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España debería recibir sólo a refugiados cristianos



Estamos viviendo una auténtica guerra de religión y en una guerra jamás se le abren las puertas al enemigo. Los que lo hacen, amparados en el buenismo y en una falsa interpretación del cristianismo, nos traen la ruina. No se trata de cerrar las puertas al dolor ajeno, sino de filtrar las avalanchas humanas y acoger, de manera preferente, a los que no son enemigos y llegan con ánimo de integrarse y colaborar. A los que llegan arrogantes y con deseos de incendiar hay que cerrarles el paso.
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España debería negarse a recibir inmigrantes musulmanes, como ha hecho Eslovaquia, y aceptar sólo a los cristianos, un grupo humano mas cruelmente perseguido en aquellos países del Oriente próximo, donde los islamistas del Estado Islámico los tortura y masacra. Esa decisión no podría considerarse poco compasiva sino un acto defensivo destinado a preservar la cultura y las raíces. Sería como decir "recibimos a refugiados, pero los queremos dispuestos a integrarse en nuestra cultura".

La experiencia está demostrando de manera fehaciente que los musulmanes se integran difícilmente y que suelen llegar a los países europeos con espíritu de conquista, con ánimo a imponer su fe y sus costumbres a los demás, cuando no llegan con ánimo de delinquir. Pero me temo que este argumento es demasiado español, decente y viril para que lo adopte un gobierno como el que padecemos.

«Estamos viviendo una guerra de religión. Y yo digo que a la guerra se responde con la guerra, no con asambleas como hacen en las Naciones Unidas, que yo llamo desunidas». Así de rotundo se muestra el más brillante politólogo italiano, Giovanni Sartori (Florencia, 1924), profesor de asombrosa cultura, considerado uno de los máximos expertos en ciencia política. Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales (2005), acaba de publicar «La carrera hacia ninguna parte. Diez lecciones sobre nuestra sociedad en peligro», una especie de manual de supervivencia que viene a enriquecer su producción de 35 libros traducidos en todo el mundo.

«Occidente y sus valores están en peligro», advierte Sartori, quien considera que «la guerra a la que asistimos es inédita, con cuatro características: terrorista , global, tecnológica y religiosa». «El extremismo islámico crece porque atrae a jóvenes de todo el mundo y su fuerza deriva de que se alimenta de fanatismo religioso. La guerra terrorista del EI es de una ferocidad que nuestra memoria histórica no recordaba. Es secundario el componente militar. Solo se gana si sabemos reaccionar y no dudamos de nuestros valores y de nuestra civilización ético-política».

Pero no este el único argumento que aconseja recibir a los cristianos perseguidos, en lugar de los musulmanes.

Preferir a los cristianos no sería discriminación sino justicia porque a los cristianos, mas perseguidos y asesinados que los musulmanes, nadie los ampara, ni financia su huida hacia Europa, ni son acogidos con el entusiasmo con que reciben a los sirios. Es injusto relegar a los cristianos, mas necesitados, y propongo que España repare esa injusticia y, al igual que Eslovaquia, diga que prefiere acoger a los cristianos. Los sirios que están llegando no escapan de la muerte, sino de la dureza de los campos de refugiados de Turkia, de donde proceden. Los que sí escapan de la muerte y merecen mas que nadie el status de refugiado son los cristianos, que sobreviven bajo seria amenaza de exterminio por parte de los musulmanes radicales.

Los cristianos que vivían en Siria e Irak están siendo cruelmente perseguidos y asesinados por las tropas fanáticas del Estado Islámico sin que, incomprensiblemente, en el Occidente cristiano se hayan alzado voces autorizadas en su defensa ni esfuerzo alguno para acogerlos como auténticos refugiados necesitados de asilo. Otra razón es que los sirios, afganos y pakistaníes que están llegando en las actuales oleadas invasoras prefieren Alemania y Suecia como países de acogida. Otra es que España tiene ya una importante población musulmana por su proximidad con el Magreb. Pero la principal es que los musulmanes en España están demostrando una actitud poco cooperadora porque muchos de ellos son revoltosos y dados a la delincuencia, se niegan a integrarse y son tan arrogantes y osados que pretenden que los españoles se adapten a sus costumbres antes que adoptar las del país que les acoge.

Y otro razón nada despreciable, aunque sin peso en una democracia degradada y falsa como la española, es que la inmensa mayoría de la población prefiere acoger a cristianos que a musulmanes, aunque a los gobernantes españoles, escasamente democráticos, les importa poco lo que piense y desee su propio pueblo.


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Martes, 15 de Septiembre 2015
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