A lo largo de la Historia, los ancianos siempre han sido el último recurso de la sabiduría y la cordura. Las tribus y los pueblos han recurrido al consejo de sus ancianos para solucionar los peores problemas y para encontrar la salvación. Ahora España está en esa situación de emergencia y los ancianos pueden salvarla, no sólo porque la experiencia y la madurez les han hecho más sabios, sino porque son hijos de unos tiempos donde el Estado no fabricaba esclavos con tanta eficacia, donde la libertad era el gran valor irrenunciable y la rebelión y la lucha formaban parte de la vida de los pueblos.
En el caso de España, diversos estudios demuestran que los mayores de 50 años son el grupo que más libertad defiende y demanda y que rechaza con mayor énfasis la invasión de Europa por parte de culturas extrañas que llegan con arrogancia, sin ánimo de integrarse y muchas veces con decisión de hostigar y delinquir. Esos grupos sensatos no rechazan la inmigración, pero exigen que sea ordenada y filtrada y que los que lleguen ofrezcan garantías de que sumarán y no restarán. En el fondo de su cerebro saben que España es un país que se está transformando en el refugio favorito de demasiadas mafias perversas, procedentes de medio mundo.
Robert Ervin Howard ya lo advirtió: "Algún día cuando toda civilización y ciencia hayan sido igualmente arrasadas, rezaréis por un hombre con una espada". Millones de europeos sometidos a la nueva dictadura de los políticos corruptos y los estados cobardes ya claman por la llegada de un hombre con una espada, aunque muchos no lo saben. En su interior sienten un profundo desprecio por el mundo que les ha tocado soportar: cobarde, sin principios ni valores, incapaz de rebelarse contra el mal, indiferente ante el oprobio y esclavo de un monstruo corrompido al que llaman Estado.
Pero Howard no es el único pensador que nos advierte de la catástrofe que representan la decadencia y la cobardía. Hay otros como Demócrates, que nos dijo "Todo está perdido cuando los malos sirven de ejemplo y los buenos de burla", Dwigth D Eisenhower, que afirmó que "El Pueblo que valora sus privilegios por encima de sus principios pronto pierde unos y otros". Eduard Herriot dijo que "El valor de una civilización se mide no por lo que sabe crear, sino por lo que sabe conservar". Pero quizás el que lo dijo con más acierto y solvencia fue el filósofo Martín Heidegger: "La gran tragedia de este mundo es que no cultiva la memoria y olvida a los maestros".
La cultura europea, que está siendo asesinada con la ayuda de nuestros mismos dirigentes políticos, es una de las obras maestras de la civilización. Está basada en la libertad individual y en el desprecio a las cadenas y a la esclavitud, lo que la convirtió en la cultura dominante que forjó el presente en los cinco continentes. Gracias a esa cultura florecieron la ciencia y el progreso y nació la democracia que es el único sistema capaz de maniatar y doblegar las tendencias opresoras de los estados y de la clase política, que siempre tienden a ganar más poder y a fabricar esclavos sometidos.
La defensa de esa cultura y de Europa como tierra de hombres y mujeres libres y creativos depende de todos los que se mantienen libres de la castrante influencia de los estados y los políticos actuales, y de algunas culturas europeas del Este, que, por haber estado sometidas al monstruo del comunismo durante décadas, aprendieron el valor de la libertad y de la cooperación humana, al mismo tiempo que sufrieron en sus carnes la terrible maldad de un estado opresor y criminal, como fueron los estados comunistas agrupados en torno a la vieja URSS.
Ellos no entienden como Europa se ha dejado influir por el comunismo político y ha relegado los valores de la democracia y el liberalismo, abrazando un culto al Estado y a sus poderes absolutos que nos está llevando a la destrucción. El líder húngaro Viktor Orban acaba de advertir Europa que se encuentra en el camino de la destrucción: “Europa espera que entreguemos voluntariamente nuestro país a extranjeros de otros continentes que no hablan nuestro idioma, que no respetan nuestra cultura, leyes ni forma de vida”, avisó Viktor Orbán. “Europa entera se enfrenta a una ola de inmigración masiva que pone en peligro nuestra forma de vida. Europa está siendo invadida y aquellos países que no cierren sus fronteras e impidan la entrada masiva de inmigrantes, estarán perdidos”, insistió Orbán.
