Monumento a los torturados y encerrados en los campos de prisioneros de la URSS
Los gobiernos corrompidos y envilecidos no toleran la crítica y la persiguen con saña. En el pasado utilizaban métodos violentos que incluían la cárcel, la tortura y el asesinato, pero ahora hay maneras más sutiles de obtener los mismos resultados. La violencia física está pasada de moda y los tiranos recurren a métodos más invisibles y eficaces, aunque no menos crueles.
La tiranía blanda se ha instaurado en muchos países, entre los que destaca España. Se somete al ciudadano a "terapias" de crítica. escarnio y acoso, se destruye su fama, se le arruina y se le provoca tanto miedo y dolor que muchas veces la víctima termina anulada, enferma de la mente o en el suicidio o la muerte civil. Basta con ridiculizarlo , sin que sea necesario golpearlo, encarcelarlo o matarlo. El solo se muere. civil o físicamente, incapaz de soportar la impotencia, el ridículo y la destrucción de su fama, reputación y economía. Todos huyen de su lado, se queda sólo y muere civilmente.
Los mecanismos son sutiles, pero crueles. Se les elimina de las listas de protocolo, no es invitado a ningún acto público, se le aísla, se le cierran los grifos de las subvenciones y los contratos, se presiona a sus clientes y amigos para que le abandonen, se esparcen rumores y acusaciones falsas, se habla con sus jefes en el trabajo... hasta conseguir que el individuo se siente acosado y desprotegido, hasta que cunde el desánimo y empieza la muerte.
Los partidos y los gobiernos logran ese escarnio utilizando su poder sin control y el dinero abundante que poseen, al mismo tiempo que utilizan para el asesinato civil a los medios de comunicación comprados, a los periodistas y comunicadores sometidos, a empresas oscuras especializadas en rumores, bulos y destrucción, a los aparatos policiales, que sólo cumplen órdenes, y a jueces amigos del poder.
El sistema es viejo y se inventó en el Occidente libre, mientras que en la URSS, Cuba, China y otras tiranías se seguía encarcelando, golpeando y torturando. Es famosa la anécdota de una delegación rusa que visitaba Estados Unidos y al leer la prensa descubrió que todos los periódicos enfocaban la noticia de la misma manera. Preguntaron entonces si esa unanimidad la conseguían con dinero o con tortura. Los norteamericanos le dijeron que nada de eso, que la prensa era libre y solía confiar en las fuentes oficiales. Los rusos respondieron "Nosotros, para conseguir eso tenemos que arrancar muchas uñas y descalabrar a unos cuantos periodistas".
El franquismo mezclaba los dos sistemas, los sutiles y los drásticos, cuando el asunto era grave y afectaba a las altas esferas del gobierno. Había cierta libertad para criticar la política local y eso servía para mantener relativamente limpios los ayuntamientos y las diputaciones, pero si se avanzaba demasiado en la disidencia llegaba la represión.
Personalmente sufrí ese tipo de acoso que suele terminar en muerte civil. Trabajé en la Expo 92 como máximo responsable de la comunicación durante los dos primeros años (1985-87), pero fui crítico con las administraciones socialistas que hacían el boicot al Comisario General, Manuel Olivencia. Cuando llegó como mandamás Jacinto Pellón, hombre de confianza del partido socialista, me sustituyó en el cargo y decidí marcharme. Desde fuera fui crítico con la gestión corrupta del evento y fui represaliado sin piedad. Se hablaba con mis clientes para desacreditarme y se me negaban contratos y colaboraciones con la organización. Perdí contratos y oportunidades injustamente, pero pude escapar del acoso gracias a muchos amigos que me ayudaron, a mi valor real como profesional experto y a mi tesón. Pero me salvé en realidad porque el gobierno de entonces todavía no había perfeccionado los nuevos métodos sutiles de acoso y asesinato civil. Hoy no me habría escapado sin dejarme en la batalla trozos vitales de mi existencia.
Las dictaduras se reconocían en el pasado por sus métodos de represión violentos. Al enemigo se le detenía, torturaba o mataba. En algunos casos se le encarcelaba durante muchos años, hasta que quedaba anulado. Pero hoy se emplea métodos más suaves. Son dictaduras implacable, pero con apariencia blanda. La marginación, el acoso y la ruina económica y moral son los sistemas que han sustituido a los secuestros, escuadrones de la muerte, manporros y torturas.
Pero las dictaduras subsisten, aunque hayan cambiado sus métodos y los canallas y delincuentes siguen ejerciendo como indignos dueños de los estados, controlando a la gente a través del miedo, limitando las libertades civiles, intimidando, comprando medios y voluntades y un largo etcétera que convierte a algunos políticos y a sus partidos en enemigos declarados del bien común, de la democracia, de la Justicia y hasta de la civilización humana.
