La fechoría antidemocrática fue apoyada, directa o indirectamente, por todos los grandes partidos, excepto VOX, que ayer se convirtió en el único reducto de los españoles demócratas. Hasta el PP fue incomprensiblemente tibio y se abstuvo ante el abuso. Ciudadanos, como viene siendo habitual bajo el mandato de la complaciente Inés Arrimadas, se arrodilló ante la tiranía.
Europa y el mundo libre contemplaron sorprendidos el suicidio democrático de España y se reafirmaron en su criterio de que el gobierno español es un auténtico peligro, peor que la pandemia, como argumenta con razón The New York Times.
PSOE, Unidas Podemos, ERC, Cs, PDeCAT, PNV, Más País, Compromís y otros pequeños partidos apoyaron la declaración. Pedro Sánchez comparecerá cada dos meses en el Congreso, pero lo hará solo para informar y no se votará de nuevo el estado de alarma. La medida de excepción, que otorga poderes especiales y legaliza la supresión de derechos fundamentales del individuo, se aprueba hasta mayo, aunque podrá levantarse en marzo, siempre que el gobierno crea que la situación es buena.
El presidente del Gobierno protagonizó un muy criticado desprecio al Parlamento marchándose del hemiciclo nada más escuchar al ministro Illa y sin escuchar a los partidos.
España, de manera inexplicable, ha optado por una salida antidemocrática y dictatorial, mientras el resto del mundo libre está combatiendo la pandemia con la misma o con mayor intensidad que España, sin haber tenido que instaurar la tiranía.
Otorgar plenos poderes a un tipo como Pedro Sánchez es un verdadero suicidio, como clavarse una daga en el propio pecho o como dar una metralleta cargada a un mono dentro de un autobús abarrotado.
VOX, que fue el único partido grande que votó en contra, debió ganar ayer miles de votos de ciudadanos frustrados y escandalizados ante la deriva de España y la pasividad colaboracionista del PP y Ciudadanos, que en teoría son parte de la oposición. VOX, que dijo que recurriría la medida ante el Tribunal Constitucional, demostró haberse convertido en el único reducto sensato y democrático que resiste en España y la única defensa frente al asalto de las hordas totalitarias.
Votar "SI" no significaba ayer apoyar medidas contundentes contra la pandemia, sino otorgar poderes absolutistas al gobierno para que haga lo que quiera, sin los imprescindibles controles democráticos, durante nada menos que medio año, un periodo más que suficiente para cambiar España de punta a rabo.
Ojalá los españoles no nos tengamos que arrepentir de esa locura.
Francisco Rubiales
Europa y el mundo libre contemplaron sorprendidos el suicidio democrático de España y se reafirmaron en su criterio de que el gobierno español es un auténtico peligro, peor que la pandemia, como argumenta con razón The New York Times.
PSOE, Unidas Podemos, ERC, Cs, PDeCAT, PNV, Más País, Compromís y otros pequeños partidos apoyaron la declaración. Pedro Sánchez comparecerá cada dos meses en el Congreso, pero lo hará solo para informar y no se votará de nuevo el estado de alarma. La medida de excepción, que otorga poderes especiales y legaliza la supresión de derechos fundamentales del individuo, se aprueba hasta mayo, aunque podrá levantarse en marzo, siempre que el gobierno crea que la situación es buena.
El presidente del Gobierno protagonizó un muy criticado desprecio al Parlamento marchándose del hemiciclo nada más escuchar al ministro Illa y sin escuchar a los partidos.
España, de manera inexplicable, ha optado por una salida antidemocrática y dictatorial, mientras el resto del mundo libre está combatiendo la pandemia con la misma o con mayor intensidad que España, sin haber tenido que instaurar la tiranía.
Otorgar plenos poderes a un tipo como Pedro Sánchez es un verdadero suicidio, como clavarse una daga en el propio pecho o como dar una metralleta cargada a un mono dentro de un autobús abarrotado.
VOX, que fue el único partido grande que votó en contra, debió ganar ayer miles de votos de ciudadanos frustrados y escandalizados ante la deriva de España y la pasividad colaboracionista del PP y Ciudadanos, que en teoría son parte de la oposición. VOX, que dijo que recurriría la medida ante el Tribunal Constitucional, demostró haberse convertido en el único reducto sensato y democrático que resiste en España y la única defensa frente al asalto de las hordas totalitarias.
Votar "SI" no significaba ayer apoyar medidas contundentes contra la pandemia, sino otorgar poderes absolutistas al gobierno para que haga lo que quiera, sin los imprescindibles controles democráticos, durante nada menos que medio año, un periodo más que suficiente para cambiar España de punta a rabo.
Ojalá los españoles no nos tengamos que arrepentir de esa locura.
Francisco Rubiales