El de sucesiones y Donaciones es un impuesto de una ibjusticia y crueldad fuera de lo común
Los impuestos, a lo largo de la Historia, los han cobrado las clases dominantes para financiar sus guerras, su protección y sus lujos. Los países actuales son los que más impuestos cobran en toda la Historia, más que los señores feudales y que los antiguos emperadores de Egipto o Persia, con fama de expoliadores.
Según datos del Foro Económico Mundial, la Humanidad, en lugar de avanzar en materia de impuestos, retrocede. Los que hoy se cobran sirven no sólo para financiar servicios públicos y necesidades de gobiernos, sino también el despilfarro y los privilegios de los gobernantes, lo que convierte a los impuestos en impopulares y denostados.
En tiempos del romano Trajano, los impuestos suponían el 5%. Le aconsejaron que los subiera otro 5% para costear sus campañas militares, pero el emperador se negó porque pensaba que era un abuso cobrar un 10% de impuestos. Si los españoles y los súbditos de otros gobiernos que abusan conocieran esta historia, gritarían ¡¡¡Que vuelvan Trajano y los leones en la arena!!!
Cobrar impuestos altos empobrece a los pueblos y enriquece a los que gobiernan. La Historia ha demostrado que cuando se reducen los impuestos los pueblos prosperan porque la actividad económica se dispara y crecen las empresas y los puestos de trabajo, pero la codicia de los gobernantes condena muchas veces a los pueblos a la ruina y al atraso.
La gran justificación para el cobro de impuestos elevados es que hay que financiar muchos servicios públicos y el llamado Estado de Bienestar, pero la historia demuestra que esa excusa es falsa porque el grueso de los dineros recaudados se emplean en pagar los sueldos de los amigos del poder, colocados innecesariamente en el Estado.
En España, donde el numero de políticos mantenidos por el Estado es mayor que los que tienen Francia, Alemania e Inglaterra juntos, si el número de los políticos se redujera a los niveles que tienen los países de nuestro entorno, habría dinero suficiente para afrontar el pago de las pensiones y mejoras sustanciales en los empobrecidos servicios de educación y sanidad.
En España existen impuestos manifiestamente injustos, incluso condenados por los tribunales de Justicia, como son los de Sucesiones y Donaciones y los de Plusvalías, por ser desiguales, arbitrarios, anticonstitucionales y por conllevar la injusta doble tributación.
En España hay un agravante que exaspera de manera especial al ciudadano contrubuyente: el actual gobierno, que ha subido los impuestos de manera reiterada, prometió bajarlos cuando aspiraba al poder y ha incumplido ostentosamente aquella promesa.
Pero los ciudadanos, además de soportar impuestos arbitrarios y crueles, tienen que soportar, por la fuerza, abusos colaterales como la valoración que el Estado hace de los inmuebles y bienes que deben tributar, muy por encima de los precios reales y de mercado, lo que representa un nuevo atropello insoportable. En este capítulo, Andalucía se lleva la palma cobrando cantidades terribles a los que heredan y valorando los inmuebles heredados de manera brutal e injusta.
Los diezmos antiguos y el quinto real que se pagaban a los eclesiasticos y a los reyes se quedan en pañales cuando se comparan con la masa tributaria actual, que en la mayoría de los paises está en torno al 50 por ciento de los ingresos del ciudadano, pero que en algunos paises superan el 60 y hasta el 70 por ciento. En España, la media de los trabajadores dedican casi la mitad del año a trabajar para el Estado y los que ganan un poco más, hasta ocho o nueve meses, todo un abuso que clama al cielo.
Hay abusos incomprensibles que los ciudadanos soportan por la fuerza, como que haya que pagar al Estado más de una quinta parte de todo lo que se adquiere (IVA) o que haya que pagar por heredar, cuando el difunto ya ha pagado por esos bienes, o que en regiones privilegiadas, como el País Vasco, se paguen menos impuestos que en otras de la misma España, o que los gobierno, haciendo gala de una insensibilidad propia de sátrapas, prefieran subir los impuestos antes que renunciar a sus lujos, derroches y privilegios.
