Ya va siendo hora de que dejemos a un lado las cobardías, las mentiras, las hipocresias, los camuflajes y las complicidades mafiosas y reconozcamos que los nacionalistas extremos catalanes y vascos son "enemigos" de España y que nuestro país es tan imbécil y obtuso que no solamente sienta a sus "enemigos" en el Congreso de los Diputados, sino que, además, sobrevalora sus votos con una Ley Electoral asimétrica, que agranda el peso y la influencia de los nacionalistas en la política nacional.
A juzgar por lo que hacen, cuando despliegan políticas abiertamente contrarias a la Constitución y a las leyes básicas, deberían ser tratados como "enemigos", lo que implica "rescatar" a sus pueblos, que son sus víctimas", del secuestro moral, intelectual, político y emocional que practica el nacionalismo extremo desde hace décadas, inyectando odio, poniendo el énfasis en lo que nos diferencia, despreciando lo que nos une, tergiversando la Historia, incumpliendo los mandatos constitucionales, practicando el desacato a las leyes, apelando al victimismo y aprovechando cualquier oportunidad para debilitar a España como proyecto común de los españoles.
Y ya va siendo hora también de que los españoles sepan y asuman que el nacionalismo extremo que ahora quiere desmembrar España es una obra fraguada, lenta pero insistentemente, por los nacionalistas, ayudados por los tres grandes partidos de la nación española, PSOE, PP e Izquierda Unida, que han comprado sus votos, cerrado los ojos y oídos ante sus tropelías y corrupciones y desacatos, pactado alianzas y estimulado con cobardías indignas y complicidades mafiosas el odio antiespañol que hoy prespera en Cataluña y el Pais Vasco, un odio que ya ha producido metástasis incomprensibles en otros territorios de españoles que nunca antes habían sido nacionalistas, pero en el que ya algunos sectores piden la independencia, tras aprender, de la mano de sus exiguas minorías nacionalistas, la sucia asignatura del odio a España como proyecto común antiguo y consensuado.
Si los nacionalistas extremos de Cataluña y el País Vasco deben ser reconocidos como lo que son, verdaderos "enemigos" de España, también son enemigos, por complicidad y connivencia, el socialismo, la derecha encuadrada en el PP y las huestes de Izquierda Unida, tan camaleónica, amante de los privilegios y carente de ideología que es capaz de ser nacionalista en Cataluña, gobernar con el PSOE en Andalucía y, al mismo tiempo, sustentar en Extremadura un gobierno del PP.
Si el Estado español, arrepentido de sus errores y complicidades pasadas, tratara ahora a Artur Mas como lo que es, un conspirador fuera de la ley que promueve la insumisión, el desacato y la desmembración de España, entonces la Fiscalía del Estado debería procesarlo, en base a la ley y a la norma suprema de la Constitución, por traidor a la patria. Pero la cobardía, la ausencia de ética, el desprecio a las leyes y el corporativismo cómplice impiden al actual gobierno y, todavía más, al PSOE, obrar con lógica democrática, decencia cívica y de acuerdo con lo que establece la Constitución.
Para esconder sus miserias y complicidades cobardes y decadentes, llaman "prudencia" a lo que es dejación e injusticia, dominados quizás por el miedo a que un conflicto se lleve por delante lo que más aman: su dominio absoluto del Estado, su poder sin controles democráticos y sus privilegios inmerecidos.
El caso del PSOE es especialmente sangrante porque los socialistas, sobre todo en tiempos del infausto Zapatero, hicieron avanzar muchas millas la insolidaridad, el nacionalismo extremo y la arrogancia del nacionalismo catalán, sembrando las tormentas que hoy recogemos. Aquella promesa de Zapatero de aprobar lo que el Parlamento Catalán apruebe, sin condiciones, y de impulsar personalmente un Estatuto Catalán insolidario, inconstitucional y contrario a la igualdad de los territorios de España, consagrada por la Constitución, no fue otra cosa que una traición a la patria, como muchas otras perdonada por una casta política que es deplorable y que representa "lo peor" de España, mal ejemplo constante para los ciudadanos por sus incumplimiento de la ley, por su corrupción institucional, por sus impagos a las empresas y por su arbitrariedad indigna e indecente en muchos asuntos de gobierno.
