El profesor y economista Juan Velarde Fuentes, Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales y ex consejero del Tribunal de Cuentas, ha advertido que España, si continúa sin afrontar sus problemas, puede estar recorriendo el "camino de Argentina", país que pasó de tener un "glorioso porvenir" a ser un país "subdesarrollado". Velarde ha descrito el Plan de Estímulo de la Economía y el Empleo (Plan E), que el gobierno de Zapatero ha puesto en marcha, como "un amasijo de cosas inconexas, a semejanza del plan que el presidente argentino Juan Domingo Perón desarrolló en su época”.
El caso de Argentina no sólo presenta un paralelismo amenazante con el de España porque aquel país pasó de la riqueza y la prosperidad a la pobreza económica, sino porque la degradación de su liderazgo, el mal gobierno y la corrupción terminaron por contaminar y degradar a su ciudadanía, que perdió los grandes valores que la sostenían como pueblo, precipitándola en la debilidad y, en algunos momentos de su historia reciente, hasta el envilecimiento, convirtiendo a aquella potencia de los años 60 en un país subdesarrollado y tercermundista.
El caso de Argentina es el que mejor demuestra en el mundo hasta que punto una gran nación puede ser envilecida y degradada por su clase política, a través del mal gobierno, las luchas cainitas, la corrupción, la trifulca permanente, el desprecio a la ciudadanía, la obsesión por el poder y los privilegios y la utilización del engaño y la manipulación como método de gobierno.
Produce escalofríos contemplar como el caso de España se parece cada día más al de Argentina. País rico que llegó a ser la octava potencia industrial del mundo, España contempla hoy como, arrastrada por la crisis y, sobre todo, por el mal gobierno, pierde su riqueza a chorros, destruye su tejido productivo, dinamita sus valores, deshace sus lazos como nación y se envilece envuelta en la corrupción y el poder insaciable de su pésima clase política.
A España se le pronostica ya en los grandes medios espacializados del mundo y en los organismos internacionales una dudosa recuperación de la actual crisis y, en cualquier caso, será el último país de la OCDE en recuperarse, además de ser el que más puestos de trabajo pierda y el que padezca una mayor destrucción de su tejido productivo, todo lo cual ocurre mientras que su gobierno sonrie, miente con profesionalidad, asegura que España está en la Champion, no aplica formulas eficaces contra la crisis, reparte dinero por el mundo a manos llenas y es incapaz de combatir el profundo cancer interno que representa la estructura del Estado, tres veces mayor de lo necesario, infectado de parásitos y enfermo de obesidad mórbida, con casi tres millones y medios de privilegiados cobrando de sus arcas, desde funcionarios y asesores, enchufados, mantenidos, amiguetes, familiares y protegidos, sin olvidar a una casta política que ocupa 17 gobiernos regionales, 50 gobiernos provinciales, parlamentos regionales y provinciales, 9.000 alcaldes y miles de concejales.
Esa "casta" política, alienada, instalada en el privilegio y ajena a los sufrimientos de la población, es la que está conduciendo a España, ante el aplauso o la indiferencia de una ciudadanía aborregada y con vocación esclava, por la ruta de Argentina.
El caso de Argentina no sólo presenta un paralelismo amenazante con el de España porque aquel país pasó de la riqueza y la prosperidad a la pobreza económica, sino porque la degradación de su liderazgo, el mal gobierno y la corrupción terminaron por contaminar y degradar a su ciudadanía, que perdió los grandes valores que la sostenían como pueblo, precipitándola en la debilidad y, en algunos momentos de su historia reciente, hasta el envilecimiento, convirtiendo a aquella potencia de los años 60 en un país subdesarrollado y tercermundista.
El caso de Argentina es el que mejor demuestra en el mundo hasta que punto una gran nación puede ser envilecida y degradada por su clase política, a través del mal gobierno, las luchas cainitas, la corrupción, la trifulca permanente, el desprecio a la ciudadanía, la obsesión por el poder y los privilegios y la utilización del engaño y la manipulación como método de gobierno.
Produce escalofríos contemplar como el caso de España se parece cada día más al de Argentina. País rico que llegó a ser la octava potencia industrial del mundo, España contempla hoy como, arrastrada por la crisis y, sobre todo, por el mal gobierno, pierde su riqueza a chorros, destruye su tejido productivo, dinamita sus valores, deshace sus lazos como nación y se envilece envuelta en la corrupción y el poder insaciable de su pésima clase política.
A España se le pronostica ya en los grandes medios espacializados del mundo y en los organismos internacionales una dudosa recuperación de la actual crisis y, en cualquier caso, será el último país de la OCDE en recuperarse, además de ser el que más puestos de trabajo pierda y el que padezca una mayor destrucción de su tejido productivo, todo lo cual ocurre mientras que su gobierno sonrie, miente con profesionalidad, asegura que España está en la Champion, no aplica formulas eficaces contra la crisis, reparte dinero por el mundo a manos llenas y es incapaz de combatir el profundo cancer interno que representa la estructura del Estado, tres veces mayor de lo necesario, infectado de parásitos y enfermo de obesidad mórbida, con casi tres millones y medios de privilegiados cobrando de sus arcas, desde funcionarios y asesores, enchufados, mantenidos, amiguetes, familiares y protegidos, sin olvidar a una casta política que ocupa 17 gobiernos regionales, 50 gobiernos provinciales, parlamentos regionales y provinciales, 9.000 alcaldes y miles de concejales.
Esa "casta" política, alienada, instalada en el privilegio y ajena a los sufrimientos de la población, es la que está conduciendo a España, ante el aplauso o la indiferencia de una ciudadanía aborregada y con vocación esclava, por la ruta de Argentina.
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