Al discurso de Orban le falta el meollo porque no dijo que los peores invasores y destructores de Europa no son los musulmanes que llegan cargados de odio y arrogancia, sino los políticos europeos que les abren las puertas y que, cargados de desprecio hacia nuestra cultura milenaria y valores, hacen todo lo posible por destruirlos.
Francisco Rubiales
En el caso de España, diversos estudios demuestran que los mayores de 50 años son el grupo que más libertad defiende y demanda y que rechaza con mayor énfasis la invasión de Europa por parte de culturas extrañas que llegan con arrogancia, sin ánimo de integrarse y muchas veces con decisión de hostigar y delinquir. Esos grupos sensatos no rechazan la inmigración, pero exigen que sea ordenada y filtrada y que los que lleguen ofrezcan garantías de que sumarán y no restarán. En el fondo de su cerebro saben que España es un país que se está transformando en el refugio favorito de demasiadas mafias perversas, procedentes de medio mundo.
Robert Ervin Howard ya lo advirtió: "Algún día cuando toda civilización y ciencia hayan sido igualmente arrasadas, rezaréis por un hombre con una espada". Millones de europeos sometidos a la nueva dictadura de los políticos corruptos y los estados cobardes ya claman por la llegada de un hombre con una espada, aunque muchos no lo saben. En su interior sienten un profundo desprecio por el mundo que les ha tocado soportar: cobarde, sin principios ni valores, incapaz de rebelarse contra el mal, indiferente ante el oprobio y esclavo de un monstruo corrompido al que llaman Estado.
Pero Howard no es el único pensador que nos advierte de la catástrofe que representan la decadencia y la cobardía. Hay otros como Demócrates, que nos dijo "Todo está perdido cuando los malos sirven de ejemplo y los buenos de burla", Dwigth D Eisenhower, que afirmó que "El Pueblo que valora sus privilegios por encima de sus principios pronto pierde unos y otros". Eduard Herriot dijo que "El valor de una civilización se mide no por lo que sabe crear, sino por lo que sabe conservar". Pero quizás el que lo dijo con más acierto y solvencia fue el filósofo Martín Heidegger: "La gran tragedia de este mundo es que no cultiva la memoria y olvida a los maestros".
La cultura europea, que está siendo asesinada con la ayuda de nuestros mismos dirigentes políticos, es una de las obras maestras de la civilización. Está basada en la libertad individual y en el desprecio a las cadenas y a la esclavitud, lo que la convirtió en la cultura dominante que forjó el presente en los cinco continentes. Gracias a esa cultura florecieron la ciencia y el progreso y nació la democracia que es el único sistema capaz de maniatar y doblegar las tendencias opresoras de los estados y de la clase política, que siempre tienden a ganar más poder y a fabricar esclavos sometidos.
La defensa de esa cultura y de Europa como tierra de hombres y mujeres libres y creativos depende de todos los que se mantienen libres de la castrante influencia de los estados y los políticos actuales, y de algunas culturas europeas del Este, que, por haber estado sometidas al monstruo del comunismo durante décadas, aprendieron el valor de la libertad y de la cooperación humana, al mismo tiempo que sufrieron en sus carnes la terrible maldad de un estado opresor y criminal, como fueron los estados comunistas agrupados en torno a la vieja URSS.
Ellos no entienden como Europa se ha dejado influir por el comunismo político y ha relegado los valores de la democracia y el liberalismo, abrazando un culto al Estado y a sus poderes absolutos que nos está llevando a la destrucción. El líder húngaro Viktor Orban acaba de advertir Europa que se encuentra en el camino de la destrucción: “Europa espera que entreguemos voluntariamente nuestro país a extranjeros de otros continentes que no hablan nuestro idioma, que no respetan nuestra cultura, leyes ni forma de vida”, avisó Viktor Orbán. “Europa entera se enfrenta a una ola de inmigración masiva que pone en peligro nuestra forma de vida. Europa está siendo invadida y aquellos países que no cierren sus fronteras e impidan la entrada masiva de inmigrantes, estarán perdidos”, insistió Orbán.
Al discurso de Orban le falta el meollo porque no dijo que los peores invasores y destructores de Europa no son los musulmanes que llegan cargados de odio y arrogancia, sino los políticos europeos que les abren las puertas y que, cargados de desprecio hacia nuestra cultura milenaria y valores, hacen todo lo posible por destruirlos.
Francisco Rubiales