallas y delincuentes arrogantes e impunes que pasan por ella, sin sufrir castigo alguno por sus abusos, tropelías y delitos. Las cárceles españolas, donde los delincuentes gozan de privilegios como sueldo, médicina gratuita, facilidades para estudiar y otras muchas, de más calidad que los españoles necesitados, están llenas y el gobierno se niega a alimentar a mas chorizos, ladrones, carteristas y navajeros, la mayoría de los cuales son extranjeros, a los que los jueces dejan libres, incluso después de haber cometido cientos de delitos.

Todo eso crea inseguridad y contribuye a deteriorar seriamente la calidad de la vida en España, que ya no es aquel país donde se vivía bien.
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Imagen del "Melillero", el marroquí que arrojó ácido sobre su ex novia y una amiga, finalmente detenido. Los delincuentes magrebíes, rumanos y de otros muchos países asolan España sin apenas recibir castigo
La proliferación de delincuentes en las calles de España es otra de las bajezas por las que el gobierno de Sánchez debería responder ante la ciudadanía y los tribunales. La inseguridad ciudadana es otra de las realidades que el gobierno oculta, con la ayuda de sus medios comprados, sobre todo de las televisiones, expertas en mentiras y silencios.

Los delitos de perfil medio y bajo, que incluyen robos, hurtos, palizas, vejaciones, allanamientos y trafico pequeño y mediano de drogas y mercancías robadas tienen un 90 por ciento de posibilidades de quedar sin castigo en España. Los delincuentes de todo el mundo lo saben y acuden como moscas a la miel. España, que ya era un paraíso para las mafias internacionales y el dinero sucio, ahora lo es también para los pequeños y medianos delincuentes, aquellos que más inseguridad crean en las calles y que hacen insoportable la vida a la gente de bien.

El gobierno de Pedro Sánchez, con su buenismo y su apuesta por los ilegales, precarios, desarrapados, chorizos y traficantes, poco a poco está convirtiendo en un suplicio la vida en España. Hay quien dice que esa "acogida" de delincuentes forma parte del plan para deteriorar el país y hundirlo económicamente, que es lo que hacen los comunistas para que el pueblo, hambriento, inseguro y lleno de miedo, se eche en los brazos del Estado y aplauda la tiranía del Estado fuerte sin libertades ni derechos.

Mis fuentes de la policía y los servicios de inteligencia corroboran el profundo deterioro de la seguridad y la convivencia en España y la indiferencia del gobierno de Sánchez e Iglesias ante ese deterioro profundo.

Quizás la mejor manera de entender el estado de la pocilga española bajo el ministro del interior Marlaska sea analizar una conversación entre rumanos grabada por la policía:

-Nicolae: «En Alemania es muy arriesgado robar, no es lo mismo que en España; en España te dan a firmar y ya está.

-M: Sí, pero al final sí que salen los juicios.

-Nicolae: Da igual porque no pasa nada, te envían a tu casa y ya está. En cambio, en Alemania a la primera metedura de pata tienes problemas.

-M: Hay que tener cuidado porque los tontos han aprendido mucho.

- M: ¿Os han sacado las huellas?

- R: No, sólo hemos firmado, todavía no hemos puesto las huellas.

- M: Mañana a las doce os llevarán al Juzgado y a las doce y media os soltarán, no pasará nada. ¿Os han cogido dinero?

- R: No, no.

- M: Entonces, no te preocupes que no pasará nada."

El texto anterior es parte de una conversación interceptada por agentes de Policía Judicial española que seguían a una banda de rumanos dedicada a robos en polígonos. Los "tontos" a los que se refieren son los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, los mismos que ven con impotencia como tras meses de investigaciones un grupo organizado de delincuentes queda en libertad nada más ser detenido, o si hay suerte en los meses siguientes. Los criminales que viven de los hurtos, los robos con fuerza y los robos con violencia se escapan por las rendijas del sistema judicial y quienes se dedican a perseguirlos advierten que si no se toman medidas es imposible atajar esta delincuencia, que no hace más que crecer.

Las cárceles españolas están saturadas y el gasto del Estado en el mantenimiento de presos es enorme, lo que impulsa al sistema a ser permisivo y a dejar a ladrones y criminales en la calle, todo un peligro para una ciudadanía que, además de estar acosada por la pandemia y el desempleo, además de ser más pobre y esquilmada por la codicia insensata de los políticos, se siente cada día más desamparada por la autoridad y con menos esperanza ante el futuro.

Francisco Rubiales


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Domingo, 17 de Enero 2021
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