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España: La Corona pierde el blindaje





La Corona española, blindada frente a la crítica pública desde la muerte del general Franco porque se consideraba una institución intocable de la joven democracia, ha perdido ya ese blindaje y tiene que hacer frente hoy a un cuestionamiento creciente que ya se manifiesta hasta en los medios de comunicación.

Sin embargo, el fenómeno no es nuevo. Desde la década de los 80 se ha criticado al Rey por sus no siempre recomendables amigos o por su presunta afición por la juega, pero eran aquellas críticas de élite, que se reflejaban en consejos de administración, en los comedores de algunas familias altoburguesas y en los despachos de los directores y redactores jefes de los medios de comunicación, pero que nunca hasta ahora habían superado el "tabú", ni tuvieron reflejo en los medios de comunicación.

El Rey Juan Carlos, que siempre arrastró el estigma de haber sido designado rey por el dictador Francisco Franco, alcanzó el cenit de su popularidad en 1982, cuando se opuso decididamente al fallido intento de golpe de Estado que protagonizó el coronel Tejero, pero ya entonces se le criticó, aunque de manera discreta y en círculos iniciados, por sus presuntas y nunca demostradas dudas y tardanza en reaccionar.

Sin embargo, es a partir del sorprendente triunfo socialista en las elecciones de 2004 cuando comenzaron a dispararse claramente las críticas al monarca, al que ya no le funcionaba el "tabú" que le había protegido ante la opinión pública durante casi tres décadas.

El columnista Federico Jiménez Losantos pedía en el diario "El Mundo" del domingo 6 de noviembre que el Rey abdique en su hijo Felipe, según afirma, ya sólo se relaciona bien con los socialistas, tiene pésimas relaciones con la derecha y ha perdido su capacidad de ejercer el arbitraje y la moderación que son propios de la Corona.

Una semana antes, en el mismo diario, el también columnista Jesús Cacho acusaba al monarca de no haber hecho bien su trabajo y de haber dedicado sus mejores esfuerzos a ganar dinero.

Las críticas al Rey, hasta ahora veladas y tímidas, se abren paso ya en la prensa escrita, en las reuniones de militantes de distintos partidos políticos, en la radio, sobre todo en las tertulias, y cada vez más en cafeterías, bares, puestos de trabajos y hogares.

Las principales acusaciones al monarca se refieren a detalles discutibles y difícilmente evaluables como su escasa y tardía defensa de la Constitución y la unidad de España en los momentos críticos que vive hoy el país; sus poco recomendables amigos; su presunta afición e intervención en negocios; su mala relación con la derecha española; la pérdida de su capacidad para moderar y arbitrar, misiones básicas de la Corona, y su papel en la política exterior, donde se le ha visto demasiado cerca y a gusto con dictadores como los de Marruecos, Cuba y Venezuela.

Es probable que la existencia de un verdadero "tabú" en torno a la figura del rey en la democracia española, que impedía criticarlo, haya perjudicado enormemente a la Corona. La crítica al monarca es, desde hace años, un ejercicio para iniciados, una especie de distinción que demostrababa libertad e información. La crítica al Rey sobre sus amigos, su rápido enriquecimiento, sus negocios y sus actividades de ocio nunca eran comprobables, pero tenían todo el morbo y el atractivo de lo prohibido.

Hoy, el tabú ha saltado por los aires y son ya miles los ciudadanos influyentes, las asociaciones y hasta los partidos políticos que se declaran republicanos y que proclaman abiertamente los defectos y errores de nuestra la monarquía y del propio rey.



Franky  
Jueves, 10 de Noviembre 2005
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