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España: "Pijos" contra "canis"





Mi amigo Sebastián (Sebas), profesor en un instituto privado y lector empedernido de Voto en Blanco, me explica que la política española es mucho más simple de lo que creemos los llamados "abservadores" o "analistas" y que todo se reduce a "una lucha callejera entre dos bandas, la de los "pijos" (PP) y la de los "canis" (PSOE), que han convertido a España en una gran botellona".

Yo le respondo que no creo que todo sea tan sencillo, pero el insiste en explicarme que, si se analiza bien la política española, se descubre que el gran problema es que dos partidos políticos (PSOE y PP), que se han degradado y transformado en algo parecido a bandas callejeras, se enfrentan por el poder político del mismo modo que lo hacen las bandas urbanas por la primacía en las calles y plazas de muchas de nuestras ciudades. Ese enfrentamiento ha degradado el país y lo ha llenado de fanáticos, zombies, desempleados, desmoralizados y esclavos, muchos de ellos con escasa formación y caminando hacia el envilecimiento.

Asegura Sebas que los del PSOE, a juzgar por su comportamiento en el poder, se parecen demasiado a los "canis": mentirosos, desprovistos de principios, rateros e implacables con los adversarios. Los del PP se parecen a los "pijos": avasalladores, todo apariencia, arrogantes y también violentos y excluyentes. La democracia, para unos y otros, es un asunto secundario y prácticamente desconocido. España, escenario de la batalla entre esas dos bandas urbanas, ha sido transformada por sus políticos en una gran botellona, donde ellos se emborrachan de poder y molestan a los ciudadanos con su ruido, mientras compiten entre si por engañar, fanatizar y someter a la ciudadanía.

Espectáculos tan grotescos y tan vergonzosos como el del 26 de abril en el Senado demuestran que España está gobernada por bandas de pandilleros que se enfrentan en cualquier espacio, incluso en un lugar como el Senado, sagrado en democracia, ante la cámaras de televisión, sin que les importe demasiado exhibir en público su comportamiento vulgar, mafioso y violento.

Y el país entero, según Sebas, se ha convertido en víctima y rehén de ese enfrentamiento callejero entre dos partidos que carecen de la ética mínima necesaria para poder representar a los ciudadanos y ejercer el poder en democracia. Los errores en el liderazgo que están conduciendo a España hacia la ruina y el desastre, la corrupción galopante que invade la política española, el estilo barriobajero que reina en el Congreso y el Senado, la destruccción del tejido productivo y la desmoralización de los ciudadanos son, sencillamente, la consecuencia lógica de estar políticamente dominados por dos bandas inicuas que no respetan las normas básicas de la democracia y la decencia.

Insisto en disentir y le digo que Zapatero es uno de los tipos que mejor viste en el mundo y que su imagen es más bien la de un pijo que la de un cani, pero Sebas me rebate con soltura: "Saben que tienen que captar adictos porque la batalla, en la política, se libra en la opinión pública. Por eso algunos pijos se disfrazan y actúan como canis, mientras que algunos canis actúan disfrazados de pijos. Zapatero es claramente uno de los canis más radicales, pero consciente de que está bien dotado para el engaño, se ha convertido en maestro con el disfraz de pijo bueno y amable". Y remata: "¿Has observado que algunos pijos se quitan la corbata y que algunos canis se la ponen? Lo hacen para pescar partidarios y votos entre ciudadanos confundidos y con alma de esclavos".

Según Sebas, Rubalcaba, Leire Pajín, Manolo Chaves y Pepiño son tan canis que no pueden disimularlo, mientras que Rajoy, Arenas y Camps son pijos incapaces de disfrazarse, aunque se quiten la corbata.

Mi amigo concluye su tesis afirmando que el bipartidismo es una mala opción para cualquier democracia, porque reduce las opciones y limita la libertad de elegir ciudadana, pero cuando ese bipartidismo, como ocurre en España, está integrado por dos opciones de pésima calidad ética y democrática, el país camina, sin solución, hacia el desastre, salvo que los ciudadanos, que son los que mandan, den un puñetazo en la mesa y erradiquen con el bisturí a las dos bandas callejeras que se han apoderado del Estado.

Pulsar aquí para visionar el vídeo de la trifulca rastrera en el Senado.

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Jueves, 28 de Abril 2011
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