Sánchez también está asaltando el corazón del sistema, como ocurrió en Washington con el asalto al Capitolio
Si existe hoy un pueblo en el mundo con motivos para lanzarse a las calles y protestar por el gobierno que padece, ese es el pueblo español, que, mal conducido, avanza hacia la pobreza y el fracaso como nación sin que las instituciones que deberían defendernos de un gobierno incompetente y dañino hayan reaccionado.
La manifestación gigante de ayer en Madrid fue un grito de dignidad contra el sanchismo, una muestra de que España está viva y una bofetada al tirano que cambia leyes y hace política únicamente para su propio beneficio. La importancia de esa manifestación es que puede convertirse en el pistoletazo de salida para luchar contra la ignominia y la indecencia del sanchismo.
Es la hora de no callarse, de hablar alto, de salir a las calles y plazas, de utilizar las redes sociales para salvar a España, de afear a los sanchistas su bajeza, de despreciar al periodismo que se ha hecho esclavo de Sánchez y enemigo de la verdad, de que nuestros vecinos que votan a Sánchez se sientan rechazados por la inmensa mayoría de los españoles que conservan decencia y libertad.
Los hechos son claros y no hay nada que explicar porque la brutalidad de Pedro Sánchez es evidente. Hasta hace pocos meses él decía, junto a sus súbditos, que la amnistía no cabe en la Constitución, pero ahora dicen lo contrario y la única razón para cambiar es que el fulano quiere seguir siendo presidente.
La manifestación de ayer en Madrid fue gigantesca, a pesar de que la izquierda, con sus mentiras, diga que fue un fracaso, pero puedo haber sido tres veces mayor si en lugar de ser convertida por el siempre acomplejado PP en un acto exclusivo, hubiera sido un acto libre y abierto a toda la sociedad española.
Pero fue un grito de protesta que se escuchó en toda España.
Sánchez no puede hacer lo mismo porque su partido está dividido, enfrentado y carcomido por los remordimientos de conciencia ante lo que están haciendo, que es una burrada indecente. Que el socialismo capitanee la aprobación de una amnistía para delincuentes golpistas es una mancha que tardará décadas en borrarse. Que además preparen un referendo para mutilar España, convierte al PSOE en un partido sicario de la tiranía y la suciedad.
En España hay tantas o más razones que las que esgrimieron en su día los egipcios, tunecinos o ucranianos para lanzarse a las calles y protagonizar una protesta masiva contra el gobierno y su intolerable torpeza y abuso de poder.
Además de la amnistía inconstitucional e inmoral, el referendo de autodeterminación y el pago que se prepara para los catalanes de miles de millones de euros, en España hay muchas otras razones para que el pueblo libre y sano se lance a las calles para gritar: El avance hacia la pobreza, el desempleo masivo, la desigualdad, la injusticia, la arrogancia del poder, el mal gobierno generalizado, el despilfarro, el endeudamiento, el favoritismo, el nepotismo, el monstruoso tamaño del Estado, el descontrol de los políticos y, sobre todo, la corrupción brutal que lo envuelve todo y que avanza por la sociedad impulsada por un gobierno que cambia las leyes a su antojo y abofetea la Constitución, la unidad de España y la decencia.
Los españoles han dejado de ser ciudadanos y han sido transformados en vasallos de un gobierno mediocre y pésimo que no merece tener en sus manos el destino de la nación. Pero el drama es más grave porque afecta al mismo sistema, del que el actual gobierno social-comunista es sólo una consecuencia. España tiene un sistema político diseñado para que los partidos abusen del poder y practiquen la corrupción sin obstáculos. Más que un sistema político es un mecanismo de saqueo.
La batalla contra el gobierno ya ha sido ganada por los rebeldes en las redes sociales, donde las condenas y denuncias al gobierno son masivas, pero la conquista de la calle es la gran asignatura pendiente, aunque hay miles de expertos y analistas que afirman que este gobierno tiene el descaro y la desvergüenza suficientes para aguantar hasta una protesta masiva de los españoles y una descalificación generalizada.
Atrincherado tras sus periodistas sometidos, perros del poder, policías con exceso de celo y aficionados a golpear y jueces politizados, el gobierno se siente temerariamente seguro y dispuesto a soportar todo lo que le echen, exhibiendo así su pésima ética y la bajísima calidad de la mal llamada "democracia española".
