En vísperas de las elecciones gallegas y vascas, los demócratas españoles están desolados porque las campañas recien cerradas han demostrado que no existe esperanza alguna de regeneración en los grandes partidos, ni en el nacionalismo, movidos únicamente por el afán de poder y por el deseo irrefrenable de seguir gestionando ese dinero público que utilizan con escasa justicia y eficacia y que demasiadas veces emplean en lujos, excesos e irregularidades.
Los acontecimientos recientes en Galicia, Madrid y Barcelona, donde partidos políticos minoritarios como UPyD y Ciudadanos, con claros principios democráticos, se han manifestado en defensa de la libertad lingüistica y del derecho a elegir la lengua en la que educar a sus hijos, ante el acoso de violentas jaurias independentistas y la vergonzosa ausencia del PSOE, el PP, IU y los partidos nacionalistas, abren los ojos de los ciudadanos para que descubran y asuman que la política española se divide hoy en dos bandos claros: por una parte están los partidos políticos que dominan el sistema y se sienten a gusto en la partitocracia oligárquica y antidemocrática que ellos han creado (PSOE,PP, IU y los nacionalismos), mientras que en el otro lado crece la esperanza de una democracia que, aunque aplastada, no está muerta y se abre camino en España.
Para defender el constitucional derecho a elegir la lengua en libertad y sin presiones mafiosas y autoritarias, en Santiago de Compostela salieron a la calle la ejemplar y ciudadana asociación Galicia Bilingüe, apoyada por UPyD y Ciudadanos, mientras que en Barcelona y Madrid la decencia y la esperanza fueron defendidas por Ciudadanos, partido de la ciudadanía, por UPyD y por mucha gente independiente, decente, demócrata y preocupada por la vergonzosa deriva de la política española.
La imagen de Zapatero arropando al despilfarrador Touriño y pidiendo votos para quien se ha atiborrado de lujo y ha engañado a los ciudadanos, es desoladora. Pero no es menos descorazonadora la imagen de un Partido Popular que no es capaz de comprometerse con la regeneración de la democracia española, que se siente mas a gusto que nadie en la oligocracia degradada que ha suplantado a la democracias española y que, en Galicia, ha sido incapaz de ilusionar y de esgrimir otro argumento que el de evitar que los otros repitan. Los nacionalistas, finalmente, representan el fondo del pozo del lodo, la utilización del victimismo y de la mentira para acaparar poder y lujo, el desprecio a una ciudadanía a la que utiliza únicamente como mercancia manipulable para subir a los yates y obtener privilegios.
Los grandes partidos y el nacionalismo español, en Galicia, en el País Vasco, en Cataluña y en cualquier rincón de España son lamentables agentes de la degradación de un sistema al que llaman democracia, pero que ya no es sino una oligocracia de poderosos atraidos por la corrupción, de ambición irrefrenada y de ineptitud probada.
La ausencia de los grandes partidos, el PSOE y el PP, además de IU y los nacionalistas, de cualquier movimiento regenerador de la democracia y reivindicador de Justicia y decencia ha sido la tónica dominante de estas elecciones vascas y gallegas y constituye todo un signo clarificador de lo que ocurre en esta España política y eticamente degradada, donde los políticos que hasta ahora han acaparado más votos y poder ni siquiera tienen el valor de defender en Galicia, Cataluña, el país vasco y otros territorios de España los derechos humanos universalmente consagrados que la Constitución española garantiza.
El panorama cada día se despeja más y la verdad se abre paso ante los perplejos ciudadanos, que descubren ahora que están siendo gobernados por una casta insensible y alienada que sólo es capaz de defender sus privilegios y que una vez más, en las últimas semanas, ha vuelto a exhibir su obsceno elitismo y su egoinmo insolidario al subirse el suelo en plena crisis.
La visión correcta de la España actual es la de una política dividida en dos bandos: por una lado los que controlan el poder y se han degradado administrando mal y gastando mal el dinero público, y por otro lado los nuevos partidos ciudadanos, todavía minoritarios pero cargados de esperanza, que están siendo marginados por los medios de comunicación pero aupados hasta la representación y el poder por los vedaderos ciudadanos y por la parte más sana de la sociedad.
