El gobierno español funciona como un bar deshonesto que reparte garrafón en lugar de bebida legal. Los tragos que nos sirven los cobran a precio de oro, pero nos causan enfermedad y ceguera. Es un estafador que nos da mentira y manipulación en lugar de verdad; dictadura de partido en lugar de democracia; pobreza en lugar de prosperidad, vicios en lugar de valores; desempleo en lugar de trabajo; tristeza en lugar de alegría; miedo en lugar de confianza...
El gobierno socialista que preside Zapatero es peor que una plaga porque ha apostado por extraer de los españoles lo peor que encerramos en nuestras almas: envidia, división, rencor, vagancia, delincuencia y desigualdad. Ha encumbrado a los nacionalistas que odian España y se ha apoyado en ellos para seguir gobernando. El pueblo le desprecia y quiere nuevas elecciones, pero el barman tramposo sigue atrincherado detrás de la barra, repartiendo garrafón adulterado. Sube los impuestos, sube los precios, suprime derechos y conquistas sociales, hace pagar la crisis a los más débiles y ellos se niegan a ser austeros y, a pesar de haber fracasado como gobernantes y arruinado el país, no renuncian a sus indecentes e inmerecidos privilegios de "casta".
Zapatero y sus muchachos han olvidado que el ejercicio del poder político conlleva la obligación de ser ejemplares. Ellos, desde lo público, se han convertido en el peor ejemplo para la sociedad española: no pagan lo que deben, incumplen las leyes, son insumisos ante las sentencias judiciales, practican el amiguismo y el nepotismo, reparten el dinero público entre sus amigos y correligionarios, mientras vetan y marginan a los que piensan diferente y han llenado lo público de mentira, corrupción e indecencia.
Han prostituido la democracia y no respetan ni siquiera una sóla de sus reglas básicas: no existe separación de poderes; la ley no es igual para todos; han acabado con la prensa libre y crítica; la sociedad civil ha sido ocupada por los partidos políticos, esclavizándola; han marginado a los ciudadanos, que son los soberanos del sistema y ni siquiera permiten al pueblo elegir libremente a sus representantes, ya que son los partidos políticos los que elaboran esa listas de candidatos que únicamente pueden aceptarse en bloque o rechazarse, sin poder alterarlas, sin que el ciudadano pueda jamás elegir a los mejores.
Nos tienen atiborrados de garrafón barato, que venden como licor de calidad. Son puros estafadores que han liquidado la democracia y la han sustituido, a escondidas, por una sucia dictadura de partidos políticos.
Son gente que no merece el respeto, ni el reconicimiento de ningún demócrata o persona honrada de España.
También nosotros deberíamos repartirles garrafón. Hay que hacerles sentir el poder del pueblo mediante el boicot a los actos donde acudan políticos, protestando en las calles y plazas, abucheándolos en los actos, negándoles el saludo, preservando a nuestrsas esposas e hijos de su presencia contaminante, criticándolos en la red, en el hogar, entre los amigos, destacando el daño terrible que están causando a España y a los españoles, a los que han hecho más infelices, pobres y esclavos.
La fuerza de los que nos estafan con garrafón reside en los medios de comunicación. Apaguemos la radio y la televisión cuando hablen esos periodistas sometidos que han traicionado la verdad y que se han transformado en perros del poder, en verdaderos policías represores del pensamiento. Jamás leamos uno de esos periódicos o revistas que solo están vivos porque el gobierno los mantiene con el dinero público, donde se ha abandonado la verdad y la defensa del ciudadano a cambio de publicidad.
Apliquemos el sabio principio de que "Todos los problemas de la democracia se resuelven con más democracia" y exijamos una democracia verdadera, donde el garrafón y los estafadores sean sustituidos, donde el pueblo, que es el soberano del sistema, tenga el control, donde ingresen en prisión los miles de políticos corruptos y enriquecidos sin justificación, donde no tengan cabida esos otros políticos que se declaran decentes, pero que son culpables y cómplices porque guardan un cobarde silencio para no perder sus privilegios, para seguir ordeñando a diario la teta del Estado.