Si Sánchez culmina su agresión a España y a la libertad, la Historia no nos perdonará a los demócratas y patriotas no haber sabido defender España de la ignominia sanchista.
Francisco Rubiales
La manifestación gigante de ayer en Madrid fue un grito de dignidad contra el sanchismo, una muestra de que España está viva y una bofetada al tirano que cambia leyes y hace política únicamente para su propio beneficio. La importancia de esa manifestación es que puede convertirse en el pistoletazo de salida para luchar contra la ignominia y la indecencia del sanchismo.
Es la hora de no callarse, de hablar alto, de salir a las calles y plazas, de utilizar las redes sociales para salvar a España, de afear a los sanchistas su bajeza, de despreciar al periodismo que se ha hecho esclavo de Sánchez y enemigo de la verdad, de que nuestros vecinos que votan a Sánchez se sientan rechazados por la inmensa mayoría de los españoles que conservan decencia y libertad.
Los hechos son claros y no hay nada que explicar porque la brutalidad de Pedro Sánchez es evidente. Hasta hace pocos meses él decía, junto a sus súbditos, que la amnistía no cabe en la Constitución, pero ahora dicen lo contrario y la única razón para cambiar es que el fulano quiere seguir siendo presidente.
La manifestación de ayer en Madrid fue gigantesca, a pesar de que la izquierda, con sus mentiras, diga que fue un fracaso, pero puedo haber sido tres veces mayor si en lugar de ser convertida por el siempre acomplejado PP en un acto exclusivo, hubiera sido un acto libre y abierto a toda la sociedad española.
Pero fue un grito de protesta que se escuchó en toda España.
Sánchez no puede hacer lo mismo porque su partido está dividido, enfrentado y carcomido por los remordimientos de conciencia ante lo que están haciendo, que es una burrada indecente. Que el socialismo capitanee la aprobación de una amnistía para delincuentes golpistas es una mancha que tardará décadas en borrarse. Que además preparen un referendo para mutilar España, convierte al PSOE en un partido sicario de la tiranía y la suciedad.
En España hay tantas o más razones que las que esgrimieron en su día los egipcios, tunecinos o ucranianos para lanzarse a las calles y protagonizar una protesta masiva contra el gobierno y su intolerable torpeza y abuso de poder.
Además de la amnistía inconstitucional e inmoral, el referendo de autodeterminación y el pago que se prepara para los catalanes de miles de millones de euros, en España hay muchas otras razones para que el pueblo libre y sano se lance a las calles para gritar: El avance hacia la pobreza, el desempleo masivo, la desigualdad, la injusticia, la arrogancia del poder, el mal gobierno generalizado, el despilfarro, el endeudamiento, el favoritismo, el nepotismo, el monstruoso tamaño del Estado, el descontrol de los políticos y, sobre todo, la corrupción brutal que lo envuelve todo y que avanza por la sociedad impulsada por un gobierno que cambia las leyes a su antojo y abofetea la Constitución, la unidad de España y la decencia.
Los españoles han dejado de ser ciudadanos y han sido transformados en vasallos de un gobierno mediocre y pésimo que no merece tener en sus manos el destino de la nación. Pero el drama es más grave porque afecta al mismo sistema, del que el actual gobierno social-comunista es sólo una consecuencia. España tiene un sistema político diseñado para que los partidos abusen del poder y practiquen la corrupción sin obstáculos. Más que un sistema político es un mecanismo de saqueo.
La batalla contra el gobierno ya ha sido ganada por los rebeldes en las redes sociales, donde las condenas y denuncias al gobierno son masivas, pero la conquista de la calle es la gran asignatura pendiente, aunque hay miles de expertos y analistas que afirman que este gobierno tiene el descaro y la desvergüenza suficientes para aguantar hasta una protesta masiva de los españoles y una descalificación generalizada.
Atrincherado tras sus periodistas sometidos, perros del poder, policías con exceso de celo y aficionados a golpear y jueces politizados, el gobierno se siente temerariamente seguro y dispuesto a soportar todo lo que le echen, exhibiendo así su pésima ética y la bajísima calidad de la mal llamada "democracia española".
Si Sánchez culmina su agresión a España y a la libertad, la Historia no nos perdonará a los demócratas y patriotas no haber sabido defender España de la ignominia sanchista.
Francisco Rubiales