La corriente de apoyo a partidos como UPyD y Ciudadanos constituye hoy la mayor esperanza en un país al que los grandes partidos gobernantes y sus aliados nacionalistas y de IU, han llevado hasta la postración y la ruina, mientras ellos, insensibles, arrogantes y atiborrados de privilegios, sólo saben pensar en cómo conservar con mano de hierro el poder y los privilegios.
Los acontecimientos recientes en Galicia, Madrid y Barcelona, donde partidos políticos minoritarios como UPyD y Ciudadanos, con claros principios democráticos, se han manifestado en defensa de la libertad lingüistica y del derecho a elegir la lengua en la que educar a sus hijos, ante el acoso de violentas jaurias independentistas y la vergonzosa ausencia del PSOE, el PP, IU y los partidos nacionalistas, abren los ojos de los ciudadanos para que descubran y asuman que la política española se divide hoy en dos bandos claros: por una parte están los partidos políticos que dominan el sistema y se sienten a gusto en la partitocracia oligárquica y antidemocrática que ellos han creado (PSOE,PP, IU y los nacionalismos), mientras que en el otro lado crece la esperanza de una democracia que, aunque aplastada, no está muerta y se abre camino en España.
Para defender el constitucional derecho a elegir la lengua en libertad y sin presiones mafiosas y autoritarias, en Santiago de Compostela salieron a la calle la ejemplar y ciudadana asociación Galicia Bilingüe, apoyada por UPyD y Ciudadanos, mientras que en Barcelona y Madrid la decencia y la esperanza fueron defendidas por Ciudadanos, partido de la ciudadanía, por UPyD y por mucha gente independiente, decente, demócrata y preocupada por la vergonzosa deriva de la política española.
La imagen de Zapatero arropando al despilfarrador Touriño y pidiendo votos para quien se ha atiborrado de lujo y ha engañado a los ciudadanos, es desoladora. Pero no es menos descorazonadora la imagen de un Partido Popular que no es capaz de comprometerse con la regeneración de la democracia española, que se siente mas a gusto que nadie en la oligocracia degradada que ha suplantado a la democracias española y que, en Galicia, ha sido incapaz de ilusionar y de esgrimir otro argumento que el de evitar que los otros repitan. Los nacionalistas, finalmente, representan el fondo del pozo del lodo, la utilización del victimismo y de la mentira para acaparar poder y lujo, el desprecio a una ciudadanía a la que utiliza únicamente como mercancia manipulable para subir a los yates y obtener privilegios.
Los grandes partidos y el nacionalismo español, en Galicia, en el País Vasco, en Cataluña y en cualquier rincón de España son lamentables agentes de la degradación de un sistema al que llaman democracia, pero que ya no es sino una oligocracia de poderosos atraidos por la corrupción, de ambición irrefrenada y de ineptitud probada.
La ausencia de los grandes partidos, el PSOE y el PP, además de IU y los nacionalistas, de cualquier movimiento regenerador de la democracia y reivindicador de Justicia y decencia ha sido la tónica dominante de estas elecciones vascas y gallegas y constituye todo un signo clarificador de lo que ocurre en esta España política y eticamente degradada, donde los políticos que hasta ahora han acaparado más votos y poder ni siquiera tienen el valor de defender en Galicia, Cataluña, el país vasco y otros territorios de España los derechos humanos universalmente consagrados que la Constitución española garantiza.
El panorama cada día se despeja más y la verdad se abre paso ante los perplejos ciudadanos, que descubren ahora que están siendo gobernados por una casta insensible y alienada que sólo es capaz de defender sus privilegios y que una vez más, en las últimas semanas, ha vuelto a exhibir su obsceno elitismo y su egoinmo insolidario al subirse el suelo en plena crisis.
La visión correcta de la España actual es la de una política dividida en dos bandos: por una lado los que controlan el poder y se han degradado administrando mal y gastando mal el dinero público, y por otro lado los nuevos partidos ciudadanos, todavía minoritarios pero cargados de esperanza, que están siendo marginados por los medios de comunicación pero aupados hasta la representación y el poder por los vedaderos ciudadanos y por la parte más sana de la sociedad.
La corriente de apoyo a partidos como UPyD y Ciudadanos constituye hoy la mayor esperanza en un país al que los grandes partidos gobernantes y sus aliados nacionalistas y de IU, han llevado hasta la postración y la ruina, mientras ellos, insensibles, arrogantes y atiborrados de privilegios, sólo saben pensar en cómo conservar con mano de hierro el poder y los privilegios.