Francisco Rubiales
Según datos del Foro Económico Mundial, la Humanidad, en lugar de avanzar en materia de impuestos, retrocede. Los que hoy se cobran sirven no sólo para financiar servicios públicos y necesidades de gobiernos, sino también el despilfarro y los privilegios de los gobernantes, lo que convierte a los impuestos en impopulares y denostados.
En tiempos del romano Trajano, los impuestos suponían el 5%. Le aconsejaron que los subiera otro 5% para costear sus campañas militares, pero el emperador se negó porque pensaba que era un abuso cobrar un 10% de impuestos. Si los españoles y los súbditos de otros gobiernos que abusan conocieran esta historia, gritarían ¡¡¡Que vuelvan Trajano y los leones en la arena!!!
Cobrar impuestos altos empobrece a los pueblos y enriquece a los que gobiernan. La Historia ha demostrado que cuando se reducen los impuestos los pueblos prosperan porque la actividad económica se dispara y crecen las empresas y los puestos de trabajo, pero la codicia de los gobernantes condena muchas veces a los pueblos a la ruina y al atraso.
La gran justificación para el cobro de impuestos elevados es que hay que financiar muchos servicios públicos y el llamado Estado de Bienestar, pero la historia demuestra que esa excusa es falsa porque el grueso de los dineros recaudados se emplean en pagar los sueldos de los amigos del poder, colocados innecesariamente en el Estado.
En España, donde el numero de políticos mantenidos por el Estado es mayor que los que tienen Francia, Alemania e Inglaterra juntos, si el número de los políticos se redujera a los niveles que tienen los países de nuestro entorno, habría dinero suficiente para afrontar el pago de las pensiones y mejoras sustanciales en los empobrecidos servicios de educación y sanidad.
En España existen impuestos manifiestamente injustos, incluso condenados por los tribunales de Justicia, como son los de Sucesiones y Donaciones y los de Plusvalías, por ser desiguales, arbitrarios, anticonstitucionales y por conllevar la injusta doble tributación.
En España hay un agravante que exaspera de manera especial al ciudadano contrubuyente: el actual gobierno, que ha subido los impuestos de manera reiterada, prometió bajarlos cuando aspiraba al poder y ha incumplido ostentosamente aquella promesa.
Pero los ciudadanos, además de soportar impuestos arbitrarios y crueles, tienen que soportar, por la fuerza, abusos colaterales como la valoración que el Estado hace de los inmuebles y bienes que deben tributar, muy por encima de los precios reales y de mercado, lo que representa un nuevo atropello insoportable. En este capítulo, Andalucía se lleva la palma cobrando cantidades terribles a los que heredan y valorando los inmuebles heredados de manera brutal e injusta.
Los diezmos antiguos y el quinto real que se pagaban a los eclesiasticos y a los reyes se quedan en pañales cuando se comparan con la masa tributaria actual, que en la mayoría de los paises está en torno al 50 por ciento de los ingresos del ciudadano, pero que en algunos paises superan el 60 y hasta el 70 por ciento. En España, la media de los trabajadores dedican casi la mitad del año a trabajar para el Estado y los que ganan un poco más, hasta ocho o nueve meses, todo un abuso que clama al cielo.
Hay abusos incomprensibles que los ciudadanos soportan por la fuerza, como que haya que pagar al Estado más de una quinta parte de todo lo que se adquiere (IVA) o que haya que pagar por heredar, cuando el difunto ya ha pagado por esos bienes, o que en regiones privilegiadas, como el País Vasco, se paguen menos impuestos que en otras de la misma España, o que los gobierno, haciendo gala de una insensibilidad propia de sátrapas, prefieran subir los impuestos antes que renunciar a sus lujos, derroches y privilegios.
Francisco Rubiales