Es cierto que la falta de respeto y la extralimitación de los jueces alemanes puede deberse al escaso prestigio que tiene España en Europa, donde muchos ciudadanos, al igual que muchos españoles, creen que en nuestro país no existe una democracia seria, sino una partitocracia sin controles suficientes, sin separación de poderes y llena de corrupciones y arbitrariedades, pero ese terrible déficit democrático no justifica el abuso de la Justicia alemana, ni la indiferencia de los socios europeos de España ante el asalto de Puigdemont y sus secuaces a la ley vigente y a la integridad de España como nación.
El gobierno de Rajoy debe reaccionar con indignación y furia ante el desprecio alemán, pero dudamos que lo haga, dada su cobardía innata y su miedo cerval a que se levanten las alfombras y salgan a la luz las suciedades y abusos ocultos.
Tengo un amigo alemán, que vive en Arroyo de la Miel (Málaga), que reconoce que los jueces alemanes han cometido un grave error, pero los justifica afirmando que es lógico que no consideren que hubo violencia porque España los dejó siempre libres, les permitió cometer todo tipo de abusos en Cataluña y hasta les dejó organizar un referéndum contrario a la Constitución y a las leyes.
También dice que los mismos que ahora persiguen a Puigdemont por toda Europa son los culpables principales del desaguisado catalán, ya que los gobiernos de Felipe González, Aznar, Zapatero y Rajoy les permitieron todo tipo de abusos contra la Constitución y las leyes, sin castigarlos y, lo que es peor, permitiéndoles esas y otros muchas ilegalidades a cambio de los votos que necesitaban para mantenerse en el poder.
El teutón, que es un insaciable consumidor de cerveza y pescaito frito, concluye su análisis afirmando que los gobernantes españoles no saben defender a su país y a sus ciudadanos y que trasladar a Europa el drama que ellos mismos han provocado es también injusto y criticable.
Algo de razón tiene nuestro huésped malagueño, si analizamos el asunto con frialdad y sin los odios patrióticos que despierta la reciente sentencia alemana, que deja libre al delincuente Puigdemont, convertido en azote de España por culpa de los que ahora nos gobiernan, que hace mucho tiempo que deberían haber cortado de raíz aquella alta traición de una banda corrupta de delincuentes catalanes disfrazados de políticos.
Pero, a pesar de todo, España estaría cargada de razón si denunciara el funcionamiento torticero, arbitrario e inamigable de la euroorden y las reacciones hostiles y cargadas de desconfianza de algunos países miembros, como ha quedado demostrado en Bélgica y Alemania.
Ocurra lo que ocurra, el euroescepticismo y hasta el euroodio crecerán en España después de la "jugada sucia" de los jueces alemanes. Ya hasta hay gente que exige un referéndum para decidir si España debe abandonar Europa, lo que sería todo un drama que nos dejaría más indefensos todavía, en manos de los insaciables y corruptos partidos políticos españoles y de esta peligrosa democracia degradada.
Francisco Rubiales
El gobierno de Rajoy debe reaccionar con indignación y furia ante el desprecio alemán, pero dudamos que lo haga, dada su cobardía innata y su miedo cerval a que se levanten las alfombras y salgan a la luz las suciedades y abusos ocultos.
Tengo un amigo alemán, que vive en Arroyo de la Miel (Málaga), que reconoce que los jueces alemanes han cometido un grave error, pero los justifica afirmando que es lógico que no consideren que hubo violencia porque España los dejó siempre libres, les permitió cometer todo tipo de abusos en Cataluña y hasta les dejó organizar un referéndum contrario a la Constitución y a las leyes.
También dice que los mismos que ahora persiguen a Puigdemont por toda Europa son los culpables principales del desaguisado catalán, ya que los gobiernos de Felipe González, Aznar, Zapatero y Rajoy les permitieron todo tipo de abusos contra la Constitución y las leyes, sin castigarlos y, lo que es peor, permitiéndoles esas y otros muchas ilegalidades a cambio de los votos que necesitaban para mantenerse en el poder.
El teutón, que es un insaciable consumidor de cerveza y pescaito frito, concluye su análisis afirmando que los gobernantes españoles no saben defender a su país y a sus ciudadanos y que trasladar a Europa el drama que ellos mismos han provocado es también injusto y criticable.
Algo de razón tiene nuestro huésped malagueño, si analizamos el asunto con frialdad y sin los odios patrióticos que despierta la reciente sentencia alemana, que deja libre al delincuente Puigdemont, convertido en azote de España por culpa de los que ahora nos gobiernan, que hace mucho tiempo que deberían haber cortado de raíz aquella alta traición de una banda corrupta de delincuentes catalanes disfrazados de políticos.
Pero, a pesar de todo, España estaría cargada de razón si denunciara el funcionamiento torticero, arbitrario e inamigable de la euroorden y las reacciones hostiles y cargadas de desconfianza de algunos países miembros, como ha quedado demostrado en Bélgica y Alemania.
Ocurra lo que ocurra, el euroescepticismo y hasta el euroodio crecerán en España después de la "jugada sucia" de los jueces alemanes. Ya hasta hay gente que exige un referéndum para decidir si España debe abandonar Europa, lo que sería todo un drama que nos dejaría más indefensos todavía, en manos de los insaciables y corruptos partidos políticos españoles y de esta peligrosa democracia degradada.
Francisco Rubiales
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