Lo ocurrido en Santiago de Chile no es un simple incidente diplomático producto de la mala educación de unos y de la incontinencia de otros. Detrás palpita la ambición de "duo" Castro- Chávez por dominar América Latina y la necesidad que tienen los dos dictadores de desacreditar el modelo español y exiliar a España de las futuras cumbres iberoamericanas.
Chavez y Castro tienen una estrategia de dominio de América Latina que aspira a imponer el llamado Socialismo del Siglo XXI y España les estorba no sólo porque es la potencia más rica, sino porque es un "modelo" viviente que demuestra el éxito de la otra gran opción para el continente: la democracia y la economía de mercado.
Chávez ha sellado con Castro una alianza de dominio que pretende imponer en América Latina el Socialismo del Siglo XXI, que es una especie de reedición del viejo comunismo que resultó derrotado en la URSS, pero con reformas y correcciones que, sin embargo, no le restan ni un gramo de totalitarismo y opresión.
Para imponer el modelo necesitan dinero y Venezuela lo tiene y está dispuesto a repartirlo entre sus aliados, como ya está haciendo Chávez, olvidando la escasez de alimentos y de servicios que padecen sus compatriotas. Pero Castro y Chávez saben que la lluvia de dólares procedente del petroleo no dudará mucho porque en el año 2025 el petroleo se habrá agotado o habrá sido sustituido por otras fuentes energéticas en Occidente.
España, con su deslumbrante éxito económico, con sus pujantes empresas instaladas en casi todos los paises latinoamericanos y, además, exhibiendo ahora, con Zapatero, una independencia con respecto a Washington bien vista entre los latinoamericanos, representa el mayor obstáculo para la estratagia del duo de dictadores.
Después de los incidentes de Santiago, Hugo y Fidel han visto una vía para desprestigiar a España y erradicarla del contienente. Esa vía es la de minar su imagen hasta convertirla en el otro gran enemigo de los pueblos latinoamericanos, junto con Estados Unidos.
Por esa razón, Chavez sigue con su artillería desplegada, rechazando las invitaciones de ZP para que firme la paz. Por esa misma razón, Fidel Castro, el otro gran amigo americano del bisoño y torpe Zapatero, ha irrumpido en la escena acusando a España de practicar una "estrategia genocida", nada menos, una reacción desproporcionada con una país amigo, que nunca ha dejado de apoyar a la isla roja, ni siquiera en los tiempos del general Franco, por el que Fidel siempre sintió una simpatía ideológicamente inexplicable.
Es indiscutible que España sale malparada del incidente de Santiago. El rey Juan Carlos, gracias a los esfuerzos de Adolfo Suárez y Felipe González, había conseguido un envidiable sitio en la Comunidad Iberoamericana, como una especie de superpresidente moderador y árbitro. Ese sitio lo ha perdido y España, de ser primus inter pares, tendrá que luchar en adelante por conservar su asiento en el grupo.
Sin duda se trata de un revés más del gobierno de Zapatero, cuya política exterior es un auténtico desastre.
Chavez y Castro tienen una estrategia de dominio de América Latina que aspira a imponer el llamado Socialismo del Siglo XXI y España les estorba no sólo porque es la potencia más rica, sino porque es un "modelo" viviente que demuestra el éxito de la otra gran opción para el continente: la democracia y la economía de mercado.
Chávez ha sellado con Castro una alianza de dominio que pretende imponer en América Latina el Socialismo del Siglo XXI, que es una especie de reedición del viejo comunismo que resultó derrotado en la URSS, pero con reformas y correcciones que, sin embargo, no le restan ni un gramo de totalitarismo y opresión.
Para imponer el modelo necesitan dinero y Venezuela lo tiene y está dispuesto a repartirlo entre sus aliados, como ya está haciendo Chávez, olvidando la escasez de alimentos y de servicios que padecen sus compatriotas. Pero Castro y Chávez saben que la lluvia de dólares procedente del petroleo no dudará mucho porque en el año 2025 el petroleo se habrá agotado o habrá sido sustituido por otras fuentes energéticas en Occidente.
España, con su deslumbrante éxito económico, con sus pujantes empresas instaladas en casi todos los paises latinoamericanos y, además, exhibiendo ahora, con Zapatero, una independencia con respecto a Washington bien vista entre los latinoamericanos, representa el mayor obstáculo para la estratagia del duo de dictadores.
Después de los incidentes de Santiago, Hugo y Fidel han visto una vía para desprestigiar a España y erradicarla del contienente. Esa vía es la de minar su imagen hasta convertirla en el otro gran enemigo de los pueblos latinoamericanos, junto con Estados Unidos.
Por esa razón, Chavez sigue con su artillería desplegada, rechazando las invitaciones de ZP para que firme la paz. Por esa misma razón, Fidel Castro, el otro gran amigo americano del bisoño y torpe Zapatero, ha irrumpido en la escena acusando a España de practicar una "estrategia genocida", nada menos, una reacción desproporcionada con una país amigo, que nunca ha dejado de apoyar a la isla roja, ni siquiera en los tiempos del general Franco, por el que Fidel siempre sintió una simpatía ideológicamente inexplicable.
Es indiscutible que España sale malparada del incidente de Santiago. El rey Juan Carlos, gracias a los esfuerzos de Adolfo Suárez y Felipe González, había conseguido un envidiable sitio en la Comunidad Iberoamericana, como una especie de superpresidente moderador y árbitro. Ese sitio lo ha perdido y España, de ser primus inter pares, tendrá que luchar en adelante por conservar su asiento en el grupo.
Sin duda se trata de un revés más del gobierno de Zapatero, cuya política exterior es un auténtico desastre.