¡Que se acabe de una vez ese garrafón que nos enevenena y nos mata!
El gobierno socialista que preside Zapatero es peor que una plaga porque ha apostado por extraer de los españoles lo peor que encerramos en nuestras almas: envidia, división, rencor, vagancia, delincuencia y desigualdad. Ha encumbrado a los nacionalistas que odian España y se ha apoyado en ellos para seguir gobernando. El pueblo le desprecia y quiere nuevas elecciones, pero el barman tramposo sigue atrincherado detrás de la barra, repartiendo garrafón adulterado. Sube los impuestos, sube los precios, suprime derechos y conquistas sociales, hace pagar la crisis a los más débiles y ellos se niegan a ser austeros y, a pesar de haber fracasado como gobernantes y arruinado el país, no renuncian a sus indecentes e inmerecidos privilegios de "casta".
Zapatero y sus muchachos han olvidado que el ejercicio del poder político conlleva la obligación de ser ejemplares. Ellos, desde lo público, se han convertido en el peor ejemplo para la sociedad española: no pagan lo que deben, incumplen las leyes, son insumisos ante las sentencias judiciales, practican el amiguismo y el nepotismo, reparten el dinero público entre sus amigos y correligionarios, mientras vetan y marginan a los que piensan diferente y han llenado lo público de mentira, corrupción e indecencia.
Han prostituido la democracia y no respetan ni siquiera una sóla de sus reglas básicas: no existe separación de poderes; la ley no es igual para todos; han acabado con la prensa libre y crítica; la sociedad civil ha sido ocupada por los partidos políticos, esclavizándola; han marginado a los ciudadanos, que son los soberanos del sistema y ni siquiera permiten al pueblo elegir libremente a sus representantes, ya que son los partidos políticos los que elaboran esa listas de candidatos que únicamente pueden aceptarse en bloque o rechazarse, sin poder alterarlas, sin que el ciudadano pueda jamás elegir a los mejores.
Nos tienen atiborrados de garrafón barato, que venden como licor de calidad. Son puros estafadores que han liquidado la democracia y la han sustituido, a escondidas, por una sucia dictadura de partidos políticos.
Son gente que no merece el respeto, ni el reconicimiento de ningún demócrata o persona honrada de España.
También nosotros deberíamos repartirles garrafón. Hay que hacerles sentir el poder del pueblo mediante el boicot a los actos donde acudan políticos, protestando en las calles y plazas, abucheándolos en los actos, negándoles el saludo, preservando a nuestrsas esposas e hijos de su presencia contaminante, criticándolos en la red, en el hogar, entre los amigos, destacando el daño terrible que están causando a España y a los españoles, a los que han hecho más infelices, pobres y esclavos.
La fuerza de los que nos estafan con garrafón reside en los medios de comunicación. Apaguemos la radio y la televisión cuando hablen esos periodistas sometidos que han traicionado la verdad y que se han transformado en perros del poder, en verdaderos policías represores del pensamiento. Jamás leamos uno de esos periódicos o revistas que solo están vivos porque el gobierno los mantiene con el dinero público, donde se ha abandonado la verdad y la defensa del ciudadano a cambio de publicidad.
Apliquemos el sabio principio de que "Todos los problemas de la democracia se resuelven con más democracia" y exijamos una democracia verdadera, donde el garrafón y los estafadores sean sustituidos, donde el pueblo, que es el soberano del sistema, tenga el control, donde ingresen en prisión los miles de políticos corruptos y enriquecidos sin justificación, donde no tengan cabida esos otros políticos que se declaran decentes, pero que son culpables y cómplices porque guardan un cobarde silencio para no perder sus privilegios, para seguir ordeñando a diario la teta del Estado.
¡Que se acabe de una vez ese garrafón que nos enevenena y nos mata!