España también es país líder europeo en inflación, a pesar de ser de los menos dependientes del petróleo y el gas ruso.
Mientras el país se hunde y la vida se encarece tanto que pone de rodillas a millones de familias y empresas, el gasto público está disparado, el despilfarro de los políticos es indecente y el gobierno se opone a reducir impuestos y a emprender acciones de austeridad, reduciendo ministerios, privilegios y otros lujos y derroches. Los consejos de la Europa seria y austera del norte, cada día más preocupados y solemnes, no se escuchan y el gobierno de Sánchez nos sigue conduciendo hacia el precipicio.
El pueblo, salvo la masa de subvencionados, fanáticos, vagos y nacionalistas que apoya el sanchismo, está indignado porque sigue contemplando como el gobierno mantiene sus 22 ministerios innecesarios y su derroche despiadado, insensible al desastre que la política, en lugar de combatir, está agudizando.
El gobierno está alienado, desconcertado y asustado, pero, bajo la guía estúpida del arrogante, inepto y mentiroso Sánchez, solo sabe huir hacia adelante, ocultando al pueblo el drama de la economía destrozada e ignorando que estamos ya al borde del precipicio.
España reúne ya todas las condiciones para ser rescatada, algo que tendrá que hacer Europa pronto, si es que puede hacerlo, sobre todo cuando suban los tipos de interés y los españoles tengamos que pagar enormes cantidades por nuestra descomunal deuda.
La torpeza y estupidez del sanchismo han puesto en peligro la prosperidad, las pensiones, la estabilidad y el futuro de los españoles. Están desesperados y al borde de la huelga los transportistas, los agricultores y millones de empleados que están comprobando que los precios altos les impiden alimentar a sus familias y vivir con dignidad.
Cuando todo este mundo envuelto en la pobreza se compara con el lujo y el despilfarro del gobierno español, que es el mas costoso y derrochador de toda Europa, con 22 ministerios que son innecesarios, con más coches oficiales que cualquier otro país del mundo, con mas políticos que Alemania, Francia e Inglaterra juntos y con un presidente del gobierno que proyecta diario una intolerable imagen de derroche y frivolidad, se llega a la conclusión de que estamos siendo gobernados por descerebrados, cabezas huecas o por enemigos de la nación, empeñados en destruirla desde dentro.
Francisco Rubiales
El pueblo, salvo la masa de subvencionados, fanáticos, vagos y nacionalistas que apoya el sanchismo, está indignado porque sigue contemplando como el gobierno mantiene sus 22 ministerios innecesarios y su derroche despiadado, insensible al desastre que la política, en lugar de combatir, está agudizando.
El gobierno está alienado, desconcertado y asustado, pero, bajo la guía estúpida del arrogante, inepto y mentiroso Sánchez, solo sabe huir hacia adelante, ocultando al pueblo el drama de la economía destrozada e ignorando que estamos ya al borde del precipicio.
España reúne ya todas las condiciones para ser rescatada, algo que tendrá que hacer Europa pronto, si es que puede hacerlo, sobre todo cuando suban los tipos de interés y los españoles tengamos que pagar enormes cantidades por nuestra descomunal deuda.
La torpeza y estupidez del sanchismo han puesto en peligro la prosperidad, las pensiones, la estabilidad y el futuro de los españoles. Están desesperados y al borde de la huelga los transportistas, los agricultores y millones de empleados que están comprobando que los precios altos les impiden alimentar a sus familias y vivir con dignidad.
Cuando todo este mundo envuelto en la pobreza se compara con el lujo y el despilfarro del gobierno español, que es el mas costoso y derrochador de toda Europa, con 22 ministerios que son innecesarios, con más coches oficiales que cualquier otro país del mundo, con mas políticos que Alemania, Francia e Inglaterra juntos y con un presidente del gobierno que proyecta diario una intolerable imagen de derroche y frivolidad, se llega a la conclusión de que estamos siendo gobernados por descerebrados, cabezas huecas o por enemigos de la nación, empeñados en destruirla desde dentro.
Francisco Rubiales