EL PSOE, inexplicablemente, se ha puesto en contra del Ministro Wert cuando éste ha dicho que los alumnos catalanes deben ser "españolizados" para que se sientan tan orgullosos de ser catalanes como de ser españoles. Esos mismo socialistas, dentro de su cobardía y sumisión irresponsable ante el nacionalismo, guardaron silencio cuando la Generalitat se jaztaba en el pasado de haber "catalanizado" la enseñanza en Cataluña. Incomprensible, salvo que se le aplique al PSOE el filtro de la verdad y entonces se descubre con claridad su cobarde complicidad con los enemigos de España.
El Psoe debería abandonar de una vez su miedo a amar a España y asumir que cuando una comunidad adoctrina en el odio lo único que hay que hacer es intervenir, primero aplicando la Constitución y segundo deteniendo y procesando a sus dirigentes. Cuando la educación se confunde con el adoctrinamiento en el odio a lo español y antepone los intereses nacionalistas a los grandes valores, a la libertad y a la verdad, lo que hay que hacer es liberar a esos niños del yugo fascista. Es un deber democrático irrenunciable, salvo en la actual España corrupta y decadente de la partitocracia degradada.
Mas pide ahora dinero al Estado para tapar los inmensos agujeros de despilfarro y deuda que dejó el gobierno del Tripartito, presidido por los socialistas, mientras con la otra mano atiza la llama del odio y de la desmembración de España. El gobierno de Rajoy le adelanta el dinero sin condiciones, sin decirle, como es su deber, que debe cesar en su agresión a España si quiere recibir un sólo euro. No decirlo es dejación y, probablemente, delito, si en España existiera una justicia basada en las leyes y en la Constitución, no sometida a los caprichos de partidos políticos que, para colmo de males, son los grandes portadores de la corrupción y los que ya concitan el rechazo de muchos ciudadanos, que les consideran como el tercer gran problema del país y el mayor obstáculo para la regeneración de la nación y la recuperación de la decencia y el verdadero progreso.
Ya sabemos a lo que nos ha conducido la debilidad, la cobardía y la complicidad de los partidos con el nacionalismo. La situación generada por la cobardía es tan grave que no puede ser peor la que resulte de aplicar la receta de hacer cumplir la ley y considerar enemigo a quien te ha considerado a ti enemigo desde hace décadas. Además, esta nueva receta es mas decente, mas digna, mas constitucional, más adscrita a la ley y mucho más democrática.
A juzgar por lo que hacen, cuando despliegan políticas abiertamente contrarias a la Constitución y a las leyes básicas, deberían ser tratados como "enemigos", lo que implica "rescatar" a sus pueblos, que son sus víctimas", del secuestro moral, intelectual, político y emocional que practica el nacionalismo extremo desde hace décadas, inyectando odio, poniendo el énfasis en lo que nos diferencia, despreciando lo que nos une, tergiversando la Historia, incumpliendo los mandatos constitucionales, practicando el desacato a las leyes, apelando al victimismo y aprovechando cualquier oportunidad para debilitar a España como proyecto común de los españoles.
Y ya va siendo hora también de que los españoles sepan y asuman que el nacionalismo extremo que ahora quiere desmembrar España es una obra fraguada, lenta pero insistentemente, por los nacionalistas, ayudados por los tres grandes partidos de la nación española, PSOE, PP e Izquierda Unida, que han comprado sus votos, cerrado los ojos y oídos ante sus tropelías y corrupciones y desacatos, pactado alianzas y estimulado con cobardías indignas y complicidades mafiosas el odio antiespañol que hoy prespera en Cataluña y el Pais Vasco, un odio que ya ha producido metástasis incomprensibles en otros territorios de españoles que nunca antes habían sido nacionalistas, pero en el que ya algunos sectores piden la independencia, tras aprender, de la mano de sus exiguas minorías nacionalistas, la sucia asignatura del odio a España como proyecto común antiguo y consensuado.
Si los nacionalistas extremos de Cataluña y el País Vasco deben ser reconocidos como lo que son, verdaderos "enemigos" de España, también son enemigos, por complicidad y connivencia, el socialismo, la derecha encuadrada en el PP y las huestes de Izquierda Unida, tan camaleónica, amante de los privilegios y carente de ideología que es capaz de ser nacionalista en Cataluña, gobernar con el PSOE en Andalucía y, al mismo tiempo, sustentar en Extremadura un gobierno del PP.
