Gays, más mujeres que hombres, un astronauta... puro escaparate para ocultar la sumisión al golpismo y al totalitarismo.
Pocas cosas pueden ser más frívolas e inconsecuentes que designar un gobierno de escaparate, para impresionar y ganar adhesiones y votos de "progres", incautos y periodistas sometidos en un país en crisis y en auténtico peligro de romperse. Si, además, ese gobierno escandaliza por sus defectos congénitos (plagio, curriculos falseados, fraudes fiscales, carreras irregulares, despilfarro, etc) además de frívolo el gobierno-escaparate parece estúpido y contraproducente.
Pues, sin duda, esa frivolidad estúpida y peligrosa es la que ha puesto en marcha el PSOE, tras el triunfo de su extraña moción de censura, gracias a la cual tomó el poder sin votos y con sólo unos pocos diputados, pero con el apoyo de las fuerzas mas sucias y desleales de España: golpistas, amigos de ETA y populistas totalitarios.
A muchos españoles les indigna como demócratas y seres humano, que Sánchez tenga la frívola osadía de someter España a un gobierno de diseño, con más mujeres que hombres, con gays y con profesiones conocidos, un gobierno escaparate creado no para que sirva mejor al país sino para satisfacer a sus socios, ganar votos y conservar el poder que le ha delegado la peor chusma política española.
España no necesita un gobierno con más mujeres que ningún otro, de gays, astronautas y jueces estrella, sino un gobierno de personas preparadas y al servicio de la nación, incapaces de someterse a la humillación de depender, para sobrevivir, de los votos de la parte más deleznable del país, la integrada por desleales, mensajeros del odio, amigos de terroristas, golpistas y totalitarios todos ellos disfrazados de demócratas.
España necesita más que nunca gente de valor y de principios sólidos, capaces de apostar a futuro y de arriesgar cortando las alas a los miserables que pretenden destruir la nación, justo lo contrario de lo que Sánchez y su equipo están haciendo.
Pero, contrariamente a lo esperado, el gobierno-ecaparate no se mantiene al pairo, dejando pasar el tiempo y disfrutando del poder, sino que ha optado por ser hiperactivo y por cambiar todo lo que pueda, aprovechando cada momento en el poder no sólo para contentar a sus miserables patrocinadores, sino también para ganar votos en colectivos sensibles a la política de izquierda.
Así, en pocos meses, el gobierno ha trasladado presos a Cataluña, intentado eliminar la acusación de "rebelión" que pesa sobre los golpistas catalanes, agudizado la ley de Memoria Histórica, realizando esfuerzos para desenterrar a Franco, subido el salario mínimo, disparado el gasto, falseado encuestas, peleado con la Guardia Civil y diversas policías, elaborado unos impuestos que incluyen una pavorosa subida de impuestos y otras muchas medidas, en su mayoría peligrosas para la economía española y con un claro enfoque electoralista.
Los meses de "sanchismo" vividos permiten imaginar como será este gobierno mientras esté vivo y no tenga más remedio que convocar elecciones: sometimiento a las ideas y proyectos de sus socios independentistas, populistas y proterroristas, enfrentamiento teatral con el PP y Ciudadanos, despilfarro y gasto disparado para sufragar medidas electoralistas y una política que castiga a las empresas y a los ciudadanos con impuestos insoportables, mientras intenta seducir a masas de votantes para poder ganar unas elecciones que se le presentan muy complicadas, con victoria casi imposible.
Francisco Rubiales
Pues, sin duda, esa frivolidad estúpida y peligrosa es la que ha puesto en marcha el PSOE, tras el triunfo de su extraña moción de censura, gracias a la cual tomó el poder sin votos y con sólo unos pocos diputados, pero con el apoyo de las fuerzas mas sucias y desleales de España: golpistas, amigos de ETA y populistas totalitarios.
A muchos españoles les indigna como demócratas y seres humano, que Sánchez tenga la frívola osadía de someter España a un gobierno de diseño, con más mujeres que hombres, con gays y con profesiones conocidos, un gobierno escaparate creado no para que sirva mejor al país sino para satisfacer a sus socios, ganar votos y conservar el poder que le ha delegado la peor chusma política española.
España no necesita un gobierno con más mujeres que ningún otro, de gays, astronautas y jueces estrella, sino un gobierno de personas preparadas y al servicio de la nación, incapaces de someterse a la humillación de depender, para sobrevivir, de los votos de la parte más deleznable del país, la integrada por desleales, mensajeros del odio, amigos de terroristas, golpistas y totalitarios todos ellos disfrazados de demócratas.
España necesita más que nunca gente de valor y de principios sólidos, capaces de apostar a futuro y de arriesgar cortando las alas a los miserables que pretenden destruir la nación, justo lo contrario de lo que Sánchez y su equipo están haciendo.
Pero, contrariamente a lo esperado, el gobierno-ecaparate no se mantiene al pairo, dejando pasar el tiempo y disfrutando del poder, sino que ha optado por ser hiperactivo y por cambiar todo lo que pueda, aprovechando cada momento en el poder no sólo para contentar a sus miserables patrocinadores, sino también para ganar votos en colectivos sensibles a la política de izquierda.
Así, en pocos meses, el gobierno ha trasladado presos a Cataluña, intentado eliminar la acusación de "rebelión" que pesa sobre los golpistas catalanes, agudizado la ley de Memoria Histórica, realizando esfuerzos para desenterrar a Franco, subido el salario mínimo, disparado el gasto, falseado encuestas, peleado con la Guardia Civil y diversas policías, elaborado unos impuestos que incluyen una pavorosa subida de impuestos y otras muchas medidas, en su mayoría peligrosas para la economía española y con un claro enfoque electoralista.
Los meses de "sanchismo" vividos permiten imaginar como será este gobierno mientras esté vivo y no tenga más remedio que convocar elecciones: sometimiento a las ideas y proyectos de sus socios independentistas, populistas y proterroristas, enfrentamiento teatral con el PP y Ciudadanos, despilfarro y gasto disparado para sufragar medidas electoralistas y una política que castiga a las empresas y a los ciudadanos con impuestos insoportables, mientras intenta seducir a masas de votantes para poder ganar unas elecciones que se le presentan muy complicadas, con victoria casi imposible.
Francisco Rubiales