Francisco Rubiales
La tiranía blanda se ha instaurado en muchos países, entre los que destaca España. Se somete al ciudadano a "terapias" de crítica. escarnio y acoso, se destruye su fama, se le arruina y se le provoca tanto miedo y dolor que muchas veces la víctima termina anulada, enferma de la mente o en el suicidio o la muerte civil. Basta con ridiculizarlo , sin que sea necesario golpearlo, encarcelarlo o matarlo. El solo se muere. civil o físicamente, incapaz de soportar la impotencia, el ridículo y la destrucción de su fama, reputación y economía. Todos huyen de su lado, se queda sólo y muere civilmente.
Los mecanismos son sutiles, pero crueles. Se les elimina de las listas de protocolo, no es invitado a ningún acto público, se le aísla, se le cierran los grifos de las subvenciones y los contratos, se presiona a sus clientes y amigos para que le abandonen, se esparcen rumores y acusaciones falsas, se habla con sus jefes en el trabajo... hasta conseguir que el individuo se siente acosado y desprotegido, hasta que cunde el desánimo y empieza la muerte.
Los partidos y los gobiernos logran ese escarnio utilizando su poder sin control y el dinero abundante que poseen, al mismo tiempo que utilizan para el asesinato civil a los medios de comunicación comprados, a los periodistas y comunicadores sometidos, a empresas oscuras especializadas en rumores, bulos y destrucción, a los aparatos policiales, que sólo cumplen órdenes, y a jueces amigos del poder.
El sistema es viejo y se inventó en el Occidente libre, mientras que en la URSS, Cuba, China y otras tiranías se seguía encarcelando, golpeando y torturando. Es famosa la anécdota de una delegación rusa que visitaba Estados Unidos y al leer la prensa descubrió que todos los periódicos enfocaban la noticia de la misma manera. Preguntaron entonces si esa unanimidad la conseguían con dinero o con tortura. Los norteamericanos le dijeron que nada de eso, que la prensa era libre y solía confiar en las fuentes oficiales. Los rusos respondieron "Nosotros, para conseguir eso tenemos que arrancar muchas uñas y descalabrar a unos cuantos periodistas".
El franquismo mezclaba los dos sistemas, los sutiles y los drásticos, cuando el asunto era grave y afectaba a las altas esferas del gobierno. Había cierta libertad para criticar la política local y eso servía para mantener relativamente limpios los ayuntamientos y las diputaciones, pero si se avanzaba demasiado en la disidencia llegaba la represión.
Personalmente sufrí ese tipo de acoso que suele terminar en muerte civil. Trabajé en la Expo 92 como máximo responsable de la comunicación durante los dos primeros años (1985-87), pero fui crítico con las administraciones socialistas que hacían el boicot al Comisario General, Manuel Olivencia. Cuando llegó como mandamás Jacinto Pellón, hombre de confianza del partido socialista, me sustituyó en el cargo y decidí marcharme. Desde fuera fui crítico con la gestión corrupta del evento y fui represaliado sin piedad. Se hablaba con mis clientes para desacreditarme y se me negaban contratos y colaboraciones con la organización. Perdí contratos y oportunidades injustamente, pero pude escapar del acoso gracias a muchos amigos que me ayudaron, a mi valor real como profesional experto y a mi tesón. Pero me salvé en realidad porque el gobierno de entonces todavía no había perfeccionado los nuevos métodos sutiles de acoso y asesinato civil. Hoy no me habría escapado sin dejarme en la batalla trozos vitales de mi existencia.
Las dictaduras se reconocían en el pasado por sus métodos de represión violentos. Al enemigo se le detenía, torturaba o mataba. En algunos casos se le encarcelaba durante muchos años, hasta que quedaba anulado. Pero hoy se emplea métodos más suaves. Son dictaduras implacable, pero con apariencia blanda. La marginación, el acoso y la ruina económica y moral son los sistemas que han sustituido a los secuestros, escuadrones de la muerte, manporros y torturas.
Pero las dictaduras subsisten, aunque hayan cambiado sus métodos y los canallas y delincuentes siguen ejerciendo como indignos dueños de los estados, controlando a la gente a través del miedo, limitando las libertades civiles, intimidando, comprando medios y voluntades y un largo etcétera que convierte a algunos políticos y a sus partidos en enemigos declarados del bien común, de la democracia, de la Justicia y hasta de la civilización humana.
Francisco Rubiales