La luz quizás no suba un 11 por ciento, pero subirá por lo menos un 5 por ciento, lo que representa una subida brutal para un pueblo que ya está de rodillas.El gobierno asegura que no subirá los impuestos, pero Hacienda dice que los cambios fiscales elevarán en 32.000 millones de euros los ingresos del Estado en 2014. Por IRPF se recaudarán 73.000 millones, de los que 6.800 se deben a las nuevas medidas. Los ingresos del impuesto de sociedades serán 22.000 millones, 9.000 por los cambios. Por el IVA se obtendrán 54.000 millones, 10.000 atribuibles a las cambios. Todo es codicia y mentira en el actual gobierno de España, insensible al sufrimiento y capaz de estrangular sin miramientos a la economía y a sus propios ciudadanos.
Lo peor del gobierno de Rajoy no son sus mentiras, ni su desprecio al pueblo, ni su opacidad enfermiza, ni su escaso respeto a la verdadera democracia, ni en haber practicado recortes injustos, ni convivido con el saqueo de las cajas y la estafa de las participaciones preferentes, ni el acoso al ciudadano con impuestos injustos, ni siquiera haber eliminado la justicia gratuita. Su mayor suciedad es la codicia, una fuerza dominante, avarienta y rastrera que atraviesa al gobierno de parte a parte y que le lleva a recaudar con voracidad y sadismo antes que ahorrar en una administración pública hipertrofiada y plagada de inútiles colocados en el Estado sin mas mérito que poseer un carné de partido.
Para disponer de dinero, el gobierno no duda en apretar a las empresas hasta que tienen que cerrar, convertir las carreteras en trampas para multas y en utilizar la Hacienda Pública como un martillo contra los ciudadanos y como un bálsamo suave con los aliados del poder.
Han preferido recaudar con una voracidad obscena, colocando a los ciudadanos al borde de la angustia y provocando el cierra de cientos de miles de empresas antes de practicar los recortes que el Estado, obeso, grasiento y plagado de enchufados inútiles con carné de partido, necesita y reclama.
Esa política de avaricia convierte al gobierno de Rajoy en uno de los mas injustos y mas rechazados por los ciudadanos en la moderna Historia de España.
Ahora hablan de la posibilidad de suprimir las desgravaciones por la compra de la vivienda habitual, con efectos retroactivos, a pesar de que la retroactividad es jurídicamente inaceptable y de que esa retroactividad haya sido la causa de que el alto tribunal europeo haya suprimido la doctrina Parot, provocando la aterradora salida masiva de criminales, violadores y asesinos paranoicos de las cárceles españolas.
Pero el gobierno nunca habla de lo que los ciudadanos desean y exigen, como, por ejemplo, que los partidos políticos y sindicatos dejen de financiarse con el dinero de los impuestos. Tampoco hablan de otros dos grandes anhelos nacionales: que se ponga freno al endeudamiento y al gasto desmedido de las administraciones y que se suprima el costoso y poco ejemplar Estado de las Autonomías, donde 17 sátrapas compiten entre sí, destruyendo España, en lugar de colaborar en la grandeza de una nación común, .
El carácter estúpidamente voraz del gobierno de Rajoy está archidemostrado con un simple dato: España es uno de los países de Europa con mayor presión fiscal sobre el ciudadano, pero también uno de los que menos recauda. Ese déficit de recaudación se debe a la avaricia del gobierno, que disuade el consumo y logra que algunos impuestos son tan altos y demenciales que los ciudadanos y las empresas con poder económico intentan siempre eludirlos.
Lo peor del gobierno de Rajoy no son sus mentiras, ni su desprecio al pueblo, ni su opacidad enfermiza, ni su escaso respeto a la verdadera democracia, ni en haber practicado recortes injustos, ni convivido con el saqueo de las cajas y la estafa de las participaciones preferentes, ni el acoso al ciudadano con impuestos injustos, ni siquiera haber eliminado la justicia gratuita. Su mayor suciedad es la codicia, una fuerza dominante, avarienta y rastrera que atraviesa al gobierno de parte a parte y que le lleva a recaudar con voracidad y sadismo antes que ahorrar en una administración pública hipertrofiada y plagada de inútiles colocados en el Estado sin mas mérito que poseer un carné de partido.
Para disponer de dinero, el gobierno no duda en apretar a las empresas hasta que tienen que cerrar, convertir las carreteras en trampas para multas y en utilizar la Hacienda Pública como un martillo contra los ciudadanos y como un bálsamo suave con los aliados del poder.
Han preferido recaudar con una voracidad obscena, colocando a los ciudadanos al borde de la angustia y provocando el cierra de cientos de miles de empresas antes de practicar los recortes que el Estado, obeso, grasiento y plagado de enchufados inútiles con carné de partido, necesita y reclama.
Esa política de avaricia convierte al gobierno de Rajoy en uno de los mas injustos y mas rechazados por los ciudadanos en la moderna Historia de España.
Ahora hablan de la posibilidad de suprimir las desgravaciones por la compra de la vivienda habitual, con efectos retroactivos, a pesar de que la retroactividad es jurídicamente inaceptable y de que esa retroactividad haya sido la causa de que el alto tribunal europeo haya suprimido la doctrina Parot, provocando la aterradora salida masiva de criminales, violadores y asesinos paranoicos de las cárceles españolas.
Pero el gobierno nunca habla de lo que los ciudadanos desean y exigen, como, por ejemplo, que los partidos políticos y sindicatos dejen de financiarse con el dinero de los impuestos. Tampoco hablan de otros dos grandes anhelos nacionales: que se ponga freno al endeudamiento y al gasto desmedido de las administraciones y que se suprima el costoso y poco ejemplar Estado de las Autonomías, donde 17 sátrapas compiten entre sí, destruyendo España, en lugar de colaborar en la grandeza de una nación común, .
El carácter estúpidamente voraz del gobierno de Rajoy está archidemostrado con un simple dato: España es uno de los países de Europa con mayor presión fiscal sobre el ciudadano, pero también uno de los que menos recauda. Ese déficit de recaudación se debe a la avaricia del gobierno, que disuade el consumo y logra que algunos impuestos son tan altos y demenciales que los ciudadanos y las empresas con poder económico intentan siempre eludirlos.