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España: bandoleros y sátrapas incrustados en el poder





España, como reconoce Zapatero, está al borde del abismo. Lo que no reconoce el pésimo dirigente es casi toda la culpa del desastre la tienen su partido y él mismo. Pero lo peor es que, a pesar del vértigo que provoca el vacío, el actual gobierno no rectifica y sigue despilfarrando y endeudándose.

Prueba de ello es que, mientras millones de españoles sienten el zarpazo de la pobreza y el país entero es presa de la tristeza por la situación ruinosa de la economía, el desempleo, los desahucios y el aumento de la inseguridad en las calles y los hogares, la ministra de Cultura González Sinde regala casi 6 millones de euros a sus amigos para expandir la cultura en Internet y el ministerio español de Economía ha reservado 638.750 euros, equivalentes a más de ciento seis millones de pesetas, para hacer regalos de Navidad a sus funcionarios.

Cada día son más los españoles que opinan que las cárceles deberían estar llenas de políticos corruptos, de aquellos que han endeudado el país hasta llevarlo a la quiebra, de aquellos que han exprimido a las cajas de ahorros hasta liquidarlas, de aquellos que se han enriquecido en la política sin poder justificar su patrimonio, pero la realidad es otra muy distinta: los privilegios de esos políticos que nos han destrozado el país siguen inalterados, así como sus sueldos y su despreciable arrogancia.

El mayor problema de España es que muchos bandoleros y sátrapas han hecho carrera en la política y hasta han obtenido cargos públicos de elevada responsabilidad.

Esos tipos son los verdaderos causantes de nuestras desgracias... y deberían pagar por ello. Además de empobrecernos y de endeudarnos hasta la locura, hipotecando la prosperidad de las próximas tres generaciones de españoles, han corrompido el sector público hasta extremos inimaginables, han falseado concursos públicos y oposiciones para beneficiar a los suyos, han comprado votos y voluntades con el dinero de todos, han aplastado al adversario y beneficiado al amigo, violando la igualdad constitucional y convirtiendo la ley en un látigo manejado por los poderosos, han destruido buena parte del tejido productivo español y se han convertido en ejemplo y estímulo de todas las tribus de canallas y delincuentes al no pagar sus deudas, al falsear las cuentas públicas y al robar el dinero de todos.

Han llevado la situación hasta un extremo tal de deterioro y podredumbre que, para regenerar España, habrá que llenar las cárceles de delincuentes impunes, muchos de ellos instalados hoy en la política.

Pero la regeneración, único camino que salvará a España de convertirse en una colonia de los países ricos, algo que ya somos parcialmente, por culpa exclusiva de Zapatero y del PSOE, requiere otros esfuerzos y sacrificios, además del encarcelamiento masivo de los sinvergüenzas con poder político. Será necesario, también, refundar la mal llamada democracia española, que hoy es una sucia oligocracia de partidos, limitar drásticamente el poder de los partidos políticos, incrementar los controles ciudadanos sobre los gobernantes, conseguir una estirpe nueva de jueces limpios, policías decentes, periodistas veraces, funcionarios generosos, docentes preparados y ciudadanos capaces de autogobernarse sin delegar lo que es indelegable: la voluntad política.

Sin todo esto, aunque el PSOE atraviese un largo y doloroso desierto de sal y Zapatero se pudra en el olvido, la llegada de Rajoy al poder no servirá de nada. Al PP le ha tocado gobernar en una etapa difícil que requiere planteamientos nuevos, incapaces de ser asumidos desde un partido que está lejos de los ciudadanos y de la democracia, que cree en los privilegios de la casta política, que entiende el poder como un cheque en blanco extendido por los ciudadanos, que se financia de manera opaca y que, al igual que el PSOE, convive fácilmente con la corrupción.

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Lunes, 19 de Septiembre 2011
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