Si el Estado español, arrepentido de sus errores y complicidades pasadas, tratara ahora a Artur Mas como lo que es, un conspirador fuera de la ley que promueve la insumisión, el desacato y la desmembración de España, entonces la Fiscalía del Estado debería procesarlo, en base a la ley y a la norma suprema de la Constitución, por traidor a la patria. Pero la cobardía, la ausencia de ética, el desprecio a las leyes y el corporativismo cómplice impiden al actual gobierno y, todavía más, al PSOE, obrar con lógica democrática, decencia cívica y de acuerdo con lo que establece la Constitución.
Para esconder sus miserias y complicidades cobardes y decadentes, llaman "prudencia" a lo que es dejación e injusticia, dominados quizás por el miedo a que un conflicto se lleve por delante lo que más aman: su dominio absoluto del Estado, su poder sin controles democráticos y sus privilegios inmerecidos.
El caso del PSOE es especialmente sangrante porque los socialistas, sobre todo en tiempos del infausto Zapatero, hicieron avanzar muchas millas la insolidaridad, el nacionalismo extremo y la arrogancia del nacionalismo catalán, sembrando las tormentas que hoy recogemos. Aquella promesa de Zapatero de aprobar lo que el Parlamento Catalán apruebe, sin condiciones, y de impulsar personalmente un Estatuto Catalán insolidario, inconstitucional y contrario a la igualdad de los territorios de España, consagrada por la Constitución, no fue otra cosa que una traición a la patria, como muchas otras perdonada por una casta política que es deplorable y que representa "lo peor" de España, mal ejemplo constante para los ciudadanos por sus incumplimiento de la ley, por su corrupción institucional, por sus impagos a las empresas y por su arbitrariedad indigna e indecente en muchos asuntos de gobierno.
EL PSOE, inexplicablemente, se ha puesto en contra del Ministro Wert cuando éste ha dicho que los alumnos catalanes deben ser "españolizados" para que se sientan tan orgullosos de ser catalanes como de ser españoles. Esos mismo socialistas, dentro de su cobardía y sumisión irresponsable ante el nacionalismo, guardaron silencio cuando la Generalitat se jaztaba en el pasado de haber "catalanizado" la enseñanza en Cataluña. Incomprensible, salvo que se le aplique al PSOE el filtro de la verdad y entonces se descubre con claridad su cobarde complicidad con los enemigos de España.
El Psoe debería abandonar de una vez su miedo a amar a España y asumir que cuando una comunidad adoctrina en el odio lo único que hay que hacer es intervenir, primero aplicando la Constitución y segundo deteniendo y procesando a sus dirigentes. Cuando la educación se confunde con el adoctrinamiento en el odio a lo español y antepone los intereses nacionalistas a los grandes valores, a la libertad y a la verdad, lo que hay que hacer es liberar a esos niños del yugo fascista. Es un deber democrático irrenunciable, salvo en la actual España corrupta y decadente de la partitocracia degradada.
Mas pide ahora dinero al Estado para tapar los inmensos agujeros de despilfarro y deuda que dejó el gobierno del Tripartito, presidido por los socialistas, mientras con la otra mano atiza la llama del odio y de la desmembración de España. El gobierno de Rajoy le adelanta el dinero sin condiciones, sin decirle, como es su deber, que debe cesar en su agresión a España si quiere recibir un sólo euro. No decirlo es dejación y, probablemente, delito, si en España existiera una justicia basada en las leyes y en la Constitución, no sometida a los caprichos de partidos políticos que, para colmo de males, son los grandes portadores de la corrupción y los que ya concitan el rechazo de muchos ciudadanos, que les consideran como el tercer gran problema del país y el mayor obstáculo para la regeneración de la nación y la recuperación de la decencia y el verdadero progreso.
Ya sabemos a lo que nos ha conducido la debilidad, la cobardía y la complicidad de los partidos con el nacionalismo. La situación generada por la cobardía es tan grave que no puede ser peor la que resulte de aplicar la receta de hacer cumplir la ley y considerar enemigo a quien te ha considerado a ti enemigo desde hace décadas. Además, esta nueva receta es mas decente, mas digna, mas constitucional, más adscrita a la ley y mucho más democrática.