Colaboraciones

¿Es posible ser del 'Barça' y, al mismo tiempo, demócrata?





Creíamos que ser aficionado del Barça significaba, sólo, admirar el buen fútbol y defender unos colores, pero parece ser que representa algo más, toda una apuesta política nacionalista. El presidente Laporta politizó la última asamblea del Fútbol Club Barcelona, donde defendió la tesis de que el club debe ser un baluarte del nacionalismo catalán. Con arrogancia, influencia desmedida, exceso de poder y politizado hasta el tuétano, el Barça se está convirtiendo en un club símbolo del catalanismo radical y en un lobby de lujo para el nacionalismo extremista.

Ante esa situación, cabe preguntarse si es posible ser hincha del Barça y, al mismo tiempo, ciudadano español demócrata. El presidente del gobierno español, Zapatero, aficionado del Barcelona, quizás lo considere compatible, pero muchos creemos que cada vez es más dificil compatibilizar la ciudadanía española con la militancia en un equipo que todos los catalanes saben que cobija a reductos separatistas y revanchistas y que se presta a ser utilizado como ariete del catalanismo más insolidario y arrogante.

Algunos dirán que mezclar el fútbol con la política es una locura, pero quien está politizando al Barcelona, cada día más, es su actual presidente, Joan Laporta, en quien muchos catalanes ven a un futuro dirigente político que se proyectará hacia la Generalitat. Es él quien ha convertido el club en una bandera al afirmar que debe "defender las libertades y derechos de Cataluña".

Si el presidente del Real Madrid se atreviera a decir lo mismo de España, la sometida prensa catalana pondría el grito en el cielo y el equipo sería recibido en Barcelona con hostilidad.

Pero el peor drama del actual Barça ni siquiera es su politización, sino su arrogancia que exhibe y que humilla. La sanción de cierre por la cabeza de cerdo arrojada al cesped todavía no se ha cumplido, un privilegio digno de la prepotencia, que escuece a muchos aficionados de otros clubes españoles, que han visto como otros estadios sí se clausuraron por faltas menos graves.


Nuñez Sorell

Franky  
Domingo, 8 de Octubre 2006
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